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Cómo no pasar 24 horas en Gotemburgo


Después de haber planeado con antelación el alojarme con una anfitriona a través de Couchsurfing, me dispuse a coger un autobús para ir a Gotemburgo desde Linköping, la ciudad donde estaba estudiando. Para ello escogí la compañía alemana FlexiBus, que en ese momento era nueva en Suecia y ofrecía unos precios increíblemente bajos en comparación con el competidor local Swebus.

Viajé todo el viernes por la tarde y planeé pasar dos noches en la ciudad, aunque que prácticamente se tradujeron en un solo día, ya que me fui el sábado por la mañana. Una vez a bordo del autobús contacté con mi anfitriona para decirle que iba a llegar un poco tarde porque el autobús había salido con un poco de retraso. Resulta que me llamó de vuelta un poco más tarde para decirme que no estaba en Gotemburgo, ¡si no en Oslo! Parece ser que hubo una extraña confusión con las fechas, o aparentemente, por alguna extraña razón parece ser que reservé las fechas para ir tres semanas después de lo que en realidad era. Así que ahora me veía en la situación desesperada de tener que buscar un sitio donde alojarme in situ, y no solo para esa noche, sino también para la siguiente. Para rizar todavía más el rizo, ya se estaba haciendo de noche, eran casi las doce y parecía imposible encontrar algún sitio donde quedarme a dormir a esa hora, así que me metí desesperado una vez más a Couchsurfing. Usé todos los abonos gratis que tenía para introducirme (ya que Couchsurfing solo te deja contactar un cierto número de personas sin tener que pagar el servicio premium) y ahí me veis tirado en medio de un viernes por la noche enviando solicitudes a tantas personas como pude. Recibí muchas respuestas negativas y, como es natural, algunos ni contestaron porque era bastante tarde. Así que, decidido y dispuesto a todo para salir de esta situación desesperada, cambié de opción a Hostelworld. Encontré un lugar llamado "Slottskogggens Youth Hostel", situado cerca del parque que lleva el mismo nombre.

Llegué a la estación central de Gotemburgo y me encontré de inmediato con el dilema de escoger entre dos de los tranvías que partían en direcciones opuestas. Ni tan siquiera sabía dónde se suponía exactamente que podía encontrar un sitio para comprar un billete para coger el tranvía. Así que me subí sin billete y sabiendo que si no había cogido el tranvía correcto tendría que esperar en las frías calles de la ciudad durante más tiempo. Afortunadamente, mi intuición fue la correcta y tomé el tranvía acertado. Por fin había conseguido coger el tranvía y llegar al hostal después de haber estado esperando ahí parado unos 10 a 15 minutos. Mientras estaba dentro del confort del tranvía, observaba cómo los habitantes de Gotemburgo se preparaban para salir a la calle un viernes por la noche, me sentía como en medio de un tour en tren por un zoo antropológico.

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Lugares donde alojarse

El precio del hostal era de 240 coronas suecas (£24) y hubo que añadir 60 coronas (6 £) adicionales por las sábanas de la cama, resulta que era obligatorio pagar esta tasa a no ser de que hubieras traído unas sábanas contigo. Era la opción más barata y también la más segura que pude encontrar en ese momento, así que, no sin cierta reticencia, decidí resignarme a pagar las 300 coronas por la noche. Personalmente, no me hubiese gustado alojarme en tal sitio si no hubiera llegado a estar tan desesperado (y, creedme, lo estaba), y quizás, debería haber ido a otro hostal como el "Göteborg Backpapers", pero desafortunadamente estaba completo ese día.

La habitación era diminuta, sin ventanas y, además, la tenía que compartir con otras tres personas. Para cuando llegué, todavía había una chica despierta sentada y tecleando como una loca con su ordenador en su regazo. La luz de la pantalla era increíblemente molesta y emitía una intensa luz azul, horrible y nauseabunda. Me tocó dormir en la cama de arriba de la litera adyacente a la suya y además de que podía ver la luz de toda su pantalla, dentro de lo cabe, también podía oírla teclear todo el tiempo sin darme respiro. Pero este no era ningún problema si lo comparamos con el tipo que roncaba en la litera justo debajo de ella; hasta ese mismo momento nunca había escuchado a nadie roncar tan alto. Estaba cansadísimo y listo para acostarme, pero la luz azul de la pantalla de la chica y el otro chico roncando eran demasiado estimulantes para quedarme dormido. Después de un rato, la guerrera del teclado dejó el ordenador a un lado y la habitación se quedó por fin sin luz, así que asumí que por fin iba a conseguir quedarme dormido fácilmente. Estaba muy equivocado, el chico roncaba sin descanso, no había ni un solo minuto que pasara sin roncar y ahora, para más inri, se le unía la chica del teclado que daba la sensación de que se había quedado dormida con aparente facilidad. En serio, era como estar en medio de un concurso de ronquidos; aunque si de verdad hubiera sido así, el único ganador hubiera sido el chico de la litera de abajo, él sí que era un verdadero campeón. Pero no eran solamente los ronquidos los que me hacían sentir incómodo, dentro de la habitación había una atmósfera bastante cargada y hacía mucho calor; algo bastante raro si tenemos en cuenta que las calles de Gotemburgo estaban heladas hace solo un rato, cuando me estaba dirigiendo al hostal.

Decidí coger los auriculares y ponérmelos y afortunadamente funcionó: pude sumergirme entre los sonidos del audiolibro que había descargado, llamado "The Will Power Instict", y dormir. Después de todo, el título tenía su sarcasmo. Parece que en aquel momento intervino una fuerza que me permitió de una vez por todas quedarme dormido. Me desperté temprano al día siguiente por culpa de los ruidos de los habitantes de la diminuta habitación, incluido el campeón de ronquidos al que dirigí una mirada maligna mientras se preparaba para dejar la habitación. Me quedé en la cama unas horas más pero no pude volver a dormirme y al poco tiempo me levanté. Había recibido un mensaje de un anfitrión en Couchsurfing que se ofrecía a acogerme en su casa esa misma tarde. Acepté la oferta y salí del hostal alrededor de las 12 p. m. Decidí ir a buscar algo para desayunar. Si tenéis poco presupuesto, como era mi caso, lo mejor es ir al supermercado. Decidí ir a Lidl, que estaba convenientemente situado al otro lado de la esquina. Compré algo de comida básica y un poco de pan, crema de cacahuete y plátano para hacer un sándwich. Me dirigí al parque de Slottskoggen donde la gente estaba sentada en el césped debajo de un sol otoñal escandinavo. Me senté en un banco y comí mi sándwich no sin recibir comentarios en tono amistoso por parte de algunos viandantes que me vieron abrir la bolsa del supermercado y construir mi sándwich desde el principio. Yo les asentía y les sonreía educadamente, y usé una risa falsa. ¿Qué se dice en una situación como esa? ¿Ja? Me comí mi sándwich de sopetón y puse rumbo hacia el corazón del parque.

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Lugares de interés

El parque era grandísimo y con muchos lagos súper pequeños alrededor, incluso había un zoo y un refugio de animales. Continué caminando a través del parque y al final llegué al Jardín Botánico que estaba del otro lado de la carretera. El Jardín Botánico también era enorme y tenía una exposición de flores procedentes de todo el mundo. Me sorprendió ver que muchas especies exóticas pudieran sobrevivir en un clima tan poco caluroso.

Seguí mi camino y llegué a la reserva natural y a los jardines japoneses. Se podía ver claramente el por qué de que las plantas hubieran sobrevivido en esta zona: todo gracias a las colinas rocosas y a los bosques que las rodeaban y aislaban del frío exterior. Gotemburgo no me pareció una ciudad tan "verde", de hecho era un sitio con un encanto más bien industrial, a medias entre un pueblo grande y una ciudad. Admito que tiene sus áreas verdes con algunos árboles y que se ven bastante parques, pero las dos zonas que visité eran en realidad las partes más verdes dentro de la ciudad con diferencia, y no es que fueran para echar cohetes.

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Ese mismo día me encontré con una entrada en Reddit de un usuario británico que estaba en la ciudad y en una situación bastante parecida a la mía, solo que él iba a estar 24 horas en la ciudad. Seguí con mi visita por la ciudad. Hubieron algunas zonas que tuve que dejar de lado debido a que se salían de mi presupuesto. Por ejemplo, el archipiélago que solo es accesible en barco. También hay algunos otros sitios recomendados si queréis tener unas vistas fantásticas de la ciudad (solo pude llegar a visitar el último):

  • Ramberget
  • Masthuggskyrkan
  • Skansen Kronan

Los lugareños me recomendaron visitar una zona llamada Haga Nygata (Järntorget District) para tomar un café y también ver las iglesias y los edificios locales. Había muchos restaurantes por allí, así como cafeterías y bares, cada uno con su propia particularidad. Había un bistró que llamaba la atención con el nombre de Hemma Hos y en el que muchos habitantes de la ciudad, plantándole cara al frío invernal que hacía, estaban sentados en la terraza para comer y beber. Sin lugar a dudas la zona más animada de la ciudad para ir de bares por la tarde es "Anda Långgatan" aquí es donde se dirige todo el mundo los viernes y sábados por la noche o entre semana para tomar algo.

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Sin pasar por alto las sugerencias de los usuarios de Reddit, decidí visitar la parte de Haga en la que me topé con algunas ruinas llamadas Skansen Kronan, desde donde se podían encontrar unas vistas inspiradoras de la ciudad que me recordaban un poco a las de Calton Hill en Edimburgo.

Después de eso, continué explorando la zona minuciosamente hasta que decidí sentarme en Le Petit Café, en la esquina de la calle. Pedí un té de hierbas por 29 coronas (£2. 90) y me senté en sus cómodos cojines. Me quedé allí hasta que me echaron a las 8 p. m porque la cafetería iba a cerrar. Probablemente, si no me hubiesen pedido que me fuese, podría haber pasado el resto del tiempo que me quedaba en Gotemburgo entre esos cojines. Esta vez con la tripa bien caliente después de haber bebido un té, me eché a las calles de Gotemburgo en medio de esa tarde de frío nórdico esperando a que mi anfitriona de Couchsurfing llegase a su casa. Cuando llegó la hora, me dirigí hasta su casa en el otro lado de la ciudad, en una zona llamada "Liseberg".

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Mi anfitriona alemana me hizo sentirme increíblemente bienvenido en Gotemburgo y le estuve muy agradecido de haberme salvado. Me contó cómo ella misma había tenido que buscar en numerosas ocasiones dónde alojarse por Internet y que ahora sentía que había llegado su turno para empezar a recibir huéspedes en su casa, ya que quería dar algo a cambio a la comunidad de Couchsurfing. Como veis al final resultó que fui bastante afortunado, mi anfitriona se dio cuenta de que necesitaba un lugar donde alojarme después de haber mirado en la sección del "último minuto de Couchsurfing" en el que había publicado mi entrada la noche anterior. Su gesto no pudo estar más acorde al verdadero espíritu de Couchsurfing, y también al espíritu de Gotemburgo. En definitiva, es una ciudad que se puede visitar prácticamente en 24 horas y que es increíblemente accesible gracias a la gran presencia de tranvías y autobuses urbanos.


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