el primer día y ya saltando

Ya os conté la enorme carrera que tuvimos que hacer desde el aeropuerto de Arlanda hasta la Universidad para conseguir las llaves del alojamiento. Pues bien, ahí no acabó la cosa. Después de estar sin comer y tras un largo viaje en avión tuvimos que llegar a casa y encontrarla no fue nada fácil. Aquí las residencias no son como las que entendemos en España: grandes edificios con muchos apartamentos, sino que son como casas pequeñas (tipo barracones) y la mayoría de sólo una planta. Pues bien, recuerdo que mis amigos estaban en el edificio 30, 26, 28 pero yo en el 12. Y ya me empecé a agobiar. Según mis cálculos estaría bastante lejos de todos los erasmus con los que venía.

Pero lo cierto es que no, están todos los edificios bastante cerca, aunque la numeración no lo refleje. Pues bien, algo de lo que mejor recuerdo ese día es de que no encontraba la puerta y le pregunté a un coreano que estaba en una cocina. Me dio la mano y me dijo que era mi compañero de habitación. Ni corto ni perezoso me ayudó con la maleta y me dijo que saltara por la ventana. Y así fue como llegué a mi habitación, saltando por la ventana de la cocina. Después, esos momentos se me hicieron eternos, en la habitación, sin Internet… menos mal que por la noche habíamos quedado para cenar todos juntos y compartir nuestras primeras impresiones. Son días que recuerdas muy bien porque siempre son muy divertidos de contar. Seguro que todo el mundo tiene historias parecidas. Yo entré, saltando.


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