La puntualidad sueca, tick, tack, tick, tack!

Una palabra que yo no conocía hasta que no llegué a Suecia, la puntualidad. Todos los días tengo que correr para coger el bus, el tren o el tranvía. Siempre me pasa lo mismo. Aquí van exactamente al milímetro. Lo nunca visto es que los buses urbanos también tengan horarios. Y claro, los cumplen a rajatabla. Vamos, que si pone que el autobús pasa a las 14. 56 y son exactamente esa hora, no sirve que corras porque ya lo vas a coger. Además la gente que está esperando en la parada, si hay algún retraso, comienza a quejarse aunque se descuide tan solo un minuto. Esta es una de las cosas que he aprendido aquí, a ser puntual, ya que, además, algunos pueden considerarlo como una falta de respeto. Pero hasta que cogí el truco, no he parado de correr. Seguro que a vosotros os habrán pasado miles de historias como la rabia que da ir a pillar el metro y que nos cierre la puerta en las mismísimas narices.

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