Intercambio musical

Cuando me dijeron que participaría en un intercambio coral no tenía ni idea de la experiencia que estaba apunto de vivir.

Después de una semana espectacular aquí en Granada con el coro que vino de Ginebra, nos tocaba a nosotros, a los granadinos, hacer las maletas para subirnos en un avión y volar hasta Suiza.

Esta ciudad es impresionante, Ginebra, a demás de ser preciosa, tiene una magia que te atrapa y siempre querrás volver.

El hecho de ir alli para compartir tu hobbie con gente de otro país, hace que la expericia gane mucho.

Hicimos turismo gastronómico, turismo cultural, turismo... ¿musical? .

Empecemos por el turismo gastronómico; si hay algo de Ginebra que me llamó la antención desde el primer minuto que paseé por sus calles, fue el imponente Lago Leman, con su "chorraso" de 140 metros de altura.

Una de las noches que estuvimos allí, los cantantes del coro local nos llevaron a cenar en un restaurante que estaba sobre el lago, sí, sí, literalmente sobre el lago. A mi me recordó a una pequeña barcaza-muelle, con unas vistas espectaculares al maravilloso jet-d'eau y del casco antiguo de la ciudad. ¿Que qué comimos? Fondue, por supuesto, pero no como las que nos podemos comprar aquí ya hechas de mercadona, no, aquello sabía a pura gloria.

Lo maravilloso de ir como cantantes, y más siendo ambos coros tan espontáneos y divertidos es que cada vez que teníamos una breve oportunidad para cantar lo hacíamos. Y en el restaurante no iba a ser menos.

Cuando digo turismo cultural digo que allí en Ginebra se encuentran varias de las instituciones más importantes, desde mi punto de vista, de toda Europa; La sede de la ONU, la sede de Cruz Roja, el CERN... Un sinfín de sitios para visitar con una movilidad muy fácil y cómoda, que además de destacar por su arquitectura, lo hacen por la calidad de conocimientos que aportan a los visitantes. En el palacio de las naciones pudimos ver la obra de Barceló en el techo de una de las salas, esculturas de varios artistas muy importantes y conocer gran parte del funcionamiento del lugar, por ejemplo.

El transporte en toda la ciudad está muy bien organizado y funciona de maravilla, con un ticket que puedes adquirir en diversos puntos de la ciudad puedes coger todo tipo de transporte público: metro, tranvía, el barco que cruza el lago, autobuses... Así que no hay excusa para ir a los sitios que he mencionado antes.

Con esto no quiero decir que el resto de la ciudad sea fea, ni mucho menos, la arquitectura del centro es impresionante, colosal me atrevería a decir: los edificios que se encuentran al borde del lago son muy elegantes y clásicos, manteniendo un estilo con un toque muy francés.

Todo el motivo de nuestra visita de cinco días a Ginebra era cantar, así que preparamos un concierto con un repertorio bastante amplio para interpretarlo en una iglesia del centro del casco antiguo. Menuda iglesia, menudo rosetón gótico... Que preciosidad. Esta iglesia a pesar de su reducido tamaño, inspiraba una paz y una tranquilidad única de las iglesias góticas. Si eres una persona que disfruta con el arte, esta ciudad es para ti.

La música une a la gente, y ese concierto fue la prueba de una perfecta fusión entre las culturas de dos países muy diferentes.

Por si fuera poco, tuvimos la suerte de compartir casa con los integrantes del coro Matices, por lo que pudimos ver las costumbres diarias de la gente de allí, y nuestro "corresponsal" nos llevó a ver una cosa, magnífica, espectacular y que me dejó con una muy buena sensación de mi último día en la que considero mi ciudad favorita: la bifurcación del Rio Arve y del Rio Rhona, dos rios que tienen propiedades completamente diferentes, purezas imposibles de comparar, y que cuando se unen siguen separados, creando dos rios que son sólo uno pero de dos colores, es algo único de ver.

El paseo a la orilla del río hasta llegar al punto de unión de bifurcación de ambos es muy hermoso, a lo largo del río hay varios espacios adaptados para el baño durante los meses más cálidos, hay mucho verde y se disfruta de un rato muy tranquilo, en el que ves mucha naturaleza y respiras un aire muy especial, los amantes de la fotografía, como yo misma, disfrutan mucho por este paraje.

Sólo puedo decir, que volvería mil veces a esa pequeña iglesia gótica a cantar una habanera, si eso pudiera hacerme volver a sentir todo lo que sentí aquellos cinco días del año 2013 en esta ciudad de en sueño.