Ruta del cares
Nunca caminé una ruta que fuera tan difícil, de tantos lugares que había recorrido o montañas que había subido, nunca hice un trekking como este en mi vida, un grupo de amigos había escuchado antes del recorrido de la ruta del Cares pero creo que ninguno de nosotros teníamos realmente una idea de que se trataba. La ruta es una ruta larga, así que se necesita comenzar antes de las doce, de preferencia poco antes de que salga el sol. Era octubre, por lo que el sol estaba bajando temprano, fuimos dos amigos más, Rexie su perro y yo, lo han tenido desde pequeño y es como si fuera su hijo, lo llevan a todos lados y supongo que no les pareció muy descabellado el llevarlo a la ruta, claramente yo opinaba lo contrario.
Ahí está Rexie, animado por la aventura.
Empacamos nuestras cosas y preparamos unos cuantos snacks para el camino, la ruta no es muy larga (como de unos diez kilómetros) pero es un camino pesado y son unos cuantos, de subida, rexie no estaba teniendo problemas para recorrerlos, pero sus amos al parecer sí, doblamos las horas que teníamos que hacer por la falta de condición diría yo, aparentemente necesitábamos comenzar la ruta un día antes para llegar a la meta con tiempo Increíble.
Los primeros tres kilómetros fueron de subida, pero son de esas subidas que por alguna extraña razón te cansan de una manera impresionante, sentíamos que no estábamos caminando sino quizá escalando, inclusive el pobre perro estaba teniendo algunas dificultades para tomarlo de la mejor forma, sin embargo, en cuanto la pendiente de la ruta empezó a estabilizarse un ligero alivio se veía en el rostro de todos nosotros, continuamos un poco más, pero al voltear a ver a mi amiga parecía que hubiera acabado de correr un maratón, tenía la lengua más afuera que la de Rexie, sudaba a chorros y parecía que estaba más pálida que un papel, por lo que optamos por tomar un descanso sobra unas rocas en el camino, recuperar el aire y tomarnos el tiempo para poder continuar, después de los diez minutos, repentinamente una cabra aparece de la nada, era impresionante la tranquilidad que tenía de vernos (supongo que ya han de estar acostumbradas de las personas o inclusive las han de alimentar) que saqué la cámara para tomar la mayor cantidad de fotografías posibles, no sabía si en alguna ocasión volvería a ese lugar.
La famosa cabra, cabrita decidimos llamarla, no teníamos la suficiente energía para pensar en un mejor nombre, no nos juzguen.
Después de los ocho kilómetros me terminé mi agua, en ese momento me empezó a jugar una mala pasada mi cabeza, porque al saber que no tenía agua más sed comenzaba a darme, y con tantos ríos y agua por los alrededores comencé a considerar la alternativa de rellenar mi termo en algún lado, si Rexie tomaba agua sin problemas, quizá no pudiera ser tan dañino.
El agua burlándose de mi a la distancia.
Lo más loco de todo esto fue que las rocas tenían números, pero no solo los números, sino te estaban diciendo cuántos pasos todavía tenías que hacer, pero era un arma de doble filo porque estaba yendo bastante lento viéndolas.
En una parte pasamos dos puentes y un pequeño camino que estaba hecho de "vidrio", entonces puedes mirar hacia abajo, genial para nosotros, no tan bueno para Rex, él estaba actuando como un cangrejo borracho, pisando el puente como si fuera a caerse, pobre perro le costó demasiado cruzarlo.
Finalmente llegamos a la meta, y después de toda la caminata que tuvimos sacamos el almuerzo para celebrar, cada bocado de la comida me sabía a gloria, el cansancio se notaba en todos, menos en Rexie que tras haber comido su respectiva parte de almuerzo comenzaba a dar vueltas y divagar por la zona como un perro hiperactivo.
Después de nuestro desayuno de poder, necesitábamos irnos de nuevo, caminar por la misma ruta de regreso al auto, por ventaja ahora la ruta era menos pesada y lo que solía ser de subida se convirtió en bajada, el almuerzo nos dio muchas energías y parecía que íbamos volando de regreso, aprovechamos para tomar varias fotos de las vistas y ya por llegar al auto apreciar el atardecer, ya en el viaje en el auto nos pusimos a platicar nuestra experiencia y nos dimos cuenta que quizá la ruta no era tan complicada, únicamente nos sirvió para darnos a la idea toda la condición que habíamos perdido en los últimos meses.
La ruta me gustó mucho, en especial por la visita de la cabra y las vistas increíbles.
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