Mont Saint Michel

Por la noche en Saint Malo

La noche en el hotel se presentaba bastante aburrida, así que entre otros cinco compañeros de clase y yo, pagamos un par de taxis para ir a la zona intramuros de Saint Malo a tomar algo por los bares. Andando desde el hotel había un largo camino y además había que ir por una carretera muy transitada, por lo que coger el taxi fue lo mejor que pudimos hacer. Cuando llegamos, en taxista nos dejó en la misma entrada donde por la tarde nos había recogido el autobús. Una vez por la ciudad, fuimos a una zona por donde habíamos pasado por la tarde, un par de calles con bares a ambos lados. En el primer bar en el que entramos no había demasiada gente, pero el segundo estaba lleno. No recuerdo el nombre de los bares, pero si que recuerdo que eran algo así como un pub irlandés, algo más hippie. Más tarde nos acercamos a una discoteca donde, por la hora (era demasiado pronto), no había mucha gente, así que nos quedamos con uno de los reservados que había durante algo más de una hora. Después de estar un rato más por allí, llamamos al taxi y volvimos a nuestro querido hotel a las afueras de Saint Malo.

El día siguiente iba a ser más duro. A primera hora, cogimos el autobús en la puerta del hotel y nos llevó hasta el otro punto de nuestro viaje por el norte, el Mont Saint Michel. Se trata de una ciudad medieval, donde ahora viven poco más que las personas que regentan los numerosos hoteles y los numerosos restaurantes que hay allí.

El Mont Saint Michel

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Es un lugar precioso, muy pequeño, pero muy bonito. Está bordeado por la desembocadura del río Couesnon y al estar al lado del mar, cuando sube mucho la marea, se crea una isla inaccesible más que con una barca. En sus inicios en el siglo X, era una pequeña abadía en honor al Arcange San Miguel (Saint Michel), pero que poco a poco fue creciendo en popularidad, se fue ampliando y acabó por ser un lugar de peregrinaje para todos los franceses, algo así como un Santiago de Compostela para los españoles. Antes de todo esto, ya había sido durante muchos años un lugar de culto para los pueblos galos del norte de Francia, por lo que lo enigmático y religiosos de aquel pequeño pueblo vienen de lejos. Esta vez no teníamos guía y como no había nada más que folletos para entender todo aquello, me acoplé a un grupo de franceses que sí que llevaba guía. Hicimos un recorrido por toda la abadía y por las calles de todo el pueblo.

¿Bretaña o Normandía?

Las empinadas cuestas, estaban llenas de tiendas y restaurantes a todos los lados y en la mayoría de esas tiendas había banderas bretonas y normandas, y fue aquí donde no tuve otra opción que preguntar a mis compañeros franceses el por qué de tanta indecisión con las banderas. El “pique” al parecer viene porque no se ponen de acuerdo estas dos regiones sobre cual es la frontera y por lo tanto no se ponen de acuerdo sobre a qué región de las dos pertenece el Mont Saint Michel. Y parece una bobada, pero es uno de los principales puntos turísticos de toda la zona. Según mis compañeros, bretones ellos en su mayoría, en la actualidad el Mont Saint Michel pertenece a la Normandie, algo que todos podéis comprobar si os metéis en el Google Maps y lo buscáis. Pero históricamente había sido un lugar de culto para los duques de Bretaña y había pertenecido a la región de Bretagne hasta hace “relativamente poco”. Otra explicación que le veo yo a las banderas es que al haber dos diferentes, el turista opte por comprar las dos en vez de una, así que los comerciantes ponen las dos y así se dejan de problemas.

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Por dentro de la había, se podía ver que todo aquello tenía ya muchos años. Y aunque estaba muy bien conservada, no tenía nada de decoración, simplemente las paredes grises estaban desnudas. Por dentro de la propia abadía y al tratarse de un recorrido cerrado, también se pasaba por un par de tiendas de souvenirs, donde lo medieval predominaba.

Menú Bretón / Normando

Para comer nos acercamos a un restaurante donde los organizadores habían reservado ya con antelación y nos pusieron platos típicos de la Bretaña y Normandía, así como sidra para todos. Nos pusieron una cazuela gigante para cada cuatro personas en medio de la mesa, donde había almejas guisadas con verduras y una salsa que sabía a algo así como leche con limón. Otra de las cosas que nos pusieron fue un guiso de carne con verduras y otros pidieron un pescado que no recuerdo como se llamaba, pero que tenía muy buena pinta. De postre nos pusieron una especie de cuajada con canela y oblea. Todo aquello ya lo habíamos pagado al entrar en el precio del viaje pero lo cierto es que la comida fue un poco escasa. En el mismo restaurante, una pareja de jubilados de Navarra que no sabían que pedir para comer, me oyeron hablar en español con el chico peruano que vino al viaje y me llamaron nada más les llevaron la carta para que hiciera de improvisado traductor.

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Cuando acabamos de comer, volvimos a salir por las calles del pueblo y tuvimos un par de hora para hacer compras y subir a las torres más altas de la abadía, desde donde las vistas eran espectaculares, aunque el día estaba lluvioso y bastante oscuro. Como la mayoría de los estudiantes con los que fuimos eran chinos, tengo una carpeta con algo más de doscientas fotos, tomadas durante todo el día en el Mont Saint Michel. Antes de que se hiciera de noche, salimos ya de la edificación y cogimos el autobús para volver ya a Saint Nazaire. Como se puso a llover mientras íbamos de camino al aparcamiento donde nos esperaba el conductor, acabamos todos empapados, y después de las más de dos horas de viaje hasta llegar a la residencia, lo primero que hice nada más llegar, fue meterme en la ducha y estarme una hora bajo el agua, para después naturalmente, cenar y ponerme a dormir todo lo que no había dormido esos dos días.

Conclusiones del viaje

En general el viaje estuvo muy bien y aunque fueron solo dos días, se cumplió el cometido de este, conocer un poco más Francia. En cuanto a Saint Malo, la ciudad es muy bonita y tiene mucho que ver, y el Mont Saint Michel es más pequeño y en una tarde se puede ver a la perfección. Lo ideal en mi opinión, sería visitar Saint Malo por la mañana y el Mont Saint Michel por la tarde, así que la noche os la podéis ahorrar. Y eso sí, si tenéis coche propio y estáis por esa zona, lo mejor es que lo utilicéis, ya que las conexiones en tren y bus, sobre todo con el Mont Saint Michel, soy bastante malas y caras.


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