Diario, día 2: llegada a Ginebra

Diario de viajes día 2

Hacía una mañana preciosa para despertarse en mi segundo día en Ginebra, el sol brillaba y me desperté súper emocionada por terminar de preparar mi mudanza. Sabía que iba a ser un día larguísimo así que me mentalicé para ello. Volvimos a la cafetería pequeñita cerca del hotel para desayunar como de costumbre y debo admitir que fue regular porque la camarera desapareció durante unos quince minutos y me quedé esperándola en la barra un poco confusa. Pero bueno, después del típico cafecito con un cruasán, mi madre y yo nos dirigimos a BLRU, la oficina de alojamiento en Augustins, para recoger las llaves y volver a Carouge con mis maletas súper tochas.

Dejamos las cosas en mi nueva habitación y ya estaba impaciente por empezar a recolocar y reorganizar las cosas, juro que es una de las cosas más divertidas de mudarse a algún sitio. En cualquier caso, ya que había llevado demasiadas cosas desde Reino Unido, tuvimos que volver al hotel para coger el resto. Nos paramos en Manor, unos grades almacenes en los que hay todo lo que podrías necesitar desde ropa, productos de belleza, productos del hogar hasta comida. Me puse a buscar todas las cosas que pudiera necesitar, como vasos, sartenes y cubiertos.

Sin saber cómo, el tiempo pasó volando y en Ginebra todos los restaurantes cierran a las dos del mediodía, ya había pasado esa hora así que acabamos comiendo a las cuatro de la tarde cuando volvimos a Carouge, en una cafetería llamada Hansée. Es una cafetería local muy cuqui que pone comida sana, sus trabajadores son muy amables y tienen una amplia gama de ensaladas, bagels y sopas.

Después de comer, mi madre y yo fuimos a IKEA para comprar lo que pudiera faltar. Era raro ir al IKEA en autobús ya que tanto en Reino Unido como en Italia, la tienda suele estar lejos de la ciudad. Para entonces ya eran las cinco y media de la tarde y teníamos que coger un vuelo a las nueve de la noche así que lo hicimos todo con mucha prisa. Fue una pena porque normalmente me paso horas en el IKEA imaginando cómo será mi futura casa, pero en esta ocasión cogimos algunas cosas importantes rápido, como mi precioso bonsái, que se llama Bob, y volvimos a Carouge para dejar las cosas. Para entonces, se me caían los brazos a pedazos.

A los pocos minutos, volvimos al autobús por enésima vez y fuimos al aeropuerto. Me iba de Ginebra con un 80 % de cosas tachadas de mi lista y con el corazón contento. Me enamoré de esta increíble ciudad a primera vista y estaba súper emocionada por mudarme el 15 de septiembre, independientemente de los gastos.

Qué hubiera cambiado :

Como has podido leer, mi segundo “día de mudanza” fue completamente frenético e innecesario, así que de nuevo, te recomiendo que planifiques tus días. Si tienes dos días como yo, quizá es mejor que hagas todas las cosas necesarias el primer día y que explores la ciudad el segundo, así no vas con tanta prisa.

En segundo lugar, ¡no vayas y vuelvas en transporte público como una lunática como hice yo! Haz todo lo que necesites hacer en el centro primero y después cógelo todo y vuelve (en Uber si tienes demasiadas cosas) al alojamiento. Te ahorras mucho esfuerzo y te mantiene cuerdo mentalmente porque yo cuando acabé de hacerlo todo estaba exhausta.

Foto 1: El Jet d'Eau de Ginebra. Era un día tan bonito que el cielo se amalgamaba con el agua, fue increíble.

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Foto 2: Las vistas desde mi apartamento. Todavía a día de hoy, me fascinan las fantásticas vistas del Mont Salève.

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Foto 3: Carouge Marché. El barrio italiano está lleno de cafeterías y boutiques.

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Foto 4: Pastelería en Carouge. Que no te engañen, la tartaleta valía 4 CHF, pero debo admitir que estaba riquísima.

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Foto 5: Carouge. El barrio italiano con el tiempo revuelto.

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