Descubriendo las culturas del sureste europeo
Ya estábamos a 20 de junio de 2016 y mi última semana de Erasmus en Bratislava se estaba acabando. Mi hermano y mi hermana vinieron a visitarme y siempre hemos viajado juntos, así que pensé en pasar con ellos una semana llena de actividades y sitios que visitar.
Alquilé un coche en Bratislava y fui a recogerles al aeropuerto. Decidí que iríamos al sur para visitar algunos países de la zona que aún no habíamos visto. Mi hermana quería ver Eslovenia y Croacia y a esas opciones yo añadí Bosnia, así que alquilamos el coche y empezamos nuestro viaje. Solo teníamos 6 días y más de 2000 km que recorrer.
De Bratislava al lago de Bled: 470 km
A mi hermana le hizo mucha ilusión descubrir que iríamos al lago con el que siempre había soñado. No hay mucho que decir sobre el lago de Bled: es simplemente maravilloso. El agua y todos los alrededores están en calma, es un lugar muy tranquilo. Es una mezcla de naturaleza y pueblos pequeños. También pueden hacerse rutas muy interesantes por los alrededores.
Si tienes tiempo, te recomiendo que alquiles un barco y que rodees la isla que está en medio de lago. También puedes subir a un mirador que hay allí y ver el lago desde arriba para contemplar también todas las colinas que lo rodean. No importa la perspectiva que tengas, te impresionará desde cualquier lugar.
Del lago de Bled a Liubliana: 53 km
Después de pasar algunas horas en el lago de Bled, fuimos a la capital del país, donde pasaríamos la noche. El centro de Liubliana es pequeño y muy colorido. Dimos un paseo, vimos los tres puentes, las calles peatonales, el castillo en la zona alta y desde donde hay unas vistas increíbles de la ciudad, la iglesia, la plaza…
Para cenar fuimos a un pequeño restaurante llamado Sarajevo, situado en el centro de la ciudad, donde sirven comida típica. Es un local pequeño que está en un sótano bastante acogedor. Tiene cúpulas hechas con ladrillo y no llega la luz del sol, pero el aislamiento respecto al exterior hace que en este lugar haya una atmósfera muy particular. Quizá los lugareños y la comida típica ayudan a hacerlo aún más especial.
De Liubliana al Parque Nacional de los lagos de Plitvice: 200 km
La entrada cuesta unos 15 € (para estudiantes) y se pueden hacer muchas rutas de diferente longitud. Puedes elegir la que mejor se adapte a ti, pero te recomiendo que hagas la más larga para verlo todo.
Es un lugar bastante conocido, así que ten en cuenta que habrá mucha gente de toda Europa. Todo está preparado para los turistas. No se puede nadar en los lagos, pero hay autobuses y barcos que te llevarán de un lugar a otro. Es muy fácil: solo tienes que seguir los caminos. A veces cruzan los lagos y en otras ocasiones recorren las diferentes playas.
Tras pasar 6 horas caminando en este lugar tan maravilloso (en el que, en mi opinión, hay demasiada gente), cogimos el coche y fuimos a dormir a Mirna Dolina, un lugar que está en el medio de la nada.
Hay muchos más lagos en Croacia y Bosnia que merece la pena visitar y, en algunos de ellos, se puede incluso nadar. Nosotros no tuvimos tiempo de ver todo lo que queríamos, así que solo fuimos a Plitvice.
De Plitvice a Split: 250 km
Lo más interesante de Split es su casco antiguo. Está rodeado por una muralla la planta de la ciudad tiene forma cuadrada. Hay calles estrechas, tiendecitas, restaurantes, edificios construidos en piedra…
Fuimos en verano, así que hacía mucho calor para nosotros, así que decidimos quedarnos allí solo esa mañana e ir después al sur de Dubrovnik.
De Split a Dubrovnik: 230 km
Aquí fue donde entendí por qué decidieron grabar algunas escenas de Juego de Tronos en esta ciudad. Por si no lo sabes: aquí se grabaron muchas escenas de Desembarco del Rey.
Dubrovnik es enorme, pero lo más interesante y turístico es su casco histórico. Es una ciudad dentro de enormes muros de piedra, con casitas de piedra y tejados rojos muy típicas de esta zona. El casco antiguo está cerca del mar y tiene un puerto que te lleva hacia el interior de la ciudad.
Esta parte de la ciudad no es muy grande: hay calles estrechas, muchos restaurantes y está abarrotada de gente. ¡Está llena de vida! Si cruzas las puertas de la ciudad, estarás en la calle principal del casco antiguo y esta será la que te lleve directamente al puerto. Cuando vuelvas a cruzarlas y estés ya en el puerto, te recomiendo que vayas hacia la derecha, siguiendo el trazado de la muralla, y llegarás a uno de los lugares más increíbles de esta ciudad. Desde allí podrás ver barcos, una isla que está enfrente de la ciudad y el mar Mediterráneo.
Hay muchos otros lugares en los que incluso puedes nadar y que están cerca de las murallas. Aparte del que ya he mencionado, hay otro que está entre la fortaleza histórica de Lovrijenac y Danče (a unos cinco minutos andando desde el centro) y un tercero que está al otro lado de Danče. Estos tres son mis favoritos. Si vas al edificio de turismo, coge un mapa y verás que todos estos lugares están marcados.
Si vas a Dubrovnik en verano, te recomiendo que tengas el bañador puesto mientras haces turismo porque nunca se sabe dónde encontrarás un lugar donde nadar. Estoy segura de que querrás bañarte y refrescarte un poco.
También debes visitar la fortaleza histórica de Lovrijenac (no hace falta que entres, las vistas son lo que merece la pena), subir a las murallas de la ciudad y pasear por ella. Las vistas son increíbles. Desde la fortaleza de Lovrijenac también podrás ver el “puerto de Desembarco del Rey” donde se grabaron muchas escenas de la serie y, detrás, verás el casco antiguo. Desde las murallas verás el mar Mediterráneo de un lado y, del otro, la ciudad.
Si te gusta el mar y hacer kayak, puedes hacer una excursión. Empieza desde el “puerto de Desembarco del Rey” y bordea las murallas de la ciudad, va hasta la isla, te enseñan algunas de las cuevas que hay en la playa… Vivirlo desde el mar es una experiencia muy bonita. Si tienes una buena cámara de fotos, no te olvides de cogerla: te darán protectores para que no se moje y podrás hacer fotos muy bonitas. Una de estas excursiones es al atardecer, ¡el momento ideal para las fotos!
Si te quedas más de un día por la zona, hay algunos viajes que puedes hacer, como visitar Mostar, en Bosnia, que tiene un puente muy famoso. También puedes ir a Budva, en Montenegro, una ciudad muy pequeña y parecida a Dubrovnik. También tiene murallas de piedra que rodean la ciudad, casas pequeñas, tejados rojos, calles estrellas y está cerca del mar. Otro lugar que puedes visitar son los lagos de Krka, en Bosnia, un sitio del que ya he hablado en anteriores ocasiones.
De Dubrovnik a Sarajevo: 235 km
Es una ciudad pequeña y con muchas diferencias culturales. De camino a Sarajevo nos sorprendieron mucho los paisajes que cruzamos. Disfrutamos cada minuto de este tramo del viaje. Cogimos una carretera pequeña que iba por la montaña y debo admitir que fue una muy buna elección.
Cuando dejamos atrás las bonitas montañas de Bosnia, llegamos a la capital. Pensamos que Sarajevo era más grande, pero el centro de la ciudad es bastante pequeño. A pesar de todo, tiene mucho que ofrecer. Allí conviven diferentes culturas y es algo que se puede notar en el centro de la ciudad. Cuando fuimos, teníamos la sensación de estar en un bazar, pero, al mismo tiempo, puedes comprar en tiendas y calles que parecen sacadas de otras ciudades europeas. El contraste también se aprecia en la arquitectura. No tuvimos mucho tiempo para ver más que el centro, pero la ciudad me atrapó por completo y me quedé con ganas de más.
De Sarajevo a Zagreb: 400 km
Nuestra última parada: Zagreb. Empezamos este viaje por carretera un día lluvioso en Bratislava y lo acabábamos con otro día lluvioso, pero esta vez en Zagreb. Mientras caminábamos por las calles peatonales del centro de la ciudad no parecía que hiciera tan malo. Pudimos incluso ver un concierto al aire libre en una de sus plazas, ¡había un ambiente genial!
Nuestro viaje estaba llegando a su fin y mi año Erasmus también. En vez de estar triste, no podía parar de pensar en todas las experiencias que Bratislava me había dado en aquellos meses, en que había vivido en un país extranjero con una lengua que no entendía, con gente que no conocía de antes, en todos los viajes que había hecho… Después de tantos meses, aquel país ya era parte de mí. Me había acostumbrado tanto que cuando volví a casa eché de menos escuchar una lengua extranjera por la calle o estar en una ciudad que no conocía del todo.
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