Mi casa por un rato

Publicado por flag-ar Delfina Leguizamón — hace 5 años

Blog: Argentina Abroad
Etiquetas: flag-fr Blog Erasmus Estrasburgo, Estrasburgo, Francia

Llegué a Estrasburgo el 26 de Marzo, en una tarde helada, donde no sabía que esperarme. Toda fue por una página web, que parecía segura y todo, pero uno nunca sabe y, al no ser una agencia me preguntaba si había hecho todo este viaje en vano, si la familia no existía, si se habían arrepentido… ¡Quien sabe! Yo, me esperaba lo peor…

Mi host family me fue a buscar a la estación y terminaron ser una familia completamente normal, cariñosa con sus hijos, abiertos a mí y a incluirme dentro de su hogar.

Mi casa por un rato

Mi primera semana fue de aprendizaje. La Au Pair que ellos tuvieron hasta entonces se había quedado esa semana para ayudarme y enseñarme todo lo que necesitaba saber. Era una chica holandesa, tan solo unos días más grande que yo y, al ser su primera y única experiencia en este trabajo, creo que eso la abrió más a mí y a no guardarse nada. Lo más raro es que pegamos bastante onda, hicimos buenas migas, pero no sé si los latinoamericanos somos más de hacernos amigos de cualquiera mientras que ella, notablemente europea, una semana parecía no alcanzar para entablar algo, ya que, no volví a saber de ella nunca más…

Mi tarea era cuidar de tres chicos, uno de seis, el del medio con tres y el bebé que tenía casi un año. La semana con mi predecesora iba pasando y yo me carcomía los sesos para ver cómo iba a ser con tres chicos, si bien el bebé era tan solo 30-45 minutos por día, se sumaba que en Francia los chicos no tienen clases los miércoles, es decir, todo un día con los dos más grandes. Más tarde aprendí que aunque la mañana se pasa en un abrir y cerrar de ojos, la tarde es matadora. Pero como dijo mi amiga Au  Pair “aunque odio los miércoles tienen que venir para estar más cerca del fin de semana”. Cuestión, la Au Pair anterior a mí, era la típica adolescente perfecta y yo cada día que pasaba me veía más chica para llenar sus zapatos…

El viernes de mi primera semana, me agarró lo que se llama “homesick”. Básicamente extrañaba mi casa, mis papás, mis hermanos, todos; llamé a mi mamá y me largué a llorar en el medio de la conversación, yo ya estaba contando los días para irme y hacia cinco que había llegado…

En fin, llegó el fin de semana, la Au Pair anterior partía y como era Pascua nosotros nos íbamos a la casa de los papás de él en Champagne. Yo, feliz de la vida, mi primera semana acá y ya viajando y conociendo nuevos lugares, encima el plus era que me alejaba de la tristeza que me trasmitía la casa y este lugar donde a nadie conocía. Llegamos a la hermosa casa rodeada de viñedos con muchas habitaciones y chimeneas, a mí me recordaba a la casa de campo de mis abuelos donde tantos buenos recuerdos tengo. Comíamos en familia las típicas comidas, al buen estilo  francés, con baguettes y el queso antes del postre.

Compartíamos momentos familiares, donde si bien los franceses son fríos y distantes a mí me dieron una oportunidad, ayudaba en la cocina a la abuela, ponía la mesa con la tía, hablaba de futbol con el tío. Me olvidé de toda mi tristeza y disfrutaba cada segundo de esa reunión familiar que, aunque no era mía, yo me sentía a gusto.

Mi casa por un rato

Pero no todo fue color de rosas, la segunda noche me empecé a respirar con dificultad, se me cerraban los pulmones… Toda mi vida fui asmática, pero luego de un largo tratamiento, no recordaba la última vez que me había dado un ataque; igual yo siempre precavida me había traído mi amigo el paf o inhalador pero, el pequeño detalle era, que lo había dejado en Estrasburgo, ósea a tres horas de distancia en auto. No sabía qué hacer, el único método casero alternativo que conocía era el vapor y era medio complicado a las 00 de la mañana sin querer hacer ruido y sin que nadie supiera que me estaba sucediendo; y yo, en modo pesimista ya me veía muerta. Me senté ya que acostada tosía mas, y como dormir tampoco podía me puse a buscar que hacer en Google; por suerte no me diagnostico una enfermedad terminal y encontré algo tan sencillo como ejercicios de respiración, que la verdad resultaron bastante efectivos… No sé si me dormí porque logré controlar la tos o del aburrimiento de los ejercicios de contar las respiraciones. Cuestión no dormí muy bien por dos  noches y ya ni quería volver a Estrasburgo,  estaba tan cómoda en esa casa típica  de la campiña francesa, con toda una familia reunida que me hacían sentir a gusto, acá tenía que volver a trabajar y a pensar todo el día cuanto extrañaba mi casa y a los míos.

Para no pensar, tenía que salir de la casa y, para salir de la casa tenía que encontrar algún incentivo. Lo encontré en el gimnasio. Literal iba dos veces por día una hora y media cada una, no es que quería empezar a competir en las pruebas Arnold Classic, sino que me despejaba y hacia que no pensara en otra cosa.

Hoy ya es otra historia, tres meses después, ese bichito me sigue picando de vez en cuando, incluso más cuando me encuentro sola en la casa lo cual es bastante frecuente, ya que lunes, martes, jueves y viernes tengo casi todo el día libre. Pero no me retuerzo de la angustia, se puede decir que aprendí a convivir con ello y agradecer que por lo menos si se cuándo es mi fecha de regreso.

Otra cosa muy diferente a mi país, son las vacaciones que tienen los franceses. Aquí estas están mas distrbuidas no concentradas en tres meses. Entonces si estas pensando ser Au Pair aca, tene en cuenta que capas en el mes los chicos tienen dos semanas de vacaciones por ninguna razón aparente. Estuve tres meses y me tocaron ya tres semanas de vacaciones. Esto significo todos los días de toda la semana con los chicos y, si no fuera porque la madre siempre nos organizaba planes diferentes, me hubiera vuelto loca.

También tengo que admitir que no era como yo me lo esperaba. Mi mayor temor siempre había sido la familia, que fueran malas personas, que me hayan mentido, etc. Pero nunca había contemplado a los chicos… Yo teniendo la referencia de mis hermanos, nunca me había parado a pensar en que todos los nenes son diferentes. Si, se parecían en que el más grande es más activo y el más chico más sensible, al igual que los míos. Pero el chiquito se pasa para el otro lado y no para de llorar por pavadas y, el más grande en las últimas semanas se está volviendo imposible, me insulta, no me hace caso, me escucha solo cuando le es conveniente, incluso un día me puse a llorar en su cara a ver si paraba y, en lugar de eso, se me reía en la cara. Si yo fuera una persona medianamente sensible, este nene ya me hubiera partido a la mitad. A mí, en lugar de ganas de llorar me dan ganas de matarlo. Pero bueno, cuento hasta diez y me digo a mi misma que me falta menos de un mes para irme.

Mi casa por un rato

Acá mi única “amiga” era una brasileña unos años más grande que yo, que si bien no tenemos nada, literalmente nada en común vivía en la esquina razón por la cual nos supimos apreciar la una a la otra. Ella, era también Au Pair, entonces íbamos juntas con los chicos al parque, pasábamos los fines de semana en los canales o nos juntábamos a comer especialidades francesas. Hasta que un día de Mayo, a mediados, se tiene que ir, porque su familia de acogida la despidió y como no consiguió otra familia en Estrasburgo se mudó. Yo no era que la iba a extrañar, pero iba a extrañar la compañía, la de decirle che, ¿nos vamos a tal lado? Y que a los cinco minutos estuviera en la puerta de mi casa.

Como la tenía a ella nunca me había interesado en seguir buscando amigos, al fin y al cabo las otras Au Pairs que hacían reuniones todos los miércoles, dejaron de hacerlas al poco tiempo de que llegué yo. Y ya faltándome un mes y algo para irme no tenía ganas de encariñarme con alguien más y, tampoco sabía dónde buscarla todos los recursos los tenia agotados; grupos de Facebook, mis compañeros de francés, eventos, Instagram…

Pero el problema es, que hoy me encuentro en el casi verano europeo sin nadie con quien ir a la pileta o a los lagos, a probar comidas, a conocer nuevos cafés o a seguir conociendo rincones de la ciudad. Nunca hubiera pensado que está loca persona me iba a ser tanta falta…

Mi casa por un rato

A pesar de que fue duro, mucho más al principio, creo que disfrute mucho mi estancia en esta hermosa ciudad. Aunque todavía sigo teniendo unas semanas para seguir explorándola, con los 30° diarios de estos días se torna un poco incómodo. Pero en fin, es encantadora y creo que si no hubiera tenido esta oportunidad jamás hubiera pisado la Alsacia.

Como bien prometió mi host family, todos los fines de semanas hacemos algo diferente: conocemos nuevos pueblitos alsacianos, desayunamos croissant o pain de chocolate, viajamos hasta Alemania para ir a la pileta, tenemos visitas bastante seguidas, entre otras.

Hoy, yo sé que quiero seguir en contacto con ellos, que me encantaría que me visiten en mi Buenos Aires natal, que se queden en mi casa y enseñarles las costumbres Argentinas tal como ellos me enseñaron las francesas. Sé que quiero volver en unos años a visitar Estrasburgo, sé lo mucho que agradezco que siempre me hayan tratado como una más de la familia y el haberme dado la oportunidad gracias a la cual pude mejorar así mi francés, sé cómo voy a extrañar tener ese reto todos los días de hablar o hablar este hermoso idioma, también tengo que admitir que sé que no voy a extrañar este trabajo. Pero por sobre todo sé que los voy a extrañar muchísimo a los padres y quiero que me encuentren en unos años hablando fluido y se enorgullezcan de la semilla que plantaron en mí.


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