Rodrigo Díaz de Vivar: El Cid, defendiendo a los moros

Publicado por flag-es Anthony Power — hace 10 años

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La historia había dado un vuelco cuando el Cid de pasar a defender a su rey Sancho II, pasaría tras su muerte al bando contrario de los cristianos defendiendo al rey Alfonso VI, que controlaría Galicia, Castilla y León, pero que a parte le cobraría una serie de tributos a otros reinos taifas que se encontraran debilitados por sus fuerzas militares.

Pronto se daría un encontronazo entre Alfonso VI y el Cid debido a una confusión causada por uno de sus trabajadores, Ordóñez; y tras ello tuvo el Cid que salir exiliado del territorio cristiando, ofreciéndose en primer lugar al reino cristianos catalán y tras su negativa, a los taifas en Zaragoza, que lo cogerían encantado.

Su primera guerra defendiendo a los moros fue victoriosa ante el rey de Lérida y los condes de Barcelona y eso hizo que los almorávides a mandos de Yusuuf, cogieran unos cuantos de sus hombres fuertes de África y tiraran a la península al ver que los moros estaban perdiendo territorios debido a las manos de Alfonso VI.

¿Qué ocurrió entonces?

El rey del reino de Zaragoza, viendo lo que le venía encima (ya que Yusuuf fue anterior rey de Lérida), mandó al Cid a otros territorios del sur; muriendo poco después el actual rey de Zaragoza y siendo cambiado por otros dos que serían los que sufrirían los ataques de Alfonso VI, que sabiendo que también vendría Yussuf, no lo dudó ni un segundo y lanzó sus fuerzas contra Zaragoza. Todo era una trampa, y Yusuuf luchó contra Alfonso VI, matando a dos de los hombres fuertes y altos mandos de su ejército y teniendo que huir Alfonso VI ante la clara derrota.

El Cid había salvado la vida gracias a su anterior amo antes de morir, que se había anticipado a todo lo que iba a ocurrir y quería relagarle la vida al Cid por sus buenos servicios. La cosa se complicaba para Alfonso VI que bien hizo en retroceder y cargar fuerzas de nuevo en sus territorios.

La venganza estaba servida, pues Alfonso entrenaría en conciencia a todos sus hombres disponibles para volver a lanzar un ataque sobre Zaragoza, pero esta vez con la seguridad de la victoria. Y todo iba bien, pero de nuevo Yusuuf esta vez atacando la parte leonesa en la guerra de Sagrajas, le tendía una trampa. Alfonso VI se reconcilió con el Cid al que convenció que volviera a sus servicios para ayudar a los cristianos en la guerra ante las fuerzas temidas de Yusuus y los almorávides. El Cid aceptaría gracias a la gran recompensa económica prometida por parte de Alfonso VI, y tras la derrota castellana en Sagrajas; el Cid ya comenzó de nuevo a defender a los reinos cristianos de Alfonso VI.

¿Cómo es posible que el Cid se cambiara tan fácilmente de bando cuando quisiera?

Tenía todo el sentido del mundo, pues al buen hacer de Alfonso y a la buena propina; se le sumaba el hecho de que con los almorávides como máximos mandatarios; que eran de una secta islámica que llevaban a cabo mucho más estrictamente las dicisitudes del Corán; no tenía mucho sentido que el mayor defensor del reino de taifa de Zaragoza, fuera cristiano como era el Cid.

La primera aventura del Cid de nuevo a favor de los cristianos fue en Valencia, donde los condes de Barcelona unidos otra vez al reino de taifa de Lérida, estaban atacando al rey de Valencia; cosa que quería evitar el Cid campeador y conseguiría en el 1089, repeliendo la incursión de este rey de Lérida (al.Mundir). Con Valencia en manos de los cristianos gracias al Cid; éste volvería a castilla para pedir refuerzos a Alfonso VI, ya que los almorávides vendrían tarde o temprano y la dura batalla pasada, claramente pasaba factura.

No vendrían estas ayudas tan temprano y por ello dejaría el reino de la capital del Turia e iría a tacar el reino de Lérida, ya tocado tras la antigua derrota de su rey de taifas. Ante esta amenaza, el rey de Lérida dejó al Cid que volviera a Valencia y que creara un protectorado propio, donde cobraría parias (impuestos) tanto a los reinos de taifas de Zaragoza, como a los de Lérida y Barcelona; haciendo cada vez más rico y poderoso.

El Cid, mediante una brillante acción ejemplar, se había hecho con la capital del Turia y ahora era rey supremo sobre esa ciudad, que le permitía cobrar sin cesar a los moros de distintos reinos y seguir expandiéndose con un ejército de hombres muy fieles al Cid y con la confianza de que su jefe militar era realmente bueno.

¿Qué pasaría con Rodrigo Díaz de Vivar, de jefe de Valencia?

Lo veremos en el siguiente capítulo (ya mañana porque me caigo de sueño y hasta dentro de mucho tiempo no reapareceré....)

Continuará....

Vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamoooss, vamooooooossssssssssssss gente seguimos aprendiendo, seguimos mejorando.


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