Bélgica: Gante 2

Publicado por flag-es Yaiza Martinez Cano — hace 5 años

Blog: Fuera de Italia
Etiquetas: flag-be Blog Erasmus Gante, Gante, Bélgica

Nos dirigimos entonces hacia el río Lys, más concretamente hacia el Muelle de las Hierbas y los Granos, y visualizamos el curso del mismo desde el puente Sint Michel. Podemos ver desde allí. Al lado izquierdo, la zona donde atracaban los barcos que llegaban hasta aquí, es decir, el muelle, y al lado derecho, una serie de edificios muy singulares en los cuales se mantiene intacta la fachada. Entre ellos, algunas casas gremiales y otro edificio que me llamó mucho la atención. Y es que la fachada se encontraba torcida, es decir, imaginamos una casa dibujada de frente con sus tres lados formando un cuadrado en la base y el techo en pico formando un triángulo, pues el pico del mismo se encontraba unos centímetros más avanzado que la parte de abajo, como si se estuviese cayendo hacia adelante. Y no, no era una simple casualidad, ¡estaba hecho a posta! Y es que aquello resultó ser el almacén de trigo, un edificio que, al encontrarse cerca del río, tendía a ser un lugar húmedo, y por este motivo, cuanto más alejado estuviese de estas condiciones, antes se secaba y menos probabilidad había de que se echase a perder. Así, pensando en colocar el grano en la parte de arriba del edificio, se construyó de esta forma, para así poder tirar una cuerda desde arriba y subir sin mayor dificultad y mediante un sistema de poleas la cantidad de grano que necesitaban.

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Otro de los edificios, esta vez a la izquierda, contiene en su fachada dos cisnes dándose la espalda, algo que en principio no llama mucho la atención pero sin embargo, sorprende cuando te cuentan que ese símbolo, que por cierto también lo habíamos visto en Brujas, era señal de que allí se ejercía la prostitución. Y esque si le das la vuelta a ambos, de forma que se encuentran mirándose, se forma en sus cuellos, un corazón.

Bélgica: Gante 2

Siguiendo con la ruta pasamos entonces al mercado de la carne, lugar donde no solo se vendía este producto sino que también se comprobaba su calidad antes de la venta. Hoy en día es uno de los lugares donde podemos degustar parte de las comidas más típicas de gante, entre ellas, la mostaza. Por otro lado, anexo a este edificio, se encuentra lo que hoy es un pequeño bar, pero que en el medioevo era parte de una prisión de castigo donde al prisionero se le ataba de una de las orejas a las paredes del lugar, de forma que sólo tenía que tirar para soltarse, dejando así la oreja atrás. De esta forma podía ser libre, dejaría de estar juzgado por el gobierno, pero no se libraría de su castigo pues ahora pasaría a ser juzgado y humillado por el pueblo.

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Visitamos ahora el Cañón Dulle Griet, un gigante rojo que pudo serlo todo pero se quedó en nada. Contaban que lo construyeron los habitantes de este lugar para defenderse de los ataques de los españoles, sin embargo cuando fueron a utilizarlo, el cañón era tan pesado para trasportarlo, y tan grande era la fuerza que se necesitaba para mover la bola de cañón que se depositó en él, que esta, al salir por la boca del mismo, no llegó a desplazarse ni siquiera unos centímetros. Un desastre absoluto en un arma de guerra.

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Ya casi terminando la visita seguimos hasta la Plaza del Viernes (Vrijdagmarkt) y finalmente al Castillo de los Condes (Gravensteen). Este último lugar, utilizado inicialmente como residencia de los Condes de Flandes, y posteriormente con fines carcelarios, fue el lugar que nosotras elegimos para visitar más a fondo. De este modo, una vez que nuestro guía acabó su visita, entramos. Costaba alrededor de 10 euros y con la entrada puedes pasar a todas aquellas salas visitables donde se muestran objetos de tortura, decoraciones de época, armas antiguas que van desde lanzas a pistolas o escopetas decoradas con marfil, las celdas, el patio (que por cierto era precioso) y las torres de vigilancia, que me parecieron una de las partes más bonitas ya que aunque no se encuentran a mucha altura sobre Gante, las vistas desde aquí eran estupendas, aunque el frío nos hizo apresurarnos en la visita de este lugar tan especial. Yo recomiendo mucho la visita pues un castillo medieval tan bien conservado como este no se encuentra todos los días.

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Por fin llegó la hora de comer, y cómo no, volvimos a preguntar a nuestro guía por las sopas. En esta ocasión nos mandó a un sitio donde las expectativas superaron a la realidad. Un plato de sopa costaba unos 6 o 7 euros y era como el doble de lo que habíamos comido el día anterior en Brujas. Estaba impresionante y el local era más grande, por lo que tuvimos que esperar menos hasta encontrar una mesa donde poder acomodarnos. Comimos, descansamos y posteriormente fuimos a dar una última vuelta por la ciudad antes de partir de nuevo a Bruselas.

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¡Ah! Se me olvidaba, no nos fuimos sin antes probar uno de los dulces más típicos de este sitio (y obviamente un gofre). Se llamaban ‘cuberdón’, y los vimos en dos puestos callejeros donde, además, en el tour nos comentaron que tenían entre ellos una eterna rivalidad. Yo seguramente no sabría decir cuál de los dos es mejor o peor, porque realmente gustarme, lo que se dice gustarme… no me gustaron ninguno ya que aunque el sabor era bueno, la dulzura era excesiva. Pero bueno, para gustos colores. Estos dulces son unos pequeños conos de diferentes sabores y colores, de los cuales los originales están hechos de frambuesa. Se hacen básicamente con mucha azúcar y dicen que la receta original procede del fallo de un farmacéutico durante el intento de producir una nueva forma de suministración de fármacos, este, creyendo errónea la muestra, la dejó de lado y la desatendió, viendo días después que el sirope que había creado como una especie de gelatina se había solidificado por fuera, mientras que por dentro seguía teniendo la misma textura blandita. Así es como hoy en día se presentan estos pequeños conos, aunque los artesanos que las hacen no desvelan jamás como se realizan estas chucherías. 

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