Estrasburgo
Estrasburgo
Durante mi Erasmus en Saarbrücken, una amiga mía, que también estaba haciendo un intercambio en esa época, vino a visitarme. Nuestro plan y objetivo era viajar juntas por la región cercana. Como no teníamos mucho dinero para gastar, tuvimos que descubrir cómo podíamos ver tantos lugares como fuera posible con un presupuesto bajo.
Yo estaba viviendo en Saarbrücken y mi amiga era una estudiante Erasmus en Liubliana, Eslovenia. Ella decidió viajar hasta Alemania para que pudiéramos encontrarnos. Cogió un FlixBus de Liubliana a Estrasburgo (Francia), la ciudad en la que nos íbamos a encontrar el domingo por la mañana cuando yo volvía aquí con un FlixBus también, pero desde Saarbrücken.
¿Cómo llegamos a Estrasburgo?
Desde Saarbrücken hasta Estrasburgo, el billete de FlixBus cuesta alrededor de 7 euros y el viaje dura 1 hora y 50 minutos. Por otro lado, a mi amiga que viajaba desde Eslovenia, le costó 30 euros y estuvo en el autobús durante 12 horas con 2 horas de transbordo en Múnich.
Estrasburgo era el punto de encuentro y de inicio de nuestro viaje.
Y como no era un domingo cualquiera, sino el Domingo de Pascua, teníamos que celebrarlo correctamente, así que chocamos los huevos de chocolate delante de la Catedral de Notre-Dame.
La Catedral de Notre-Dame
No pudimos entrar a la catedral porque, como era domingo, se estaba celebrando el servicio católico habitual en ese momento, así que simplemente paseamos por la plaza de la catedral para contemplarla y fotografiarla desde varios ángulos.
Vista desde fuera, la Catedral de Notre-Dame de Estrasburgo, construida en la Edad Media se veía enorme en comparación con los que la rodeaban y por ese motivo, la catedral era el punto de referencia que podía verse casi desde todas las zonas de la ciudad.
Las paredes entre rojas y rosadas con muchas ventanas ojivales de estilo gótico se elevaban hacia el cielo, lo que hacía que mantuviéramos la mirada hacia arriba mucho rato. En el portal principal de la fachada oeste predominaban una roseta gótica, esculturas de figuras y muchos detalles arquitectónicos pequeños y delicados específicos de este estilo. Las vidrieras estaban presentes en cada parte de la construcción, adornando aún más el aspecto del edificio.
Petite France
Cuando terminamos de observar la Catedral de Notre-Dame, decidimos ir a conocer las calles de la ciudad.
Algunos amigos míos que habían visitado la ciudad unas semanas antes me recomendaron pasear por la l'Île-de-France (centro histórico) para ver los edificios y las calles antiguos de la ciudad.
Utilizando Google Maps, empezamos a caminar a lo largo del río Ill cruzando de vez en cuando puentes preciosos y contemplando las casas alsacianas más bonitas con paredes blancas, rojas, azules o verdes, estructuras de madera visibles y pequeñas ventanas de madera decoradas con flores multicolores.
¡Todo era tan romántico y fotogénico!
Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Estrasburgo
Más tarde fuimos al Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Estrasburgo, un museo que tenía muchas ganas de ver.
La construcción del museo nos cautivó desde el principio. La sala a la que entramos era alta, larga y muy luminosa porque las paredes y el techo eran de cristal. Entre todas las obras exhibidas, había un coche rojo aplastado.
Tanto a la izquierda como a la derecha se exhibían diferentes tipos de obras de arte: desde pinturas pertenecientes a Claude Monet, Paul Signac, Vassily Kandinsky, Theo van Doesburg o Max Ernst hasta grabado firmados por Albert Durer o esculturas creadas por Giuseppe Penone y Auguste Rodin.
Lo que más me impresionó fue "El pensador", esculpido por Rodin. La escultura era una figura masculina desnuda que parecía que se hubiera sentado para pensar y reflexionar. El cuerpo del pensador era enorme con una fuerte musculatura pese a su posición estática.
La expresión en su conjunto me hizo pensar en una situación de resignación de la que el hombre tenía que encontrar una salida. La sensación que tuve al contemplar la obra de arte se acentuó al colocar la escultura delante de la ventana a través de la cual podía verse tanto por fuera como por dentro.
Presa Vauban
Cuando terminamos de ver el museo, nos dirigimos al puente más cercano y así conseguimos tener una vista muy bonita de la ciudad.
Rápidamente nos dimos cuenta de que no estábamos realmente en un puente, sino en una presa llamada Presa Vauban.
El mirador del techo de la Presa Vauban nos ofreció una panóramica completa de los barrios Ponts Couverts y Petite France. Desde allí, pudimos ver la Catedral de Notre-Dame y muchos otros edificios. Entramos también en la construcción, donde recorrimos todo el pasillo interior y, con ello, cruzamos de una orilla del río a la otra.
Era un día soleado, así que no queríamos quedarnos dentro de los museos, sino estar fuera y explorar tanto como pudiéramos de la ciudad a pie.
Las zonas verdes
El Jardín Botánico de la Universidad de Estrasburgo y el Parque de la Orangerie eran nuestros próximos destinos. El parque era bastante grande con muchos senderos, árboles, una cascada y un bonito lago.
Estaba atardeciendo y ese momento del día nos dio una luz cálida perfecta para hacer fotos del paisaje y selfies. Cuando empezó a hacer un poco de frío, empezamos a salir del parque y a buscar un sitio donde pudiéramos tomar algo.
A orillas del río Ill, encontramos un pub que estaba tanto en el suelo como sobre un barco. Elegimos tomar algo en el barco porque queríamos vivir una experiencia más única e interesante. Aunque era tarde, se agradecía un expreso después de un día de mucha actividad.
Final del viaje y comienzo de uno nuevo
El FlixBus que tenía que llevarnos a la siguiente ciudad francesa estaba a punto de salir, así que después de disfrutar de un breve descanso en el pub del barco, nos dirigimos rápidamente hacia la estación de autobuses.
Estábamos a punto de llegar a Metz en 2 horas, donde habíamos reservado una habitación en un hotel para dormir hasta el día siguiente en que íbamos a visitar también esa ciudad.
Galería de fotos
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