Excursión a Ginebra: tenedor gigante, minas terrestres y jardines de ensueño.
¡Hola a todo el mundo!
Hoy volvemos a utilizar nuestra fantástica máquina del tiempo para viajar hacia el pasado. Hoy nos trasladamos hasta Suiza y en la entrada de hoy vamos a hablar de Ginebra (y no la bebida alcohólica, como a muchos les apetece). En el año 2012 mi profesora de francés decidió que “Genève” (Ginebra) era el destino perfecto ya que hace frontera con Francia y, por lo tanto, allí se habla francés. Así que en el post de hoy os voy a contar qué visité, mis impresiones… ¿volvería? ¡Empezamos!
Lo primero es que tuvimos la suerte de que hizo un tiempo estupendo los cinco días que estuvimos allí. Es una ciudad que gana mucho con un día claro y soleado. Además, la temperatura era perfecta, ni frío ni calor, se estaba bien.
Lo primero que vimos nada más llegar fue el “jet d’Eau” lo que se traduciría como “chorro de agua”. Yo ya había visto fotos en Internet y parecía que era lo más representativo de Ginebra. Es una fuente enorme, enoooorme. El mejor lugar para verla de cerca es paseando por el muelle, que se introduce hasta el lake. Cuando más avances por él, más te mojará el chorro, dependiendo de la dirección del viento, claro. Además, recuerdo que muchas veces se forma un pequeño arcoíris en las gotas que deja la fuente. ¿Qué os parece?
El Palacio de las Naciones Unidas. Uno de los edificios más importantes de Suiza y también de Europa. La entrada está decorada con las banderas de cada país de Europa, a cada lado, dejando en medio un “pasillo”. Entramos dentro y visitamos muchísimas salas, donde se celebran en estas unas ocho mil reuniones cada año. Cada sala, además de ser enorme, está decorada de forma diferente. Lo que más me llamó de una de ellas fue el techo. Aquí os dejo una foto para lo que veáis. Son como estalactitas de colores, ¿no?
Además de esto, las salas y los pasillos están decoradas con cuadros, pinturas, empapelados y grabados a relieve en la pared con frases en latín. De aquella no tenía ni idea de latín, así que me quedé como estaba. Cerca del Palacio se encuentra el Museo de Ariana. Su contenido se basa en obras de arte hechas con cerámica y con cristal.
Delante de la entrada principal del Palacio de Naciones Unidas, se encuentra esta silla enorme. Como se ve, tiene una pata rota, “Broken Chair”, en inglés. Esta silla rota es un símbolo que representa a todas esas personas que perdieron alguna de sus partes del cuerpo (generalmente las piernas) por las minas terrestres. Estas minas suelen utilizarse en las guerras para herir de gravedad, pero no para matar, ya que un herido con una amputación o una quemadura acarrea más problemas que una muerte. De esta forma, nos recuerda del peligro que suponen las minas antipersona, también conocidas así, para el ser humano.
Otro punto turístico es el conocido Muro de los Reformadores. Es una pared enorme, de piedra, con estatuas que representan a los personajes más destacados del movimiento reformista del siglo XVI. Otro punto de especial interés es la Catedral de Ginebra, sobre todo si eres fan de la arquitectura.
Recuerdo que el Muro de los Reformadores estaba cerca de unos jardines enormes, preciosos. Césped verde recién cortado donde nos sentamos a merendar. Todo estaba decorado con flores distintas y perfectamente ordenadas. Era un parque donde la naturaleza brillaba. También recuerdo un invernadero, pero más que un invernadero, podemos llamarle palacio. Era precioso y dentro tenía plantas muy exóticas, con colores vivos y diferentes, cualquiera se convierte en un experto en jardinería. Recuerdo que visitamos varios parques con jardines, todos eran diferentes pero todos tenían algo en común. Me acuerdo de uno, concretamente, que tenía un ajedrez gigante, muy Harry Potter. Las fichas eran enormes, pero no era un impedimento para que alguien echase una partida. Originalidad 100%. Ah, sí, también recuerdo una plaza con un reloj gigante, decorado con flores, que marcaba la hora. Aquí os dejo las fotos para que no tengáis que imaginaros nada de lo que os cuento. ¡Todas mías!
Por último, hablaros de la zona del tenedor gigante (¿en Ginebra todo es gigante? ) situado en medio del lago Lemán, enorme e ideal para pasear alrededor de él en bici. Tiene un color azul, protagonista en los días soleados, donde este tenedor de color metálico destaca también. A día de hoy todavía no sé qué representa, qué hace ahí… He buscado información, pero no encuentro nada. ¿Quizá es porque es una zona de restaurantes? No lo sé. Eso sí, es una zona para pasear, estar de relax y también con jardines, muy cuidados y con muchas flores que alegran la vista, un carrousel genial y puestos de helados para matar el gusanillo. Cerca de aquí, está el Alimentarium. Es un museo, que también visitamos, donde enseñan a ver la comida y la alimentación como algo divertido y llevadero. Hay salas con diferentes alimentos antiguos, conservas y así, puedes hacer un recorrido también histórico.
Ah, antes de que se me olvide, un transporte que se utiliza en Ginebra y que no estoy acostumbrada a ver es el tranvía. Mola.
¡Y esto es todo lo que os tengo que contar sobre Ginebra! Espero que os haya gustado tanto como a mí, igual que las fotos. ¿Algún comentario o sugerencia? Ya sabéis dónde dejarlos. Un abrazo, lectores, y ahora sí: hasta mañana.
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Comentarios (5 comentarios)
Fátima chamadoira hace 8 años
Yo me enamoré de Ginebra, (sin haber estado allí), leyendo "Bella del Señor", de Albert Cohen. Lo del tenedor es tan singular, que parece un montaje. El álbum de fotografías es precioso. Como dices, ¿estos ginebrinos tienen algún problema con los tamaños?
Fátima chamadoira hace 8 años
Por cierto, los chorretones de pintura de la cúpula, (fue de "ole"), se caían a pedazos.
Emilio Santome hace 8 años
Es precioso
Claudia Costas hace 8 años
Lo es, Emilio :)
NOUR FE hace 8 años
Es precioso,y me gustaría volver a visitarlo por segunda vez