Llegada a un país de ensueño

Hola, chicos y chicas. En esta entrada compartiré mis primeras impresiones durante mi primer vuelo y el primer país extranjero que he visitado. Espero que os guste y lo encontréis útil (a ratos).

Mi hermano y yo salimos posando para mi madre... son fotos para el recuerdo.

En primer lugar, tengo que mencionar que llevo soñando con ir a Alemania desde hace mucho tiempo, antes incluso de que obtuviese la beca Erasmus Mundus para ir durante 10 meses enteros. Después de recibir la beca, empecé a creer que los sueños se hacían realidad.

Esperando mi vuelo y deseando las nuevas impresiones y experiencias.

Tenía más curiosidad que miedo a volar y, antes de empezar a creerme que estaba viajando a Alemania de verdad, ya había puesto el pie en el aeropuerto de Múnich.

Afortunadamente, había otra chica de Georgia que tenía más experiencia que yo. ¡Fue ella la que me salvó al contarme que el café y el te del aeropuerto de Munich son gratis! Bebí 2 tazas de té y un café durante las 6 horas de espera.

Lo sé, todo lo que escribo aquí puede parecer muy divertido para quien tiene experiencia viajando, pero para los principiantes que necesitan tiempo para adaptarse y darse cuenta de cosas, este tipo de detalles pueden ser muy útiles.

¿Y después? Mi vuelo desde Múnich a Hannover se canceló debido a problemas técnicos, el siguiente vuelo estaba lleno y tuve que esperar al tercero. Debido a ello, me dieron un ticket para comida con valor de 10 euros. Aquí hay otro consejo útil. Si te ocurre algo como esto, intenta averiguar qué debes hacer (como cambiar el bilete de embarque o el ticket) y quizás consigas algo que te salve de morirte de hambre.

Finalmente pude subirme a mi siguiente avión y volé hasta Hannover. De nuevo, gracias a los milagros del mundo occidental, no me perdí y conseguí coger al tren tras llegar a la estación. Quizás parecía bastante "rarita", o posiblemente estúpida, al preguntar si estaba en el lado correcto para coger el tren hasta Gotinga. Simplemente echa un vistazo a tu alrededor si quieres ahorrarte esta incómoda situación.

Si hubiese espabilado un poco y me hubiese dado cuenta de que aquí la gente tenía un ascensor en las estaciones de tren para subir y bajar lo que uno no puede llevar en la mano, no hubiese arrastrado mi equipaje escaleras abajo. Qué vergüenza. Pero un chico alemán muy amable me ayudó con ello. ¡Muchas gracias!

Estas son las vistas desde mi habitación.

Finalmente conseguí llegar a Gotinga y, adivina. Le pregunté a un taxista cuánto iba a cobrarme por llevarme a cierta calle. Fue interesante que me dijese el coste aproximado. Cuando el coste llegó a la cifra que él me dijo, apagó el taxímetro y solo me cobró la cantidad que me había dicho. ¿No es un gesto amabilísimo? ¡Eso creo yo!

Sigue todo igual de verde y hace el mismo buen tiempo que desde que llegué a Alemania.

¡Ojalá todos nuestros deseos se hagan realidad como este!

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