VIAJE A ALEMANIA – DÍA 1: Tiradas en medio de la autopista

Durante mi Erasmus no pude hacer muchos amigos porque en mi destino no había muchos estudiantes extranjeros. Es por ello que al final me acabé haciendo muy amiga de las únicas dos chicas extranjeras que iban conmigo a las clases. Una de ellas era de Corea del Sur, y aunque tenía unas costumbres muy diferentes a las nuestras, siempre estaba de buen humor y siempre se apuntaba a todos los viajes. La otra chica era alemana y había traído a su hija con ella, por lo que no podía hacer muchos planes y no pudo venir con nosotras a las excursiones organizadas por la universidad.

La alemana venía de Witten, una ciudad no muy lejos de Dunkerque, por lo que durante su Erasmus vino con su coche a la ciudad y cuando lo necesitaba hacía el trayecto ella sola con su hija para volver a su casa. Es por ello que nos invitó a mí y a la coreana para pasar un fin de semana con ella en su ciudad.

Nuestro plan era salir un jueves por la tarde después de la clase de francés que teníamos todas juntas para llegar a Witten por la noche. Allí, iríamos al apartamento que habíamos alquilado yo y la coreana por Airbnb, y el resto de días visitaríamos la ciudad y otras ciudades próximas a las que nos llevaría nuestra amiga.

Con esta entrada empiezo una serie de posts en los que relataré este viaje y describiré las diferentes ciudades que visitamos, describiendo en cada entrada cada día y cada sitio.

Día 1

Empecé el día como un día normal: por la mañana fui a la universidad a primera hora para asistir a la única clase que tenía y cuando la terminé volví a casa para comer. Después de comer acabé de preparar la mochila que llevaría al viaje. Por la tarde, me dirigí de nuevo a la universidad donde teníamos la clase de francés para Erasmus y donde nos encontraríamos para salir juntas.

Después de acabar la clase, las cuatro (yo, la coreana, la alemana y su hija), nos montamos en el coche y empezamos nuestro viaje, que duraría más o menos cuatro horas. El camino en coche empezó bien. Como iba en la parte trasera con la niña, estuve entretenida con ella ya que me estaba enseñando palabras en alemán.

Tras una hora y media de viaje en coche, la alemana nos dijo que el coche empezaba a hacer ruidos extraños. Nos empezamos a preocupar porque en ese momento estábamos en la autopista, pero teníamos que continuar porque no podíamos parar, y menos en medio de la autopista. Un rato después, nos dijo que algo no funcionaba bien, y que si parábamos, ya no podríamos volver a encender el coche. Por lo tanto, siguió conduciendo para buscar un sitio donde dejar el coche. Por suerte, encontramos un arcén bastante grande y paramos en él.

Mi amiga apagó el coche y lo volvió a encender, pero no encendía. Nuestra situación en ese momento era de película de terror. Era noche cerrada y estábamos en una autopista encerradas en un coche que no encendía las luces y con una niña pequeña. Y por si no fuera poco, afuera estaba nevando.

Mi amiga llamó a su seguro antes que nada para comentarles el problema que había tenido y le dijeron que una grúa vendría a buscarnos. Como hacía poco que me había sacado el teórico del carné de conducir, tenía algunos conocimientos de qué hacer en ese caso y les comenté a mis amigas que lo mejor era poner los triángulos de señalización, ya que nos era imposible poner las luces de emergencia. Como mi puerta daba a la autopista, tuvo que salir la coreana, que estaba en el asiento del copiloto, para intentar poner los triángulos que estaban en el maletero. Fue incapaz, ya que estaba nevando y el maletero era imposible de abrir. En ese momento empezamos a tener bastante miedo de lo que pudiese pasar.

Estuvimos más de una hora esperando a la grúa, pasando mucho miedo porque los coches que pasaban a nuestro lado a gran velocidad hacían que tuviéramos la sensación de que nuestro coche se movía. Cuando la grúa llegó, nos subimos a ella y nos llevó al taller más cercano.

En el taller pasamos casi dos horas. Por suerte, había un gato y la niña estuvo entretenida, pero la espera se hizo interminable. Finalmente, el mecánico nos dijo que no podrían arreglar el coche de momento, por lo que tendríamos que pasar la noche cerca de donde estábamos. Mi amiga llamó a la compañía de su seguro para comentárselo y le dijeron que la única solución por el momento era llamar a un taxi para que nos acercara a un hotel para pasar la noche, y que le reembolsaría el dinero más tarde. Además, al siguiente día tendríamos que llegar por nuestra cuenta a nuestro destino.

El hombre del taxi hablaba neerlandés pero no francés, como las personas con las que ya habíamos estado. Por suerte, mi amiga alemana se entendía bien con él porque decía que el alemán se parecía bastante. Al haberle llamado la compañía del seguro, el conductor ya había sido informado de donde pasaríamos la noche. Sin embargo, cuando empezamos a ver que se estaba alejando mucho de la ciudad más cercana, Gante, le pedimos que nos llevara mejor a la ciudad y que nos buscara un hotel, ya que iba a ser lo más sencillo para poder irnos al día siguiente.

Finalmente, encontramos un hotel que tenía habitaciones libres a las afueras de la ciudad. Después de haberle pagado al taxista, entramos lo más rápido posible ya que estábamos muy cansadas y era sobre la una de la mañana.

La recepcionista fue muy amable con nosotras. Nos habló en neerlandés, pero al ver que hablábamos francés, nos respondió sin problema en la lengua que conocíamos. Nos dieron una habitación bastante grande con tres camas, un baño y una cocina. Como no habíamos podido comer desde la hora de la comida, tuvimos que pedir aceite de freír en recepción e hicimos las salchichas que mi amiga llevaba para sus padres para que pudiésemos cenar.

Después de cenar y antes de dormir, planeamos el trayecto que haríamos al día siguiente para llegar a Witten. El plan era ir a la estación de Gante y allí coger un tren a Bruselas. Cuando llegásemos a Bruselas, cogeríamos un Flixbus hasta Bochum y allí nos vendría a buscar la hermana de la alemana para acercarnos hasta su ciudad. Por lo tanto, compramos los cuatro billetes de Flixbus para ir de Bruselas a Bochum, ya que los billetes de tren los cogeríamos en la estación.

Después del día tan horrible que tuvimos, nos dormimos rápido. Al día siguiente nos tendríamos que despertar temprano para empezar de nuevo nuestro viaje a Alemania.

Y así es como se acaba este primer día de nuestro viaje. En la próxima entrada os relataré el segundo día de nuestro viaje.

¡Hasta la próxima!

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