Tres pueblitos de la Costa Azul que deberías visitar
Tres pueblitos de la Costa Azul que deberías visitar
¡Hola a todo el mundo! Hoy cambiamos de país y nos metemos de lleno con Francia, concretamente en la Costa Azul, donde tuve el placer de estar cuatro meses mientras estudiaba con la beca Erasmus+ en la universidad de Aix-Marseille. Mientras estuve de Erasmus, como ya os conté en ocasiones anteriores, visité varios pueblitos de esta zona tan bella y hoy os quiero hablar de tres: Cassis, Martigues y La Ciotat. Estoy segura que no habíais oído hablar de todos ellos, así que hoy vais a descubrir lugares no tan turísticos localizados en la bella Costa Azul. ¡Empezamos!
Cassis
Cassis es un pequeño pueblo en el que apenas viven 8000 personas. En verano se llena de turistas que toman el sol y se bañan en el caliente Mediterráneo y en invierno, queda completamente vacío. Aquí se encuentra la famosa “ruta de Les Calanques”, de la que ya os hablé en una entrada anterior. Se trata una ruta que pasa por diferentes calas de ensueño, de agua limpia y cristalina, que también tuve el placer de recorrer. Pero esto está situado en las afueras de Cassis, donde apenas hay mucha gente porque llegar requiere su esfuerzo.
Por eso, hoy os quiero hablar, en parte, del “centro ciudad” de este pueblito francés. Por lo tanto, algo que destaca del centro de Cassis son sus pequeñas casitas que rodean el puerto, todas parecidas pero diferentes a la vez, con tonos pastel que dan una gama cromática bastante homogénea. En la parte más baja de los edificios, pude ver cómo se vendía fresquísimo pescado y marisco o directamente lo servían en sus restaurantes, donde lucían el menú del día escrito con tiza en sus pizarras. Como os podéis imaginar, la cultura de la pesca es muy fuerte y por eso mismo pude ver a primera hora de la mañana a pescadores que salían al mar en sus embarcaciones. Algo obligatorio en Cassis: perderse y callejear por sus callejones que se entrecruzan. Os encontraréis pequeñas tiendas de ropa, (algunas carísimas), heladerías y tiendas de souvenires también. Desde luego, Cassis tiene una atmósfera auténtica.
En cuanto a las afueras de Cassis, se encuentran sus viñedos, campos llenos de colores verdes, que sin duda son la pura representación de la Provenza francesa. Tuve el placer de ver todo esto desde el autobús que me llevó desde la estación al centro del pueblo.
Algo que me parece curioso comentar es que la famosa escritora Virginia Woolf estuvo viviendo aquí unas semanas y quedó tan maravillada por sus encantos que así incluyó a este pueblo en varios de sus escritos. Pero Cassis no solo ha atraído a esta escritora británica, sino que también Frédéric Mistral, escritor francés que nació en La Provenza y Premio Nobel de Literatura, quedó maravillado tras visitar este pueblito en la Costa Azul. De hecho, una de sus frases famosas es la siguiente: “Quien ha visto París, pero no ha visto Cassis, se puede decir que no ha visto nada”. Con esta frase simplemente se demuestra que este pueblo tiene un encanto particular, que ni la mismísima ciudad del amor y capital francesa puede superar o eclipsar.
Además del centro, hoy os quiero enseñar algunas playas y miradores que no os podéis perder.
Plage du Bestouan
Esta fue una de las primeras playas cuya agua me impresionó muchísimo. Era primera hora de la mañana, septiembre y no había nadie en apenas los 100 metros que forman la Plage du Bestouan. El color azul del agua invitaba a un buen chapuzón mañanero. Debéis saber que por lo general, estas playas no son de arena, sino que las conforman pequeñas piedras así que unos buenos escarpines no os vendrán mal. Esta playa me encantó y tenía una zona preciosa donde había un paseo de piedra natural con una valla metálica y una escalera para acceder al mar. Enfrente, esta casita de color blanco que debe de valer millones, pues despertarse aquí en pleno verano con la luz del día tiene que ser casi impagable. Aquí os dejo mi foto.
Playa de Port-Pin
Es otra playa que se encuentra un poco más alejada, ya de lleno en las afueras del pueblo. Es muy pequeña pero acogedora a la vez y es preciosa porque está rodeada de naturaleza, no hay ni edificios ni ruidos ni asfalto. Es una de las playas con el acceso más fácil, así que cuando nosotras fuimos, a pesar de ser temporada baja, estaba bastante frecuentada. Había gente que había llegado allí con su kayak. La verdad es que tiene que ser genial dar un largo paseo en kayak por toda la Costa Azul. Aquí os dejo las fotos para valoréis vosotras/os mismas/os.
Le Cap Canaille
Por último, este pequeño cabo situado en un extremo de Cassis, vale la pena simplemente por las increíbles vistas que se obtienen tras subir a su cima. Destaca por su gran acantilado, ya que mide casi 400 metros, que se dice pronto. Es bastante famoso, de hecho, nuestra universidad organizaba excursiones a Cassis y Le Cap Canaille era uno de los puntos más interesantes. Desde aquí, la puesta de sol es como estar en un sueño. Justamente, este cabo está situado entre Cassis y el siguiente pueblo del que quiero hablaros: La Ciotat.
La Ciotat
Pude visitar este pueblito de La Ciotat en invierno, y claro que aunque en verano hubiese sido mucho mejor, estar aquí sin gente fue todo un alivio. A pesar de que las comparaciones son odiosas, tengo que decir que La Ciotat no tiene nada que envidiarle a Cassis, pero aun así, si tenéis tiempo, hay ciertas zonas y puntos que valen la pena visitar.
Como Cassis, la cultura de la pesca tiene una fuerza brutal en este pueblito marinero. También pudimos ver pequeñas embarcaciones en su puerto, donde justo enfrente se encontraban los restaurantes donde el marisco es el ingrediente estrella en todos sus platos. Así, ambos pueblos siguen el mismo esquema. Es cierto que en La Ciotat pudimos ver embarcaciones muchísimos más grandes, donde los remos pasaron a ser sustituidos por los potentes motores.
Después de recorrer el pueblito, sus estrechas calles y ojear sus tienditas, decidimos adentrarnos en la naturaleza de este pueblo. Aquí os dejo unas fotos del centro de la ciudad, donde nos tomamos un buen café al final del día en una de sus cafeterías. Si os fijáis, estábamos muy cerca de la Navidad, pues los portales de las casitas ya estaban decorados con motivos navideños y frases que nos deseaban unas felices fiestas.
Cap de l'Aigle
Visitamos Cap de l'Aigle. Como podéis ver, la forma de estas rocas es muy singular. Se trata de rocas sedimentarias. Me recuerda al momento en el que en la playa, los niños y niñas rompen los bordes de la arena con el pie y cuando la arena se cae al agua, queda esta forma perfectamente perfilada. Lo cierto es que toda esta zona está llena de estas formaciones de rocas tan peculiares. Una de las primeras playas que visitamos se llamaba Plage de Cap de l'Aigle, que estaba desierta, pero estoy segura de que en verano tiene que ser genial poder bañarte en este paisaje tan original.
Todo el sendero por el que caminamos durante aproximadamente 30 minutos nos iba dejando paisajes como los siguientes, donde cada vez estas rocas adquirían formas más raras. Algunas parecían que estaban a punto de romperse y desplomarse contra el mar. Fue aquí donde pudimos ver a gente practicar kayak en pleno invierno. Si os fijáis, el día estaba bastante nublado pero hay algunos puntos en los que el agua puede verse azul turquesa, limpia y clara.
Calanque de Figuerolles
Después, fuimos a una de las calas más bonitas de esta ciudad. Se llama Calanque de Figuerolles y es preciosa cuando le da el sol. El color del agua es simplemente perfecto y todo el entorno que la rodea es súper salvaje. Fijaos en la forma tan rara que toma la roca al final, en el pico de esa pequeña montaña.
Justo al principio de la playa, por donde se accede a través de las escaleras, había un chiringuito del que colgaba un cartel “FERMÉ”. En verano, tiene que ser genial poder tomarse algo aquí, rodeada de árboles y naturaleza. Pudimos ver que en este chiringuito también había una parte destinada al alojamiento, pero como es lógico, nadie quería hacer uso de ella a estas alturas del año.
En fin, estuvimos aquí toda la tarde y cuando se asomaba el sol, la temperatura era perfecta e incluso nos pudimos poner en manga corta.
Parque de Mugel
También vimos el Parque de Mugel, donde se encuentra un jardín botánico con diferentes plantas y árboles. Está situado muy cerca de las playas así que no tiene pérdida. Realmente todo se encuentra en una línea prácticamente recta. También recomiendo su visita si tenéis tiempo.
En definitiva, La Ciotat me gustó mucho pues pasamos un día diferente en pleno invierno, y disfrutamos del sol y del sonido del mar, además de unos paisajes muy curiosos como habéis podido ver. ¡Vamos con el último pueblito!
Martigues
Por último, Martigues es uno de los pueblitos que visitamos en un día algo lluvioso y gris, pero allá donde va un grupo de estudiantes Erasmus, se encarga de dar alegría y color a ese lugar. Martigues se trata de otro pueblito de pescadores y si me lo permitís, algunas de sus calles recordaban a Venecia pues estaban repletas de pequeñas embarcaciones situadas al lado de casitas de diferentes colores de tonos pasteles. La ciudad estaba dividida en dos por un río, y tenía diferentes puentes, bastante curiosos. Aquí os dejo las fotos que sacamos ese día.
Justo después de sacarlas, empezó a llover así que decidimos ir a una cafetería y tomarnos una buena crepe con nutella. Riquísima. Nos fuimos pronto porque la línea de buses que pasaba por allí era bastante escasa. En definitiva, visitar Martigues fue un plan bastante random pero siempre me gusta visitar lugares que no son tan turísticos. Si tenéis tiempo, lo recomiendo.
¡Y hasta aquí el post de hoy! Me apetecía enseñaros estos tres pueblitos de la Costa Azul y para que veáis que esta zona de Francia no solo tiene lugares lujosos como Mónaco o Niza. De hecho, yo, que he visitado ambos, me quedo sin duda con Cassis, antes con cualquier gran puerto repleto de yates y calles llenas de Ferraris. Llamadme loca. En fin, ya me despido, espero que os haya gustado esta entrada y nos vemos en el siguiente post con más contenido. Muchas gracias por leerme. Un saludo.
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Comentarios (4 comentarios)
Fátima chamadoira hace 5 años
¡Hay que ver qué bien suena el francés! ¡Cassis! ¡Da ganas de repetirlo mil veces! Tienes razón cuando hablas del parecido con Venecia, o así parece en la fotografía. Enhorabuena.
Claudia Costas hace 5 años
¡Me alegra que te guste! Un abrazo.
José Ramón Iraola hace 5 años
Siempre aprende uno algo: no conocía la frase del escritor Mistral.¡Vive la France! Felicidades por tan detallado periplo.
Lucía Otero Medraño hace 5 años
¡Quiero volver a Cassis! Sin duda uno de los pueblos más bonitos en los que he estado.