De Torre Pacheco a Florencia

No falló un día solo.

Hace unas semanas recibí la visita de un gran amigo y mayor personaje de mi pueblo, Jesus Garcia Pardo. Como ya os he contado, el año anterior de irme de erasmus no fue para nada fácil, aún así, él no falló un solo momento. Es de esos amigos que sabes que van a estar con la misma intensidad si consigues irte a Milán a estudiar la carrera de tus sueños, o si tienes que estar trabando en un almacen hasta las 12 de la noche. 

Siempre me había dicho que uno de sus sueños era ir a Florencia, está loco por la historia del arte. Al saber que vendría a verme no lo dudé un segundo y compré esos dos billetes de autobus que nos llevarían a pasar un día juntos por esa ciudad, no sabía que le iba a hacer tanta ilusión.

Desde Milán a Florencia.

Llegó el día marcado en el calendario, sábado 4 de febrero de 2017. Pasaríamos desde Torre Pacheco (Murcia) a Milán y desde Milán a Florencia. Por cosas como esta me encanta el escepticismo cuando me hablan de cosas imposibles ¿Quien apostaría por que pasaría esto 3 años antes? Nadie, eso no podía pasar, pero pasó. 

Jesus era como un niño pequeño cuando lo llevabas a un parque de atracciones. Estaba ilusionadísimo hablando sobre todo lo que había aprendido en historia del arte y que finalmente podría ver en persona. Me daba cada charla que parecía que había contratado a un guía turístico, ya os contaré más adelante. El viaje duraba unas 3 horas y media, pese al entusiasmo de Jesus, a las 8 de la mañana tardó aproximadamente 3 minutos y 10 segundos en quedarse durmiendo.

Una vez llegamos a Florencia abriría los ojos como platos y comenzaríamos a andar sin tener mucha idea de la dirección. Pasamos por la estación de trenes y a los pocos metros encontramos una oficina de turismo. Allí conseguimos un mapa que nos daría más problemas que ayudas, pero sabíamos cual era nuestro primer destino, estaba bien claro, la catedral de Santa Maria del fiore. 

Desde lejos se podía ver un poco la cúpula, por lo tanto, seguimos el camino y a la gente hasta llegar allí. Jesús iba todo el recorrido mirando hacia el suelo hasta que yo le dijese que podía levantar la cabeza, la primera impresión es muy importante. Cuanto más andabamos más pensaba en ponerlo enfrente de algún edificio cualquiera para picarlo un poco, pero no. Llegaría el momento, levantaría la cabeza y lo que vió fue esto:

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Dale a un niño una golosina y no lo verás tan feliz. La verdad es que era impresionante, pese a que yo ya había estado una vez os aseguro que no puedes dejar de sorprenderte por más que la miras. En aquel momento Jesus empezó a narrar su comentario de historia del arte sobre esta catedral, que si no sé qué gótico, que si mosaicos representando tal historia, vamos un tostón.

Yo disfrutaba más viendo lo emocionado que estaba él que viendo la catedral en sí. Decía que había sacado un 10 en historia del arte y yo lo creo, pero se podría estar inventando absolutamente toda la información que estaba diciendo que yo no me iba a dar ni cuenta. Seguidamente se alejó de la catedral en busca de la foto perfecta, yo hice lo mismo, aquí la mia:

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Después de varios minutos observando la catedral tendríamos que volver a ponernos en marcha. Yo recordaba de cuando vine con el instituto un puente que me llamó muchísimo la atención, se llamaba el ponte vecchio. Recordaba cuando lo ví, con quien lo ví, como lo vi, lo recordaba sin un solo fallo, algo me había guardado esa imagen en la memoria.

Cogimos el mapa, buscamos el puente y empezamos a hacer una investigación sobre cómo y por dónde podríamos llegar allí. Yo me las quise dar de chulo para demostrar mis grandes habilidades en la orientación que habría aprendido en mi erasmus. Gran fallo el mio cuando a los 5 minutos me di cuenta que esas habilidades no se habrían desarrollado a la perfección, por lo tanto, lo dejé a él a cargo del mapa.

Jesus decía que teníamos que poner el mapa mirando al norte y seguir los pasos que nos indicaban, ya os iré contando lo que esto significó. En el comienzo de nuestra búsquedad su metodo funcionó a la perfección, por lo tanto, todo tenía pinta de que continuaría así. 

  • Esta plaza te tiene que gustar a ti (Jesus)
  • ¿Por qué? (Luis)
  • Es la plaza de la república. (Jesus)

Poco he hablado, y poco hablaré en mi blog sobre política, pero Jesús estaba en lo cierto. Fuera de cualquier concepto político esa plaza tenía un toque especial, no sabría deciros si era el arco que se veía en el fondo, el carrusel que ocupaba una de las partes de la plaza, o la combinación de todo en general. Es una de esos sitios donde pararse a tomarse un café.

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No me gusta ser turista.

Durante el camino, ahora sería yo el que le daría la charla a Jesús. Le comentaba que nunca me ha gustado sentirme turista en una ciudad, ir con un mapa, ir solo a los sitios considerados "importantes" etc.

Lo que verdaderamente me gustaba de ir a una ciudad nueva, y tan bonita como Florencia, era perderme entre sus calles. Perderme sin mapa, sin saber donde estoy ni a dónde voy. Perderme y encontrarme cuando vea uno de esos sitios que dicen que te dejan boquiabiertos. Pero sobretodo, sentir el ambiente como algo propio, caminar como si mi casa estuviese a unos metros de donde me encontraba, y no pensando que era una ciudad que visitaría durante unas horas.

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Eran estas calles, donde todo pasaba desapercibido, las calles que a mi me gustaban. Esta claro que los grandes monumentos son impresionantes y a todo el mundo le gustan, no hay más que admirar el duomo o alguno de los castillos principales. Aún así, yo quedaba boquiabierto con el encanto de esta ciudad, las partes donde no encontraba un solo turista, donde eramos Florencia y yo. 

Ponte vecchio.

¿Sabéis ese lugar que se te queda guardado en la memoria sin olvidar un mínimo detalle? En Italia yo tendría varios de estos lugares bien fijados en mi, entre ellos el ponte vecchio de Florencia.

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Callejearíamos durante poco tiempo, entre las charlas historia del arte que me daba Jesús o de mi forma de viajar que le daba yo, finalmente llegamos al sitio. 

Efectivamente, era tal y como lo pintaba en mi memoria. Parecía que el tiempo no había pasado, que esos 4 o 5 años simplemente habrían pasado en un abrir y cerrar de ojos, pero esto no es así. Había pasado mucho tiempo, y junto con él muchas cosas. Todo lo veía en el mismo sitio, los mismos escaparates, el mismo ambiente, el mismo lago, pero yo no me veía el mismo, y eso me gustaba.

Os daría una charla sobre la filosofía de la vida y más historias que podrían hacer que bloquearais mi blog para siempre, pero solo me limitaré a deciros que no hay nada mejor que volver. Volver y saber que ahora miras con mayor intensidad y nitidez que la primera vez que estuviste. Yo cuando estuve aquí por primera vez miraba este puente con ilusión, pero esa ilusión solo era una ilusión futura, pues mi presente no me gustaba, la Fontana di Trevi se ocupó de que esto cambiase.

Volvería a ver ese mismo río, esta vez junto a Jesus, una de las personas que más me ha acompañado durante estos últimos años. Ojalá me pudiese ver las pupilas, seguro que llegarían a formar parte de todo lo que me rodeaba en ese momento. Desde aquella época me ha encantado vivir con el escepticismo mano a mano, dudar de que las cosas tendrían que ser de una manera prefijada, dudar de que el camino ya estaba marcado y no había nada que pudiese hacer. Desde este modo, después de caminar con los ojos cerrados pero con la convinción de que era el camino correcto, volvería a abrirlos, sabiendo que efectivamente había pasado el río ahora estaba en otro escalón.

El café.

Los que me conocen saben lo mucho que me gusta el momento del café. Descansar de tantas prisas, conversar durante unos minutos y volver con las pilas cargadas. Este café sería en la que seguramente sea "La cafetería más amable de Florencia".

Se ganó el nombre ella sola. Nada más llegar nos dieron los buenos días como 20 veces. Nos enseñaron todos los dulces que habían, los ingredientes que llevaban, cuales eran típicos de Florencia y cuales no. Nos sirvieron un café que hacia juego con el ambiente del local, y nos sentimos como en casa.

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Os diría el nombre de la cafetería, pero no llegamos a adivinar si se llamaba JF caffè. JJ caffè o algo totalmente diferente, quizá era café manolos. La cuestión es que allí Jesus volvería a sacar el mapa y empezaría a estudiar cada uno de los puntos importantes a visitar en la ciudad. En ese momento, se daría cuenta de que el David de Miguel Ángel se encontraba en Florencia, era parada obligatoria.

Parada obligatoria.

Como acabo de decir, comerse una focaccia en all'antico Vinaio era totalmente obligator.. Espera, ¿No os lo había dicho antes, verdad?

Bueno, os lo digo ahora no vaya a ser que se me olvide. Si vais a Florencia hay una cosa obligatoria a hacer, comerse una focaccia en el antico Vinaio. Ver el David de Miguel Ángel también es obligatorio, pero después de comer una buena focaccia.

Me había hablado de este sitio un grande de la residencia U22 llamado Julio de Cádiz, "illo, unos bocadillos increibles por cinco euro, te lo juro" fue la descripción que me había dado antes de ir. ¿Dónde se encuentra? Cerca del palacio vecchio, tan solo tienes que colocarte de frente a la réplica del David de Miguel Ángel, y caminar por la calle que baja a tu derecha durante unos metros. No hace falta que busques mucho, normalmente te lo encontrarás con una fila bastante grande 

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Si el tiempo os acompaña con sol (como no lo hizo con nosotros), esta plaza sería el lugar perfecto para disfrutar de esa focaccia. Está bastante cerca, y las vistas no dejan nada que desear estando totalmente rodeado de arte por cada centimetro que puedas llegar a ver.

Como ya os he dicho, debéis mirar al David de Miguel Ángel y caminar por la primera calle que veais a la derecha. Tras pocos metros os encontraréis de primeras dos colas enormes, no os asustéis, son bastante rápidos. En ese momento comenzaréis a ver a gente pasar con esos maravillosos bocadillos, y os llegará la siguiente incognita, no tenéis ni p** idea de que llevan. Sinceramente para mi esto no fue un problema, pero Jesús decidió no jugarsela y comprarse una pizza de jamón york y queso. Tras esperar un tiempo, segundos antes de que me tocase pedir, escuché el nombre de uno de esos bocadillos. Solo lo lograría recordar lo suficiente para pedirlo y que me lo diesen, por lo tanto, al llegar allí tendréis que tirar de ingenio. 

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Ahora que veo la foto me parece un bocadillo de jamón york de toda la vida, pero os puedo asegurar que ese no era un bocadillo cualquiera. Las colas lo decían, los carteles lo decían y Julio también, no podía ser uno más, y no lo fue. Por solo 5 euros cogeríamos fuerza para lo que nos venía adelante, una tarde de andar sin parar, lloviendo y sin paragüas.

El mapa de escala 1:500000

Con los estómagos llenos, las pilas cargadas (pero lloviendo y sin paragüas) iríamos en búsqueda del museo donde se encontraba el David de Miguel Ángel. Jesús ponía el mapa dirección norte y empezaba a caminar, yo lo seguía sin mucha idea de por donde ibamos. 

Antes de nuestro destino principal, encontramos otra de las obras maestras que se encuentran en Florencia "El Batisterio de San Juan". Impresionaba cómo podría pasar desapercibido aquello, si te das un paseo por la Catedral de Santa María del Fiore encontrarías cientos de turístas, pero allí no había nadie. Da que pensar como el contexto modula todo, aquel edificio estaría lleno de gente si lo llegan a colocar en el centro de Murcia, pero allí no había casi nadie, un par de turistas en el fondo y poco más.

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Seguíamos con nuestro camino que sería más largo de lo que pensábamos. El mapa estaba mal diseñado según Jesús, cuando después de andar durante 7 horas y media (o almenos fue lo que me pareció a mi), nos dimos cuenta de que estabamos andando en dirección contraria. Nos lo tomabamos con humor, Jesús decía que lo había hecho aposta, ya que sabía que a mi me gustaba pasear por las calles de la ciudad, era parte del plan. 

Aún no nos habíamos dado cuenta que el mapa era realmente confuso. Los monumentos parecían que estaban a kilómetros los unos del otro, pero en verdad se encontraban pegados. Nosotros tuvimos que equivocarnos durante varias ocasiones hasta que, leyendo los nombres de las calles, logramos entender que estabamos dando vueltas en círculo, y que la galería de "La academia" (Dónde se encontraba el David de Miguel Ángel) estuvo al lado nuestro todo el rato.

La academia - El David de Miguel Ángel.

La cola era enorme y Jesús intentaba planear colarse, pero todos los de la cola tenían los ojos fijados en nosotros, si lo haciamos teníamos un 99% de probabilidades de morir. Pese a que habían como 30 personas delante de nosotros, no tardamos mucho en entrar (Aproximadamente 5/10 minutos), 

En la cola recordé otra vez cuando estuve allí con mi instituto en cuarto de la eso. Recordaba la calle mucho más grande de lo que realmente era, y también que en esa gran pared gris había escrito mi nombre cuando estabamos esperando aquel día. Pese a buscarlo no lo encontraría, habría estado interesante ver mi huella hace tantos años.  No la vería en la pared, pero la vería en mi, en mi forma de ser y en la forma de ver las cosas de mi alrededor, todo había cambiado.

Una vez dentro pasamos los típicos controles de seguridad y nos pasaron a la zona VIP del museo. Allí nos recibirían con coctels de bienvenida, un guía personal que nos acompañó en todo momento enseñandonos las obras privadas que tenían allí. Bueno, si os digo la verdad.... eso no fue verdaderamente lo que pasó, pero más o menos. Tuvimos que hacer de nuevo otra fila para comprar los billetes, pero tuvimos descuento menor de 25 años de la Unión Europea (Al fin y al cabo teníamos unos billetes especiales ¿No?). El coctel de bienvenida se les olvidó, y el guía era Jesús que no dejaba de ser un experto en el tema.

Ya estabamos dentro y yo recordaba perfectamente en que zona se encontraba el David de Miguel Ángel, pero Jesus no quería saberlo, decía que teníamos que ver primero todas las demás obras, para sorprenderse más. Esto hicimos en modo express, cada obra 1 minuto con cara de interesante, yo estaba esperando a que nos diesen el coctel de bienvenida, se les había olvidado.

Pese a que Jesús no quería ver aún el David, yo si. Por lo tanto, me alejé un poco, lo vi de lejos y empecé a poner nervioso a Jesus. 

  • Madremia tío, es enorme. No recordaba que me hubiese impactado tanto la primera vez que vine, lo flipas (Luis)
  • Calla tio ¿Dónde está? (Jesús)
  • Detrás de esa pared a la derecha (Luis)
  • Vamos para el otro sitio entonces, eso quiero dejarlo para el final (Jesus)
  • Jajajaja Va va, tranquilo (Luis)
  • ¿Es de alto como esta estatua? ¿Y cómo esta? ¿Cómo es de alto? No, no, no me digas nada no quiero saberlo (Jesus)

En un impulso de nerviosismo, Jesus no pudo aguantarlo más y pasó la pared que separaba el resto de las obras del David de Miguel Ángel. Al verlo parecía que le habían regalado un coche o algo parecido, estaba loco de contento. 

  • ¡Madremia, es hipergrande loco, me esperaba una estatua normalilla y es enorme! (Jesus)
  • Jajajaja Si tio, a mi también me ha sorprendido, es enorme (Luis)
  • Bua, echame una foto con él tio (Jesus)

Lastima que esa foto esté en su móvil, le tendríais que ver la cara de ilusión. No se quien era más grande en ese momento, el David o Jesus, pero su cara era para enmarcar dentro del museo. La verdad es que es una auténtica obra de arte, no me puedo imaginar cómo alguien pudo hacer algo así, era tan real que rozaba la perfección. Alrededor de ella la gente la miraba, le echaba fotos, la dibujaba, era el centro del museo sin duda, y no lo era por casualidad. 

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Comenzamos a ver las obras que nos faltaban, yo seguía esperando el cóctel de bienvenida, pero este nunca llegó. Estabamos rodeados de arte por todos lados (como habíamos estado a lo largo del día) Florencia era toda arte, no habría que entrar a un museo para poder verlo, lo tendríamos delante de nuestro ojos todo el tiempo. 

Los Medici ultras.

Durante todo el día Jesús habría hablado de los Medici sin parar, llevaba una camiseta de ellos, un pin y una bandera con su escudo. Por lo tanto, no podía irse sin ver su capilla, tenía una bengala preparada para prenderle fuego en la puerta y cantar el himno de la familia. Bueno, quizá esté exagerando un poco las cosas, pero así es como yo ví la situación, y soy yo el que la está contando la historia, dejadme continuar.

Lo dicho, llegamos a la capilla de los Medici, Jesús encendió la bengala comenzó a cantar el himno, yo saqué la bandera y comenzaron a venir hinchas por todos lados. Tras unos minutos llegó la policia para desalojar la puerta y normalizar la situación, nos echaron de allí y no pudimos entrar. Quizás y solo quizás, cuando llegamos tranquilamente a ver la capilla, encontramos que estaba cerrada y abría al día siguiente (era sábado), por lo que nos tuvimos que dar la vuelta con las mismas. Esto es solo una hipótesis, lo que verdaderamente pasó es lo que os he contado antes. Por suerte, logramos escapar de la policia a grito de ¡Forza Medici! y acabamos dando un paseo por Florencia disfrutando de la última hora que nos quedaba allí.

Volvimos a la catedral de Santa Maria del fiore para verla una vez más, esta vez de noche, era preciosa no le puedo quitar la razón a Jesús. Nos quedamos enbobados durante unos minutos, hicimos un par de fotos y nos volvimos a quedar embobados. Era una secuencia que se repetía, tenía la sensación de que esa catedral no quisiese que dejasemos Florencia ese día.

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Jesus no puede volver a Milán.

Como ya sabéis, mi experiencia con otros viajes me pide que vaya a la estación de autobuses con el tiempo suficiente para no perderlo. Pero esta vez la catedral nos dejó empanados durante demasiado tiempo y empezamos a andar con prisas una vez más. Está claro que todos los viajes que haga tienen que tener un pequeño o un gran problema, no pueden quedar en viajes normales. Sea Lino en la frontera de Italia y Francia, Bruxellas y nuestro aeropuerto erroneo, o Jesus y Florencia, algo tiene que pasar.

Estabamos en la parada de autobuses a tiempo, todo preparado y la sensación de que era el sitio correcto, esta vez no fallaríamos. Pues bien, resulta que el autobús llegó, nosotros estabamos los primeros para entrar pero... Jesus no podía subir al autobus.

La policía había tomado sus datos como ultra peligroso de "Los Medici" y estaba en orden de captura, vendrían a por el en unos minutos pues el conductor estaba llamando ya a la policia. Yo trataba de negociar con él, le decía que no había hecho nada, que todo estaba en orden y que podría subir ¡Tenemos que ir a milán! El conductor se empeñaba en que un ultra como él no podría formar parte del viaje, por lo tanto, nos apartaba mientras seguían pasando las demás personas, Tras mucho esfuerzo intentando convencer al conductor, cuando ya pensabamos que no había posibilidades y que Jesús dormiría esa noche en el calabozo, al final, lo dejaron entrar y volvimos sin problemas a nuestra querida Milán.

¿Qué pasa? ¿No te ha gustado el final? ¿Piensas que me lo estoy inventando? Ok, tranquilo, te daré tu "versión original" para que no pienses que te estoy engañando. Aún así te diré que la única versión verdadera es la que yo os había contado ¡Forza Medici!

Retomando la situación, Jesús y yo estabamos los primeros para montar en el autobus. Cuando le di los billetes correspondientes, el conductor decía que esos billetes solo incluían una persona (Luis Martínez), por lo tanto, Jesus quedaba fuera. Yo comencé a discutir con él, no era posible que los mismos billetes que había usado para la ida me diesen error en la vuelta. Su nombre estaba escrito en todos los papeles, el precio mostraba dos billetes, pero según el conductor Jesus no salía en sus datos (Quizá porque la policia lo estaba buscando por ser un ultra). Tras tratar de convencerlo durante mucho tiempo mientras que nos apartaba a un lado y dejaba pasar a las demás personas, me dijo que probaría una vez más. Esto es una locura pensaba, no es posible que tuviesemos que buscar un hostal para esta noche. Probó una vez más y ¡Tachán! Ahora si salía el nombre de Jesus, manda narices. 

Por lo tanto, ya estabamos montados en el autobus, después de haber sido perseguido por la policía como ultras de los Medici, y después de que el conductor no nos dejase pasar por altercados públicos. Forza Medici, te quiero Jesus, nos vamos a Milán.


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