Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 13

Jueves 25 de agosto 2016- Día 24

Hoy era un día especial. Théo y Martin volvían a casa y me tocaba seguir solo. Los Toqué me aconsejaron ir a una de las islas de la zona, como por ejemplo Belle-Île. Me pareció buena idea. Tras desayunar con ellos y darles las gracias por ese recibimiento tan increíble nos subimos los tres con Alain a su pequeño Golf descapotable. Íbamos a dejar a Théo y a Martin en una rotonda para que hicieran autoestop hasta Pixo y de ahí a Chambéry. De camino pasamos por el puerto para enseñarme dónde estaban los barcos que me llevarían a Belle-îlle. Conclusión: eran muy caros, que pena...

Bueno, estábamos ya en la rotonda y me despedí de Gros T y de Kék. Esos cuatro días habían sido geniales, ¡pero me tocaba seguir con mi aventura! Me daba pena porque no sabía cuándo volvería a ver a Théo porque se iba a Canadá. Así que nada, lo hecho hecho está. Alain iba a dejarme en Guérande para que pudiera visitar el centro histórico. Así que los dos agitamos la mano para decirnos adiós por última vez. Después de despedirme diez minutos más tarde de Alain también me dio su número por cualquier cosa que pudiera necesitar. ¡Muchas gracias Alain!

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 13

Volvía a estar solo. Visité Guérande, ese pueblo que está protegido por unas murallas impresionantes. Por dentro todo parecía de época y había mucho ambiente. La mochila ya empezaba a pesar, así que cuando terminé la visita por ese pueblo (que imagino que será de la Edad Media) me compré algo para comer más tarde y me puse de camino a Pénestin, es un pueblo muy bonito que está a 30 kilómetros. Después ya vería que haría. En cuanto levanté el dedo se paró el primer coche. A Frédéric Verger no le importó desviarse un poco para llegarme hasta Kangoo. ¡Muchas gracias! Al bajarme del coche volví a levantar el dedo y volvió a pararse otro coche. Qué guay, tanto como el nombre de mi nuevo conductor: Tancrède, que venía con sus dos hijos. Fue muy amable, incluso estaba dispuesto a acogerme por la noche si no llega a ser porque la casa era de sus padres y estaban ya muy mayores como para darles la sorpresa en el último momento. Era un parisino algo amanerado que trabajaba en el Consejo pero decidió cambiar de aires. Atentos, ¡por fin entré oficialmente a la Bretaña administrativa! Y esto que os voy a decir no me lo he inventado, ¡fue pasar la frontera y de nos cayó de golpe un chaparrón! Fue justo al pasar, no me lo podía creer. Tancrède me dejó en la playa de la mina de oro de Pénestin. ¡Muchas gracias Tanc!

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 13

Aunque estuviera lloviendo era un lugar magnífico con acantilados amarillos y naranjas. Me comí el tabulé contemplando el paisaje. Me sentí muy solo. Es verdad, era la primera vez desde que empecé la aventura que estaba completamente solo, sin nadie que conociera la región. Tenía que enfrentarme a este reto, me costaba mucho porque no me gusta nada la soledad. He de confesar que fue bastante duro. Tenía ganas de hablar y no sabía qué hacer. Tan solo eran las 14:00 y ya me daba la sensación de que el día se me iba a hacer eterno, como la lluvia que va y viene todo el rato por chaparrones. Decidí ponerme a andar por el camino que hay a lo largo de la playa. El inconveniente era que tenía que cargar con la mochila y de solo pensarlo se me quitaban las ganas. Busqué un lugar en el que poner la tienda por la noche que fuera discreto. Al rato vi una pequeña plataforma con un banco, era como una especie de mirador. Me paré ahí y encontré un lugar de suelo liso y escondido que podría servirme. Ya lo vería por la noche. Encontré basura por ahí, así que seguramente sería el lugar de encuentro de algunos jóvenes. Me senté en el banco y de pronto salió el sol. Había marea alta. Me quedé como unas dos o tres horas escribiendo en mi cuaderno y viendo cómo descendía la marea conforme pasaban el tiempo. Avancé bastante con el cuaderno aunque fue bastante difícil rellenar todo lo que llevaba de retraso como siempre, esta vez llevaba una semana como mínimo. Después decidí buscar un poco más lejos otro sitio donde poner la tienda como plan B. Pero sin complicarme la vida.

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 13

Ahí fue cuando me dí cuenta de que de verdad necesitaba ver a alguien. Me había alejado bastante del pueblo así que hice autoestop para volver. Se paró el segundo coche. Esto significaba que de cuatro coches que me habían visto hoy haciendo autoestop, tres se habían parado. ¡Qué índice de éxito y qué estadísticas! Me subí al coche con Aurélien y Clémentine, una pareja joven que venía desde el norte de Viena, la verdad es que no se dónde está, pero por lo visto estaba a unos 7 kilómetros del nuevo Center Parks. Ah vale vale, ya sé, ¿hay una panadería por allí verdad? Sea como sea, ¡muchas gracias y que paséis unas buenas vacaciones los dos!

Una vez ya en el pueblo tenía que espabilar un poco y darme prisa. Me fui a la cafetería del centro. No me dio tiempo ni a asearme antes de que alguien me sacara conversación por curiosidad al ver los carteles de las ciudades a las que había ido antes que estaban aún colgados de la mochila. Ivan, su pareja Rose (y sus dos hijos) e Isabelle me invitaron a sentarme en su mesa y a hablar de sus vidas y de la mía. Me vino muy bien la verdad, ¡me volvió a salir una sonrisa al poder compartir cosas con la gente! A los diez minutos Ivan, un bretón de 52 años con patillas que llevaba una gorra, camiseta de manga corta de Finistère 2. 9, me preguntó dónde iba a dormir. Le dije que aún no lo sabía, que había visto uno o dos sitios en la playa pero no estaba seguro. Me contestó que no me preocupara, que esa noche tendría un techo y comida porque iban a hacer una barbacoa en su casa. Esa invitación me conmovió mucho y me alegró un montón. No le cabe el corazón en el pecho.

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 13

Seguimos hablando mientras nos tomábamos una buena cerveza aunque Ivan estaba más acostumbrado al café. Llegó la hora de ir a su casa y por mucho que intenté decir que no acabó pagándome hasta la cerveza. Al final llegamos a su casa que estaba a unos kilómetros. Mientras comíamos algo nos echamos unas risas y nos pusimos a cocinar la carne. Los niños, Mia y Matéo de 10 y 15 años, eran muy adorables. Me daba la impresión de que Matéo era bastante sensible. Después de que cogiera una rabieta, Rose me explicó que tenía un tipo de autismo que hace que sienta cosas (principalmente negativas) de más manera más intensa que nosotros. Por ejemplo, si ve un accidente de avión por la tele se sentirá igual que si se hubiera muerto alguien cercano. Me sorprendió mucho que a su edad estuviera tan al día de la actualidad y que supiera tanto sobre el Frente Nacional o sobre los atentados. La pequeña era muy mona y muy adorable. Se unía alegre a lo que más le gusta jugar a Matéo, hacerse pasar por presentador de radio con los cascos puestos. Formé parte de una de las emisiones como invitado haciendo de Jean-Marie Le Pen. ¡Mi imitación hizo que se riera pero su risa hizo que yo me riera el doble! Estábamos que nos moríamos de la risa, fue un momento de felicidad extrema con gente que tan solo conocía de hacía una hora y media... También me puse a jugar al fútbol con Matéo, solo nos faltaba mejorar un poco con los pases.

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 13

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 13

¡A la mesa todos! Isabelle ya empezaba a estar borrachilla. Estábamos muy a gusto dándonos esa comilona todos juntos. Estaba 100% en Bretaña y, para ser honestos, ¡he de confesar que me encanta! Acabamos hablando de todo y me lo pasé genial. Pero todo lo bueno se acaba, Rose con sus hijos e Isabel volvieron a casa. Isabelle, que ya iba borracha, se me insinuó cuando se despidió de mi. Fue un poco molesto, pero bueno. Recogimos la mesa y después Ivan me enseñó mi cuarto, tenía para elegir: cinco camas todas para mi. Qué recibimiento, muchas gracias y hasta mañana Ivan, buenas noches.


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