Hágase la luz!
Cuando pienso en el invierno sueco pienso en el color blanco. No es por lo luminoso de esta estación, sino por el tinte inevitable de la nieve. Cuando llevas 4 meses rodeado de nieve y has perdido de vista el suelo, el color negro del cielo casi pasa desapercibido. Incluso cuando llegas a verlo más de 15 horas al día (o a la noche). Antes de venir a Suecia el tema de la luz era uno de los que más me inquietaba. ¿Cómo pueden vivir a oscuras? ¿Qué tipo de farolas poderosas tendrán para hacer el día artificial? Ninguno. Aceptan la oscuridad inevitablemente y se adaptan a ello. La luz en la calle es muy tenue y es muy curioso como sale un color anaranjado de las ventanas de las casas, que sin cortinas exponen tranquilamente su interior.
Es una de las primeras cosas que le llaman la atención a las visitas de España. ¿Qué poco iluminadas están las calles no? En realidad en el centro de la ciudad o la zona de edificios históricos no se nota pero, es verdad que no abusan tanto de la iluminación en las calles como en España. Cuando aterricé en Barajas por Navidad me chocó muchísimo la cantidad de farolas que había cada pocos metros en la autovía. Y eso que nosotros somos el país del sol… ¿Tendremos que aprender algo de los suecos?
De todas maneras no os penséis que vivimos a oscuras, además el color de la nieve le da a todo una luz ¡preciosa y diferente!
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