Dubrovnik: la joya del Adriático
Dubrovnik llevaba un tiempo en mi lista de deseos. Sinceramente, no sabía mucho sobre la ciudad hasta que se estrenó Juego de Tronos. Esto atrajo mi interés y empecé a informarme más a fondo. Sin embargo, tras ver fotos, escuchar historias de mis amigos y leer un poco sobre su historia, empecé a querer ir y a pasar un tiempo en esta increíble ciudad histórica.
Un dato interesante es que la ciudad la fundaron en el s. VII los griegos que venían de Ragusa, que había sido invadida por las tribus eslavas. Más tarde, esta ciudad creció y extendió su territorio, lo que condujo a la creación de la República de Dubrovnik. Esta república fue una de las más fuertes y desarrolladas de la Edad Media, tenía su propio sistema de abastecimiento de agua, crearon la primera farmacia del mundo (que aún puede visitarse) y fundaron un orfanato para los niños que no tenían familia. La grandeza de la república creció, sobre todo gracias a los viajes marítimos en los que los navegantes traían todo tipo de tesoros y recursos procedentes de diferentes partes del mundo.
La República de Dubrovnik fue uno de los países que empleó esclavos, ya que su objetivo principal era desarrollar la ciudad, pero a principios del s. XV se abolió oficialmente, siendo el primer país del mundo en adoptar esta medida. Por desgracia, el país fue asolado por la peste negra y casi toda su población murió. Los gobernantes decidieron construir hospitales de cuarentena fuera de la ciudad para prevenir la muerte de toda la ciudadanía. Esto hizo que se crearan tres hospitales a las afueras y algunos más en las islas a las que hoy en día se puede acceder fácilmente.
Finalmente, la República de Dubrovnik cayó bajo el mando de la República de Venecia durante un siglo, pero eso no frenó su desarrollo. Lo cierto es que su poder empezó a decaer tras el terremoto que afectó a la república en el s. XVII. Tras esto, los otomanos empezaron a acercarse a este territorio y la República de Dubrovnik empezó a pagarles unos impuestos anuales para que no invadieran su territorio. Finalmente, un par de siglos después esta república empezó a formar parte de Croacia y así sigue siendo.
Cuando visité la ciudad con mi mejor amiga, tuvimos la suerte de que no había muchos cruceros. De haber sido al revés, la ciudad habría estado llena de gente. Afortunadamente, cuando estuvimos allí la ciudad estaba tranquila y sin multitudes, lo que la convirtió en un lugar ideal para explorar. Aunque era otoño, hacía más sol y calor que nunca. Mi consejo es que siempre comprobéis qué tiempo va a hacer, que os echéis crema solar y que llevéis gafas y gorra porque después de llevar un par de horas paseando por las murallas, ya nos habíamos quemado. Otro consejo es que miréis en su página web si va a haber algún crucero en el puerto de la ciudad y, en caso afirmativo, reestructurad vuestra visita porque estará llena de gente y vuestro viaje no será tan agradable porque os será prácticamente imposible visitar los monumentos más destacados.
El casco antiguo de Dubrovnik
Nuestro viaje de un día empezó con una parada cerca del puente de Dubrovnik, en el mirador Vidikovac Lozica, uno de los lugares desde los que se puede ver la ciudad y algunas islas croatas. Las vistas a primera hora de la mañana son preciosas y pude ver la ciudad como si estuviera dormida, el sol estaba saliendo poco a poco. Fue un momento de mucha paz.
Cuando llegamos a la ciudad, paramos en la torre de la fortaleza de Minceta, que fue el punto de partida de nuestro viaje de un día por esta ciudad. La torre Minceta está en la zona norte de Dubrovnik. Bajamos unas escaleras que nos llevaron hasta las puertas de la ciudad, que eran el acceso principal a la calle central de la ciudad, llamada Stradun. Las puertas de la ciudad son enormes, están hechas completamente de piedra y para llegar hasta ellas tuvimos que cruzar un precioso puente de piedra con una barandilla tallada. Desde allí pudimos contemplar la belleza extraordinaria de esta ciudad, que está completamente amurallada.
Tras entrar al casco antiguo de Dubrovnik cruzando las puertas de la ciudad, nos encontramos en la fuente Large Onofrio's, que se utilizaba como punto de obtención de agua fresca en la antigüedad cuando la ciudad dependía de sus propios recursos. Sin embargo, antes de que la ciudad tuviera sus propias fuentes y su suministro de agua, se recurría a cisternas de agua que recogían la lluvia. Más tarde, con el desarrollo de la ciudad y el aumento del saneamiento en la ciudad, se construyó el sistema de agua para poder abastecer a toda la población.
La fuente parece una gran cisterna de piedra con cuatro pequeñas fuentes que tienen gárgolas de las que mana el agua. Estaba llena de gente y parecía que era un lugar típico de reunión. A su izquierda está la oficina de turismo. Fuimos para conseguir un mapa del casco antiguo y que nos dieran información extra.
Siguiendo las instrucciones del mapa, fuimos primero a la izquierda hacia la calle principal Stradun, donde encontramos el monasterio franciscano, que es uno de los más antiguos de Croacia. Se construyó entorno al s. XIV. La entrada cuesta 4 €, pero por desgracia, estaba cerrado a las visitas cuando fuimos. Me arrepiento un poco de no haber podido verlo, ya que en su interior también está la farmacia más antigua de Europa y me hubiera gustado verla.
Finalmente, seguimos caminando por la calle Stradun, pavimentada en caliza. Está llena de tiendas de regalos, cafeterías y tiendas de dulces. Decidimos explorar la ciudad un poco más a fondo y nos metimos por unas callejuelas estrechas que salían hacia ambos lados. Allí encontramos lugares con unas vistas increíbles, casas antiguas, muchas flores árboles extraños que parecían estar pegados a las casas. Aquellas calles mostraban la belleza real de la ciudad y transmitían muy buenas vibraciones. En este sentido, aseguráos de perderos por estas calles de Dubrovnik, ¡es posible que encontréis sitios geniales!
Finalmente volvimos a la calle principal de la ciudad y seguimos caminando hasta llegar a la plaza, donde estaba la iglesia de san Blas. Esta iglesia está construida sobre los restos de otra que se destruyó entorno al s. XIV. Sin embargo, esta se reconstruyó entorno al s. XVIII y, en su interior, hay una estatua original del edificio anterior. Tiene un altar muy bonito hecho mayoritariamente con oro y hay frescos a su alrededor que solo hacen que añadirle belleza.
Justo al lado de la iglesia está la columna de Orlando, que representa la libertad de la República de Dubrovnik. Se construyó entorno al s. XIV, después de que los caballeros ayudaran a los ciudadanos de Dubrovnik a defenderse de sus atacantes y a conservar su libertad.
Enfrente de la columna de Orlando está el palacio Sponza, que se construyó entorno al s. XV y que se conserva exactamente igual en la actualidad. Supimos que estábamos acercándonos a este palacio porque vimos los preciosos arcos que tiene alrededor de la entrada. No es muy grande. Antiguamente, en él se guardaba el tesoro de la República de Dubrovnik. En cualquier caso, entrar al palacio cuesta 10 €, pero nosotras no teníamos tiempo, así que decidimos no visitarlo. Si vosotros queréis hacerlo, tiene muchos objetos del s. X que fueron de gran importancia para la ciudad.
Al lado de este palacio, está la torre del reloj de Dubrovnik, que es una torre muy alta y elegante construida en la Edad Media. También es uno de los edificios más altos de la ciudad y está cerca de la entrada que lleva al puerto. Un dato curioso es que si queréis oír las campanas de la torre, podéis visitarla por la tarde.
Por último, cruzamos la puerta que nos llevaría al puerto de la ciudad. Allí vimos el antiguo puerto de Dubrovnik, que quedaba a la derecha y el puerto nuevo, que estaba a la izquierda. Nos quedamos allí un rato y más tarde nos ofrecieron un viaje a la isla de Lokrum por unos 20 €, así que rechazamos la oferta. Sin embargo, nos enteramos de que allí estaba el trono de Juego de Tronos, pero no teníamos ni el tiempo ni el dinero para el viaje, así que nos ceñimos a nuestro plan y volvimos a la ciudad y visitamos la muralla.
Las enormes murallas de Dubrovnik
El acceso a la muralla de Dubrovnik está al lado de Pile Gate y allí pudimos comprar las entradas que nos costaron 7 € por ser estudiantes. Sin embargo, las entradas normales son un poco caras, ya que cuestan 27 €, así que tuvimos bastante suerte.
Empezamos el recorrido subiendo las escaleras que nos llevaron justo hasta las murallas, que eran muy altas. Las enormes murallas de la ciudad se construyeron entorno al s. XIII después de que la ciudad fuera asediada en diferentes ocasiones e incluso invadida. Cuando recuperaron la libertad, los ciudadanos empezaron a construir estas murallas rodeando toda la ciudad. También se construyeron algunas puertas para que la exportación y la importación de bienes no se detuviera. Las puertas más famosas eran la Pile Gate, que era la principal, y la Ploče Gate, que estaba al este y se parece mucho a la primera.
En cuanto subimos a la muralla, nos quedamos impresionadas por las vistas de las que estábamos disfrutando. Sinceramente, ¡es simplemente sobrecogedor! Desde allí pudimos ver todos los tejados rojos de las casas, la torre del reloj de Dubrovnik que se alzaba por encima del resto de edificios, el monasterio franciscano, las iglesias de la ciudad, el mar Mediterráneo y la fortaleza. ¡No podía creer lo que veían mis ojos! ¡Era increíble! Todos los colores brillantes se complementaban a la perfección.
Después de disfrutar un poco de las vistas y de la fortaleza Minceta, que estaba en la zona alta de la ciudad. Los muros son altos y espaciosos y tuvimos que subir algunas escaleras para llegar a la zona más alta y verlo todo desde aún más arriba. En esta zona, hay muchos lugares desde donde los arqueros protegían la ciudad de los invasores. Desde la fortaleza también se puede ver la ciudad, el mar Mediterráneo y los terrenos de los alrededores. También es buen lugar desde el que proteger la ciudad de cualquier tipo de amenaza.
Además, bajamos un poco las escaleras para caminar por la zona segura de la fortaleza desde donde también se defendía la ciudad. Lo interesante es que aquí se grabó la escena de Juego de Tronos en la que Daenerys busca sus dragones. Una fan leal como yo necesitaba ver este lugar.
Después fuimos a la zona oeste de las murallas, donde había otros fuertes (Bokar y Lovrijenac) que también defendían la ciudad de cualquier invasión por mar. Yendo hacia el oeste vimos muchas casas en las que la gente seguía viviendo y a las que no parecía importarles que las murallas estuvieran exactamente en su patio.
Finalmente, llegamos a la zona oeste de las murallas de Dubrovnik donde encontramos los últimos fuertes: el de Revelin y el de St. John desde donde pudimos ver el puerto de la ciudad.
Finalmente, tras caminar dos horas por las murallas, volvimos al centro histórico. Nos dimos cuenta de que nos habíamos quemado con el sol y de que teníamos hambre y sed, así que empezamos a buscar un restaurante bueno para comer algo y tomar algo después de la cansada caminata por las murallas. Acabamos en el Taverna Pupo, donde pedimos agua con hielo y hamburguesas de atún, que eran bastante pequeñas, pero estaban deliciosas y acabamos llenas.
En general, mi viaje a Dubrovnik fue para el recuerdo y cumplió todas mis expectativas. Es una ciudad maravillosa y merece la pena visitarla, así que si tenéis la oportunidad, ¡no dudéis en hacerlo!
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- English: Dubrovnik: The Pearl of the Adriatic
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