Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 6

Jueves 11 de agosto de 2016- Día 10

Me levanté a las 10:00 y fui a darme una ducha a los baños del puerto. El plan de hoy empieza con un paseo por Gruissan después de desayu... bueno, tomar el té. Estuvimos caminando toda la mañana, pero estaba distraído con la belleza del pueblo y de su torre Barberousse. Hacía mucho viento, se había levantado la tramontana. Aquí va por ciclos de tres días y el viento sopla muy fuerte (#Matuidi). ¡Es genial! Tuve la oportunidad de marcarme un "me gustan los paisajes". Al fondo se veían las salinas rosas. ¡Había que ir a verlas! Y ahí que fuimos, andando como siempre. El paisaje era precioso para hacer fotos. Cuando le pregunté que por qué las salinas de Gruissan eran rosas me respondió corrigiéndome la pronunciación de rosa, imitando el acento local. Pero no lo sabía, mierda. Se lo preguntaría por la tarde a Alain.

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 6

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 6

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 6

Fuimos a tomarnos un té en una terraza que había en lo alto, sobre todo para calmar el hambre de perros que tenía. Al acabar nos fuimos hasta la oficina de turismo para poder ver qué rutas podíamos hacer por allí. No hubo suerte, no podíamos hacer casi ninguna por el riesgo de incendios. Pero al final sí que pudimos hacer la ruta que llevaba hasta el estanque. No tiene nada que ver, pero me enteré de que Pierre Richard pasa mucho tiempo allí y de que hace vino. Chulísimo. Nos fuimos a cambiarnos rápidamente al velero y nos fuimos al estanque, aún sin haber comido nada, que estaba a unos 7 kilómetros. Pero podía aguantar, ya no me rugían más las tripas. Estuvimos hablando un poco de todo y me reí mucho con Laëtitia. Cuando llegamos metimos los pies en el fango del estanque, la verdad es que me lo pasé muy bien imitando a Jesús caminando sobre el agua. Más chulo aún. Había colocados unos puestos móviles a la derecha, teníamos pensado ir allí por la tarde. ¡Aquel sitio parecía sacado de postales! Y había también un perro, "¡qué monada! ", que se metió al agua y vino con nosotros mientras se secaba.

Al final acabamos volviendo al velero para descansar un poco y después iríamos a los puestos por la tarde. Laëtitia le dijo a su amigo Sam que se viniera con nosotros, así que vino y se saludaron y se dieron un beso, ¡ahí me di cuenta de que era algo más que un amigo! Sam es un tío muy simpático y guay, también es vegetariano. Fuimos hasta los puestos andando y nos dijo que esa noche iba a ser tranquilita, habrían mujeronas y tutiffruti. Pudimos comprobarlo al llegar, pero nos enconrtamos con que había mucha gente, mucha más de la que nos esperábamos. Entramos y nos pedimos una botella de vino tinto. Fue un momento muy duro por el ayuno que estábamos haciendo, porque tuvimos que pasar por delante de puestos con quesos, embutidos, platos de carne picada y de verduras, tacos, etc. Puf, me gustaba todo, ¡con ese olor y con esa pinta que tenía todo nos estaban poniendo a prueba! Pero no acababa ahí la cosa... Cuando Sam se fue cinco minutos en busca de algo vino una mujer hacia donde estábamos Laëtitia y yo a ofrecernos un paquete con buñuelos de cebolla porque ella ya no tenía más hambre, por si los queríamos. "Pues... muchas gracias", le respondimos tímidamente y mirando a la nada. Fue duro pero nos sirvió de lección y pudimos aguantar a la llamada del diablo. Y fue curioso porque el alcohol parece que no hace efecto en ayuno. Cuando hablé con Sam me enteré de que vivió en su día en Montpellier y repartí a sus amigos cuando trabajaba de repartidor de pizzas. El mundo es un pañuelo, qué gracioso. Al final volvimos andando y de camino pude ver dos estrellas fugaces. Como era 11 de agosto, noche de lluvia de estrellas, tenía la esperanza de ver por lo menos una docena de ellas cuando llegáramos al barco. En total acabé viendo unas 55 en menos de una hora y de esas, ¡10 de ellas eran enormes! ¡En 21 años de carrera nunca antes había visto nada así! Me fui a dormir con los ojos haciéndome chiribitas.

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 6

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 6

Viernes 12 de agosto de 2016- Día 11

Este era el último día que me despertaría en el velero de Alain. Esa mañana llevaríamos a cabo lo que habíamos hablado el día anterior, saber cómo acabar el ayuno a mediodía. Después de habernos duchado cada uno por su lado y tomado nuestro té salimos en busca de víveres para prepararnos la comida de este mediodía con unas frutas y verduras. Además de eso, Alain nos dijo también algunos métodos que nos servirían, así que con todo al final íbamos a hacernos una comida vegetariana y ecológica que nos vendría genial para volver a empezar a comer poco a poco, ¡nos habíamos pasado 40 horas sin ingerir nada!

Después, tenía pensado hacer autoestop pero me propusieron llevarme hasta el peaje de Narbonne, ¡son geniales, joder! ¡Muchísimas gracias de verdad a Alain y a Laëtitita por estos días tan magníficos y tan especiales!

¡Y otra vez vuelvo a los peajes! Pasaron unos 10-15 minutos y llegó el bueno de José, un señor mayor que trabaja en el ayuntamiento de Pézenas y que no hablaba nada que me dejó en el peaje de Béziers. ¡Gracias José! Allí me recogió un chico pero se dio cuenta de que iba a salir de la autovía tras pasar el peaje. Es imbécil pero bueno. ¡Otra vez tuve que volver al parking de coches compartidos de Béziers! Os lo dije... Pero no estuve allí mucho tiempo, enseguida llegó un Fiat Panda viejo y destartalado y sin matrícula (Christian). Me dio un no sé qué al corazón pero ya había estado bastante tiempo parado, así que me subí a aquella lata con ruedas. La conductora era una chica joven y rubia algo hippie llamada Fanny. Iba de camino a Marsella y me llevó por un camino diferente que para nada me llevaba hasta donde me venía bien en Montpellier para llegar después a Vailhauquès. Ah cierto, no os lo había dicho, esta noche me quedo en casa de Théo para preparar el pedazo de fin de semana que vamos a pasar en Alemania. Me dejó en la otra punta (peaje de Saint-Jean de Védas), pero pude arreglármelas, cogí el tranvía (me monté gratis para ir a la siguiente parada, lo confieso), anduve y me subí a dos coches y, al final, me dejaron a cinco minutos de casa de Théo, pero él mismo vino a recogerme. ¡Muchas gracias a Moussa, el chico del Mosson, y a Karim, que iba en dirección Gignac pero no le importó desviarse un poco por hacerme el favor!

Théo me llevó a su casa sobre las 17:00. Me relajé y me puse a ver los Juegos Olímpicos (¡Teddy Riner ha ganado un montón de medallas esta tarde! ). También lavamos el Scénic para prepararlo para el viaje. Este fin de semana haría un pequeño paréntesis en mi viaje porque nos íbamos a Dortmund, a Alemania, ¡íbamos a ver la Supercopa de Alemania entre el Borussia Dortmund y el Bayern de Múnich! Y justo antes de eso pasaríamos a por nuestro amigo Diego, que está en Lyon. Teníamos pensado recoger a gente que quisiera compartir coche para poder financiarnos este viaje tan largo. Théo me hizo un resumen sobre los acompañantes que llevaríamos de Montpellier a Lyon. Por lo visto llevábamos a dos Charline, una de ellas era tonta (nos preguntó dónde la recogeríamos cuando está claramente escrito en el anuncio y a qué hora, que también estaba especificado en el anuncio). También se venía "Camargo", no sabíamos nada de él. Después de todo esto, estuvimos cenando con sus padres, ¡a los que les estoy muy agradecido por acogerme siempre en su casa!

PD: Alain tampoco sabía por qué las salinas rosas son rosas, ¡qué frustración!


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