Un campo de trabajo te puede cambiar la vida

Publicado por flag-es Maitane Perez — hace 4 años

Blog: Viaja, y ensancha el alma
Etiquetas: flag-es Blog Erasmus España, España, España

Si os gusta viajar, hacer amigos y, como dice la expresión, sois de los que “se apuntan a un bombardeo”, lo que os voy a contar hoy os puede resultar muy interesante. Yo nunca había oído hablar de este tipo de “campamentos para adultos” hasta que de pronto di con una publicidad de los mismos en Instagram. ¡Para que luego digan que las redes sociales no sirven para nada!

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Foto 1. Excursión al monte (os cuento más abajo, en el apartado "fin de semana").

Los campos de trabajo son proyectos que se llevan a cabo mediante voluntarios. Se trata de una convivencia de entre diez y quince días (generalmente, aunque puede tener mayor duración) cuyo fin es la participación de los asistentes en, como ya os he mencionado, un proyecto altruista en grupo.

Los proyectos pueden ser muy diversos. Existen campos de trabajo relacionados con la naturaleza, ya sea un proyecto de concienciación o tareas de poda y limpieza. También puede que la organización esté buscando voluntarios para un proyecto de restauración o incluso hay campos de trabajo de arqueología y espeleología. Asimismo, en algunos campos de trabajo los voluntarios pueden desempeñar la función de ayudar a personas con necesidades especiales o incluso entretener a personas mayores. Aunque los que he mencionado son los más comunes, existen muchísimos más proyectos, ¡todos igual de enriquecedores!

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Foto 2. Poda de los árboles del pueblo.

Además de proyectos muy dispares, el lugar en el que puede llevarse a cabo el campo de trabajo también puede ser muy variado. Existen campos de trabajo nacionales y campos de trabajo internacionales. Como ya os explicaré más abajo, dependiendo de la comunidad autónoma, la oferta será más o menos amplia, es cuestión de mirarlo.

En general, se trate de un campo de trabajo nacional o internacional, los participantes pueden ser de orígenes muy dispares: Serbia, Islandia, México, Japón, Corea del Sur, etc. ¡Vamos que puedes encontrarte a personas provenientes de cualquier parte inimaginable!

Cómo solicitar tu plaza y cuánto cuesta un campo de trabajo

En general, el Gobierno de España ofrece un número de plazas concretas cada año. Estas se reparten por comunidades y cada comunidad decide el sistema de adjudicación de dichas plazas. Por ejemplo, en mi caso, el Gobierno Vasco celebra un sorteo en el que se escoge un número a partir del cual se establece un orden de elección, hasta que se agoten todas las plazas. Las comunidades autónomas ofrecen plazas nacionales e internacionales.

También existen páginas webs dónde puedes ponerte en contacto con organizaciones involucradas en diferentes proyectos. Aquí os dejo algunas de las que he encontrado:

En cuanto al precio, si solicitas las plazas del Gobierno, son ciento quince euros en caso de estancias nacionales e internacionales. Tened en cuenta que en el caso de estas últimas, puede haber suplementos, dependiendo del país de destino. El precio incluye estancia y manutención. El transporte no está incluido. En mi caso, yo tuve que pagar cuarenta euros de Alvia (tren de cercanías) para el desplazamiento. Considero que para quince días es un precio relativamente bajo, ¡más viendo qué experiencia más enriquecedora es! (os cuento todo abajo)

Mi experiencia personal

Yo estuve en un campo de trabajo que tuvo lugar en Alfaro, un pueblo de La Rioja que para mí era completamente desconocido. La duración del campo de trabajo era una quincena, exactamente, la primera de Julio.

En cuanto al proyecto de voluntariado, se trataba de un proyecto de medio ambiente. Nuestro objetivo era limpiar la ribera del río, que estaba repleta de contaminación y todo tipo de basura, en general, vertida por los propios habitantes del pueblo. Además, teníamos la función de concienciar sobre este problema a los ciudadanos del pueblo. También podamos algunos árboles, para que sus ramas no invadieran las casas de los habitantes más mayores del pueblo.

El alojamiento, y lo que al final llegamos a considerar nuestra casa, era la famosa Cárcel de Alfaro convertida en albergue. Generalmente, los campos de trabajo se desarrollan en albergues y aunque el primer día me quedé impactada al ver que se trataba de una antigua cárcel, que aún conservaba las puertas gruesas de metal y el acceso a las mazmorras, estaba muy bien equipado. Contaba con una cocina, donde la cocinera, una mujer mayor del pueblo muy simpática que cocinaba de vicio, nos preparaba desayuno, comida y cena, que, por supuesto, estaban incluidos en los ciento quince euros que tuve que pagar.

Siendo sincera, las camas no eran excesivamente cómodas, aunque hacían su función, y los baños eran bastante modernos. El albergue estaba al lado del río y a tan solo un minuto de la plaza mayor del pueblo. Además, el albergue contaba con un amplio jardín y un pequeño parque con columpios. Asimismo, la estación de tren se encontraba a cinco minutos andando. Todavía recuerdo que al llegar el primer día esos cinco minutos se me hicieron eternos… ¡qué miedo me daba lo que podía encontrarme en el famoso albergue!

Además de los quince participantes del campo de trabajo, compartíamos el albergue con un grupo de personas que cursarían allí la parte teórica del curso de monitor de ocio y tiempo libre, y sus respectivos profesores, por supuesto. Al compartir vida en el mismo albergue, desde el primer día se crearon grupos de cuatro o cinco personas (también con los alumnos del curso de monitor y sus profesores) y a cada grupo se le asignó una tarea para cada día. Entre estas tareas, podía tocarnos hacer los baños, preparar las mesas antes de cada comida, barrer y fregar el albergue o fregar los platos después de desayunar, comer y cenar. La formación de estos grupos dio pie a una convivencia muy positiva entre todos.

En general, la rutina se basaba en madrugar para desayunar (nos despertábamos a las seis y media, ¡yo terminé muerta!) y posteriormente ir a trabajar. Trabajábamos cinco horas diarias, con un descanso de media hora para comer algo. Como ya os he comentado, podía tocarnos limpiar, podar o debatir sobre el proyecto de concienciación. Dependiendo del día, la primera hora de las cinco mencionadas la utilizábamos para transportar el material como carretillas, rastrillos, palas o lo que pudiéramos necesitar. Por cierto, si termináis en un campo de trabajo relacionado con la naturaleza, ¡imprescindible que llevéis botas de monte y guantes de jardinería!

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Foto 3. Una de las mañanas en el descanso del trabajo con mi amiga canaria.

Al terminar la jornada, comíamos junto con los futuros monitores, que durante la mañana habían tenido clase. Compartíamos anécdotas y conversaciones varias, y después teníamos hora y media libre, que generalmente utilizábamos para echar una merecida siesta, o sino, para tomar el sol en el jardín del albergue.

Después, realizábamos actividades. Obviamente, si en algún momento no te apetece participar en alguna de estas, no estás obligado. De hecho, lo único obligatorio es trabajar. De todas formas, si vas a un campo de trabajo seguramente sea por tu motivación por conocer gente y disfrutar de la convivencia. Generalmente, las actividades de la tarde están orientadas a la dinamización e integración social, ¡y son súper divertidas!

Como ejemplo, os puedo contar que en varias ocasiones fuimos a las piscinas municipales de Alfaro. Asimismo, un día hicimos un juego de estrategia en grupos por el pueblo, en el que, a través del trueque, teníamos que obtener objetos más valiosos (cuanto mayor el valor, más puntos obteníamos) partiendo de un palillo que nos facilitaban en el propio campo.

Aprovechando que la cocinera que os he mencionado pertenecía a un grupo de baile del pueblo, una de las tardes también nos disfrazarnos y organizamos una cabalgata por y para su grupo de baile. Además, como ya os he comentado, al coincidir con el grupo de monitores en formación, algunas tardes aprovecharon para poner en practica algunos de los juegos de ocio que estaban aprendiendo con los voluntarios del campo de trabajo, como el popular beso-placaje. Teatros, manualidades, juegos de coordinación, concursos de talento… Estuvimos muy entretenidos.

Y os preguntaréis, ¿qué se hace el fin de semana? Pues, sencillamente, el sábado y el domingo no se trabaja, por lo que es un buen momento para planear excursiones más largas. En nuestro caso, uno de nuestros monitores, junto con el profesor de los alumnos del curso de monitor de ocio y tiempo libre, organizó una excursión a un pequeño pueblo llamado Arnedillo.

El sábado hicimos una excursión a un monte cercano. Depués de una caminata de cuatro o cinco horas, terminamos bañándonos en unas termas naturales. ¡Qué bien se estaba allí dentro!

Para dormir, optaron por un polideportivo. La verdad es que fue un poco incómodo dormir sobre el frío suelo del frontón, pero no pasamos ningún frio, que es lo primordial. Antes de acostarnos, estuvimos cantando y compartiendo historias al rededor de una hoguera.

El domingo nos llevaron a hacer paintball, tiro con arco y fútbol de burbujas a un pueblo cercano. La verdad es que lo recuerde como algo muy divertido. Después, organizaron una paellada común que salió increíble. ¡Fue un fin de semana muy divertido!

En cuanto al tema fiesta, sí que suele decirse que en los campos de trabajo suelen tener manga ancha, pues, al fin y al cabo, los participantes suelen ser mayores de dieciocho. En mi caso, se trataba de uno de los pocos campos de trabajo nacionales que admite participantes a partir de dieciséis años, por lo que consumir alcohol “estaba prohibido”. Sin embargo, como entenderéis, eso de que esté prohibido no es algo que pueda importar a unos jóvenes que tienen entre dieciséis y diecinueve años (que era mi caso). Además, Alfaro es un pueblo con mucha fiesta y rodeado de pueblos con más fiesta, ¡así que os podéis imaginar! Desde luego, un campo de trabajo no es el lugar idílico para descansar.

Y los días que no hay fiesta, seguro que hay actividades nocturnas, salidas, una cervecita en un bar o planes más tranquilos. Pero en quince días no habrá cabida para irse pronto a la cama, eso seguro.

¿Es buena idea ir solo o sola a un campo de trabajo?

Sí, definitivamente. Yo siempre digo, que, si un viaje es bueno, si lo haces sola, dos veces bueno. Obviamente, ir con un amigo o una amiga siempre será una buena idea, y seguro que es una experiencia brutal. Pero si no tenéis la oportunidad de ir con alguien más (como era mi caso), no tengáis miedo a vivir esta experiencia en solitario. Los campos de trabajo están diseñados para hacer amigos, disfrutar de la convivencia y, sobre todo, aprender. Todos los participantes (o casi todos) son personas sociales, con ganas de conocer gente, y que no van a dejarte solo. Yo conocí a dos chicas canarias, dos chicas valencianas y un chico cántabro que aún conservo como amigos. Todos eran muy amigables, pero, como siempre, terminas haciendo más piña con unos que con otros. Aun así, la convivencia suele ser muy buena.

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Foto 4. Una de las actividades de la tarde.

¿Qué es lo que aprendí­ de esta experiencia?

Por último, ¿qué es lo que aprendí de esta experiencia? Lo más enriquecedor de la experiencia, además de nuevas amistades y vivencias que me hicieron muy feliz, es que aprendí mucho, muchísimo. Al fin y al cabo, convivir con otras personas, de otros lugares y con otras costumbres, nunca es cosa fácil. Se crean muchos conflictos y dichos conflictos las diferencias suelen quedarse en evidencia. Aprender de otros y de sus actitudes es muy enriquecedor. Casualmente, en mi caso, me encontré con que muchos participantes eran vegetarianos, y descubrí mucho que desconocía completamente. Asimismo, estuve involucrada en un conflicto cultural muy grande con un chico magrebí muy simpático. Las cosas no salieron como a la mayoría nos hubiera gustado y la situación nos invitó a una reflexión que aún recuerdo.

Como habréis notado ya, soy fiel defensora de este tipo de experiencias, para viajeros sin escrúpulos, para personas que hayan estado de Erasmus y busquen experiencias tan enriquecedoras (o casi), para aquellos viajeros que quieran seguir nutriéndose de conocer gente y experimentar… una buena idea para cualquier persona con actitud y curiosidad. Si tenéis cualquier duda, ¡no dudéis en contactarme!

Un campo de trabajo te puede cambiar la vida

Foto 5. Foto de la fiesta de disfraces.


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