Qué maravilla, Estocolmo.

Dejando atrás nuestro paso por Malmö, ciudad de la que hablé en la entrada anterior, esta vez nos sumergíamos en las islas bañadas por el Mar del Norte, en la capital de Suecia y la ciudad más grande de todo el país: Estocolmo.  Estábamos deseando comprobar si esta gran ciudad era tan bonita como se decía, y si realmente merecían encontrarse siempre encabezando todas las listas de las mejores ciudades europeas.

Así que desde Malmö cogimos el primero de los dos autobuses nocturnos en los que nos íbamos a montar en nuestro viaje por Suecia intentando ahorrar tiempo y dinero. De Malmö a Estocolmo había alrededor de seis o siete horas de viaje en bus, así que un autobús nocturno era una buena manera de aprovechar el viaje entre una ciudad y la otra viajando, ya que así no perdíamos el tiempo, que siendo sincera, tampoco nos sobraba. Además, los trenes eran bastante caros y se salían de nuestro presupuesto (En serio, ¿qué les pasa a los países nórdicos con los precios de los billetes de los trenes?).

Estuvimos alrededor de dos horas en la parada de autobuses de Malmö, a las diez y media de la noche, lloviendo y con un frío horrible. Cogimos un autobús con la compañía Flixbus, por si a alguien le interesa saber qué compañías podrían dar problemas con su servicio al viajar por este tipo de países (además esta compañía hace recorridos bastante largos, hasta Alemania, así que es fácil que si planeáis un viaje en bus acabéis encontrando ofertas suyas).

El caso es que el bus no venía, la compañía no cogía las llamadas de ninguna de las personas que estábamos allí y obviamente en la estación no sabían por qué llegaba con más de una hora y media de retraso en plena noche mientras nosotros solo pensábamos en lo poco que íbamos a dormir. Cuando vino, dos horas después, obviamente no nos dio ninguna explicación. Arriba y a dormir, que nos esperaban solo seis horas de sueño en un autobús lleno de gente antes de un día completo de visitas.

Llegamos a Estocolmo sobre las seis y media de la mañana, aun de noche, y como nuestro hostal no abría sus puertas hasta más tarde, decidimos hacer algo de tiempo descansando un poco en la estación de autobuses. No tardaron mucho en echarnos de allí porque obviamente, las nueve personas que habíamos viajado hasta allí, nos quedamos dormidas sentadas en los bancos. Así que, por si os interesa saberlo (hay mucha gente que hace noche en estaciones para no tener que pagar alojamiento o para hacer algo de tiempo como nosotros), no, no se puede dormir en la estación de autobuses de Estocolmo.

El hostal en el que nos quedamos en Estocolmo se llama Skanstulls Hostel, situado en el barrio de Södermalm, y una noché en una habitación compartida con otras once personas, baño y cocina compartidos me costó alrededor de 25€. El casco histórico estaba un poco alejado del hostal, pero yendo andando podías visitar otra zona de la ciudad, así que os recomiendo hacer los caminos andando si tenéis algo de tiempo y no vais a visitar solo la parte antigua de la ciudad. ¡Ah! Y en este hostal hay pasta gratis para todos los húespedes, así que siempre podéis cocinar sin gastaros mucho dinero como hicimos nosotras, comprando algo de salsa y acompañamiento y usando la cocina del hostal. 

Empieza nuestra visita por Estocolmo

Barrio de Gamla Stan

Nuestra visita empezaba con un free tour de los que se organizan en la mayoría de ciudades grandes. Si estáis pensando en visitar una ciudad, os recomiendo incluir uno de estos tours en vuestro planning, solo tenéis que buscar fechas y horarios en internet. Son gratuitos, y al final tú eres quien decide cuánto dinero quieres darle de "propina" a la persona que te ha ido enseñando la ciudad. 

El tour nos llevaba por los principales puntos de la ciudad vieja de Gamla Stan. Esta isla es uno de los lugares más bonitos de todo Suecia y también uno de los más visitados por todos los turistas, así que siempre os lo encontraréis lleno de gente, sin importar el día, hora y el tiempo que haga. Las casas de colores vivos, las tiendecitas artesanales con toques turísticos o los bares y cafeterías donde hacer el llamado "fika" son algunas de las principales cosas interesantes de este lugar.

Allí visitamos en Palacio Real, donde al día siguiente veríamos el cambio de guardia (con un frío horrible y más gente que en la cabalgata de Reyes de Navidad), el Parlamento, la Catedral de Storkyrkan o Iglesia de San Nicolás, una de las más bonitas de todo Estocolmo. También se puede visitar el Ayuntamiento para subir a su torre y observar unas de las mejores vistas de la ciudad, o simplemente verlo desde alguno de los puentes que hay.

Una de las cosas que me parecen más bonitas de este barrio de Estocolmo es su color. La mezcla de tonos marrones, rojizos y amarillos hace que pasear por sus calles sea algo más acogedor y se respire paz y tranquilidad allá donde vayas. Aquí puedes pasar por la que es la calle más estrecha de todo Estocolmo: Mårten Trotzigs Gränd.

Además, podrás acabar en la Plaza Stortorget, para sentarte a descansar un rato mientras escuchas a los músicos tocar y ver de cerca las que están consideradas como unas de las casas más antiguas de la ciudad (la casa roja y la casa anaranjada). Otros edificios importantes que se pueden ver en este barrio son la Iglesia de Riddarholmen o la Casa de la Nobleza, cuyo interior está considerado como uno de los más bonitos de toda Europa.

Es bien sabido que Estocolmo es una ciudades más bonitas de Europa. Y en cuanto pones un pie en este barrio entiendes por qué esta ciudad encabeza todas las listas de lugares que visitar.

Barrio de Södermalm

Cuando os hayáis hartado de recorrer el barrio de Gamla Stan (nunca es suficiente, así que probablemente todo el tiempo que vayáis os acabará pareciendo insuficiente), podéis empezar a recorrer la isla de Södermalm. Este barrio bohemio es perfecto si quieres salir a comer algo en algún sitio moderno (además todo es un poco más barato que en la zona vieja), si quieres salir de bares por la noche o si quieres visitar alguna de las tiendas vintage que hay (donde por cierto, todo está sorprendentemente barato). Es basicamente como una Malasaña de Madrid pero a lo grande (sé que siempre comparo todo con Malasaña pero es la forma más fácil de que se entienda cómo es el lugar). ¡Y desde allí se puede ver el parque de atracciones de Estocolmo! Eso sí, si venís aquí preparaos para subir muuuuchas escaleras, ya que las islas están a distintos niveles.

Isla de Skeppsholmen

Esta pequeña isla me pareció preciosa. Llegamos aquí el primer día de casualidad, después de mucho andar, buscando dejar de lado el mapa por un par de horas antes de cenar para perdernos por la ciudad. Y menos mal que hicimos eso, porque entre los colores del atardecer mezclados con los de las hojas de otoño caídas de los árboles y las luces del resto de la ciudad al atardecer, era como una isla mágica.

Lo primero que hicimos al cruzar uno de los numerosos puentes de Estocolmo fue andar por un par de parques preciosos que estaban cubiertos de hojas (como todo, vaya). Una de las cosas que más me gustan de los países nórdicos es que estando en medio de una ciudad grande, no hace falta irse muy lejos para que parezca que estás en medio del bosque. Y así nos sentimos aquí.

Después nos enteramos de que allí estaba el museo de arte moderno de Estocolmo, el Moderna Museet. Es un museo muy similar al que visitamos en Malmö, pero diez veces más grande que este. Además, en los alrededores hay algunas esculturas de colores muy interesantes. ¡Y las exposiciones fijas son gratis! Así que siempre merece la pena pasar por allí y visitarlo.

Después de eso pudimos pasear por el puerto y ver las luces del resto de islas reflejadas en el agua y los barcos que estaban por allí. Unas vistas realmente bonitas. Y es que en la mayoría de sitios de Estocolmo las vistas son alucinantes.

Y por último dedicamos una hora de nuestro viaje a visitar el metro de Estocolmo, en concreto la línea uno, que es famosa porque cada estación está decorada con un tema distinto. Para recorrer la línea completa solo tienes que pagar un ticket, así que merece la pena ir parando en cada estación, subir a la entrada sin llegar a salir del metro, ver los andenes y disfrutar del arte. Hay una parada que está dedicada a lo marítimo y hasta hay un barco en una vitrina, otra donde hay ruinas griegas y romanas, otra que simula que está hecha de roca...En definitiva, merece la pena recorrerla de principio a fin.

Y aquí acababa, por desgracia, nuestro viaje por Estocolmo. Siendo sincera, es una de las vistas que más cortas se me han hecho, es más, creo que incluso me faltó tiempo para conocerla mejor. Si habéis leído otras entradas de este blog, sabréis que me encanta callejear y recorrer cada rincón de la ciudad que estoy visitando, y he de reconocer que aquí me faltó perderme todavía más de lo que lo hice.

Aún así, Estocolmo es una ciudad preciosísima, podría decir que es de las ciudades grandes más bonitas que he visitado en mi vida. Es de las pocas ciudades que siendo tan grande me parece tan bonita y con tanto encanto, y estoy completamente segura de que volveré pronto, así que ahora solo me queda esperar.

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