Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 10

Domingo 21 de agosto de 2016- Día 20

A las 11:00 había prevista otra misa en Molière por nuestra tía abuela. Obviamente llegamos tarde aunque Danielle nos despertara a las 10:00. "Es insoportable" dije murmurando medio dormido todavía, lo que hizo que mi madre, Aurélia y Julie se partieran de risa. Desayunamos al estilo de Frédéric Lopez en el programa de televisión "La parenthèse inattendue" antes de salir del albergue en dirección a la Molière. Llegamos cuando la misa estaba ya terminando y cuando empezaba el bufé de comida. No fue a propósito. Estuvimos hablando con todo el mundo y, después de le disparamos a unas latas con unas carabinas de balines, nos volvimos sobre las 15:00. Había un problema, como nadie podía llevar el coche de mi madre hasta Chambéry Théo y Martin, que se vendrían conmigo unos días, tenían que ocuparse de él. Así que el plan sería el siguiente: dejar a Julie en Burdeos para que cogiese el avión y dejar al día siguiente el coche por algún lugar seguro de las afueras de Burdeos para poder continuar haciendo autoestop. Tan solo nos quedaban unas horas para irnos así que nos fuimos los 4 (sólo faltaba Aurélie) a dar una vuelta en bici por la ciudad. El paseo fue genial. Esa ciudad de la solo había escuchado cosas buenas me había enamorado. Me dio la sensación de que el ambiente que se respiraba era como el de Montpellier, pero fue todo muy rápido así que tendré que venir de nuevo.

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 10

Después de este paseo tan guay llegó la hora de llevar a Julie a Merignac para que cogiese su avión, pero lo hicimos mientras escuchábamos por la radio la final de balonmano de los Juegos Olímpicos, qué decepción. ¡Un abrazo y muchos besos Julie! Bueno, como Merignac estaba al lado de Haillan, el centro de entrenamiento los girondinos de Burdeos, di el por saco como hermano pequeño que soy para que fuéramos a dar una vuelta por allí y al final acabaron cediendo. Su centro de entrenamiento está chulísimo y tienen muy buenas instalaciones. Incluso nos llegamos a cruzar con un jugador del centro de formación. Después decidimos irnos al lago de Lacanau para pasar allí la noche. Cuando llegamos ya había oscurecido y creímos haber encontrado un buen sitio aunque no viésemos nada. Había dos árboles que nos darían sombra mañana por la mañana, así que entre eso y que el lago lo teníamos a un metro, ¡estaríamos genial! Montamos el campamento (#KohLanta) y nos quedamos mirando el precioso cielo estrellado mientras hablábamos, luego nos fuimos a dormir.

Mi tour por Francia haciendo autoestop, parte 10

Lunes 22 de agosto de 2016- Día 21

Bueno, fue un despertar como ninguno, nos quedamos disfrutando tanto del paisaje como de las napolitanas de chocolate que Théo había traído para desayunar. Y sí, como ya no estoy en Toulouse no tengo la obligación de llamarlo "chocolatine". ¡Nos habíamos puesto en el mejor sitio para acampar! Aproveché que teníamos agua dulce y me puse a lavar los dos o tres pares de calcetines que tenía que lavar y luego me di una ducha natural riquísima. Una hora o dos después de todo eso nos fuimos con los calcetines colgados de las ventanas del coche para que se secaran. Nuestro siguiente objetivo: aparcar el coche en un lugar seguro en las afueras de Burdeos y dirigirnos a Les Sables d'Olonne al acabar el día. Y así fue, pudimos dejar el coche y volver al dedo. Estuvimos andando 3 kilómetros cargados con las mochilas, pero al final llegamos al peaje y comenzó nuestra jugada de triple dedo. Nos pusimos Martin y yo en el peaje y Théo en el parking para que no vieran que éramos tres personas. Era una técnica un poco rastrera pero la utilizaríamos unas cuantas veces más. A los 10 minutos pasó la policía (típico en los peajes) y nos dijeron que nos pusiéramos en el lado del peaje. Acabamos haciendo relevo para hacer dedo y sujetar el cartel de "NANTES o BRETAGNE", el eterno debate. Los otros dos estaban sentados en un banco un poco menos a la vista. El relevo era cada 5 o 10 minutos y ya llevábamos hechos varios turnos cada uno. Llevábamos una hora y media esperando y, aunque se habían parado algunos coches, por una razón o por otra nunca podían llevarnos. No tenía mucha esperanza en que nos recogieran a tres personas a la vez. Al final, cuando se me acabó la batería del móvil quedamos en que si nos tocaba separarnos alguno tenía que venir conmigo para que pudiéramos estar en contacto al menos. Y justo pasó eso, Guy Lemercier se paró con sus dos caballos (no es que sea un coche de coleccionista, es que llevaba dos caballos de verdad en la parte de atrás). Tan solo podía llevar a dos así que Théo y yo nos subimos y quedamos en encontrarnos con Martin en La Roche-sur-Yon. ¡En marcha! Cinco minutos después nos llamó contándonos que le habían recogido también. ¡Bingo! ¡Seguimos hablando y resultó que iban detrás de nosotros y que la familia que le había recogido tenía hueco para llevarnos a los tres! ¡Jessica y Didier también eran unos amantes de los caballos como Guy! Le preguntaron por teléfono a Guy que cuáles eran los caballos que llevaba y la conversación no había hecho más que empezar, nos paramos todos al final. ¡Y tachán! ¡Nuestros conductores se presentaron y se tiraron media hora hablando sobre equitación! ¡Fue el encuentro más inesperado y más espontáneo del mundo! Al final nos despedimos de Guy, le di las gracias de nuevo y nos fuimos con Jessica y Didier, tuvimos que llevar una o dos mochilas encima. A lo largo del viaje estuvimos hablando de mil cosas, el tiempo se pasaba volado con ellos. ¡Tras llevar 2 o 3 horas en la carretera al fin llegamos a La Roche! ¡Muchísimas gracias a los dos por ser tan simpáticos!

Serían las 20:00 más o menos y aún estábamos a unos 75 kilómetros de Les Sables a ojo, pero a partir de aquí se llegaba por carreteras más pequeñas. Volvimos a usar la misma técnica. Richard, que trabaja en la fábrica de la esquina nos acercó unos 50 kilómetros, algo es algo. No sabemos seguro si se llamaba o no Richard porque dudó al decirnos su nombre, imagino que porque no sabía si fiarse de nosotros o no. Igualmente, ¡gracias Richard!

Teníamos hambre y las panaderías de los pueblos habían cerrado ya. Nos bajamos en Mouzeuil-sur-chéplukoi. Cruzamos el pueblo con el dedo arriba pero nada. Pasaban muy pocos coches y ninguno se paraba. Al final el sol acabó poniéndose y se hizo de noche. Quedamos en que dos se quedarían haciendo dedo y que uno buscaría algún sitio en el que montar la tienda porque no teníamos mucha esperanza en que nos llevaran esa noche. Me tocó a mi dar una vuelta para buscar. Crucé un campo de patatas sin perder de vista a los coches que pasan muy de vez en cuando. Y de pronto alisté un intermitente a unos 200 metros o menos que se acercaba tan rápido como Usain Bolt. Se paró una pareja joven con su viejo Punto. Se llamaban Erwan y Coralie y eran súper adorables. Cuando ya estábamos los tres en esa caja de cerillas con las mochilas por todas partes nos contaron que habían dado media vuelta porque sino lo íbamos a pasar mal, la verdad es que tenían razón. No nos llevaron hasta Les Sables pero nos dejaron donde viven ellos, en Luçon. De todas formas como nos dijeron que Les Sables tampoco merecía tanto la pena sería mejor así. Después fue cuando empezó el festival de amabilidad: nos ofrecieron pagarnos un McDonald's, pero nos dijeron que no. Fuimos a una pizzería pero estaba cerrada así que al final nos dejaron en la entrada de Luçon donde montamos nuestro campamento. Y de pronto Erwan y Coralie volvieron con pizzas que acababan de preparar ellos mismos y con agua y compota. ¡Qué adorables son, joder! Cuando llegaron a casa se acordaron de nosotros y decidieron volver para llevarnos la cena. Son los mejores. Se quedaron solo media hora con nosotros porque tenían que trabajar al día siguiente. Pero la verdad es que fue un reencuentro muy agradable y tendrá que pasar mucho tiempo para que nos olvidemos de algo así. Este tipo de cosas es lo que nos hace querer tanto a la gente. Nos fuimos a dormir después de la cena muertos de amor por el gesto que tuvieron tan bonito.


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