VIAJE A ALEMANIA – DÍA 3: Mercadillo de Navidad en Dortmund

En la anterior entrada os contaba el segundo día de nuestro viaje a Alemania, en el que después de quedarnos tiradas con el coche en medio de la autopista y haber tenido que pasar la noche en un hotel de Gante, logramos llegar a Alemania, después de todo el día de viaje en tren y en autobús.

En esta entrada os contaré lo que hicimos el tercer día de viaje, en el que fuimos en tren a Dortmund para ver el mercadillo de Navidad.

Día 3

Después de haber estado todo el día anterior de viaje para llegar por fin a Witten, el tercer día nos tomamos la libertad de dormir lo suficiente para no estar cansadas. Por lo tanto, este día nos despertamos bastante tarde y no nos dio tiempo ni a desayunar, ya que teníamos que ir a Dortmund.

Nuestro plan inicial era ir a Dortmund en coche, pero como el coche se había quedado en Gante sin ser arreglado, tuvimos que coger el tren. Así, después de prepararnos, nos vinieron a buscar en coche al piso para dejarnos en la hauptbahnhof de Witten, la estación central de la ciudad que no era muy grande y en ese momento estaba en obras. Al entrar, compramos los billetes y estuvimos esperando a que llegara el tren, que por suerte no tardó mucho (por no variar, hacía mucho frío).

El trayecto duró sobre 20 minutos. Cuando llegamos, había ya bastante gente por todos los lados, por lo que yo y la coreana estuvimos todo el rato al lado de la alemana y su hijo para no perdernos, ya que ninguna de las dos hablábamos alemán.

Lo primero que hicimos fue dirigirnos al mercadillo de Navidad, ya que, además de ser nuestro principal objetivo, habíamos decidido que comeríamos en el propio mercadillo, aunque los precios no eran demasiado baratos.

Después de deambular por algunos puestos, pedimos unas castañas para matar el gusanillo mientras veíamos más puestos de comida. Más tarde, me pediría Apfelküchle, es decir, manzana rebozada frita, y una taza de vino caliente. La manzana no me gustó demasiado, pero la taza de vino nos sentó bastante bien debido al frío que hacía.

• Una cosa que encontré curiosa y bastante interesante es que al pedir una taza, pagas una cantidad determinada, en la que entra el contenido de la taza y la propia taza, que tiene un diseño de Navidad con el lugar y el año. Si no te quieres quedar la taza, puedes devolverla y te devuelven el importe de lo que te cobraron por ello. Así, se aseguran de que nadie se lleve las tazas sin pagar. Obviamente, yo me quedé la taza como recuerdo, y aún la guardo en mi casa.

Seguimos viendo más puestos de comida, y nuestra próxima adquisición fue el currywurst, el famoso plato. Después de esto, ya habíamos comido suficiente, por lo que nos alejamos un poco del mercadillo y paseamos un poco por los alrededores.

Sin embargo, hacía demasiado frío para quedarnos en la calle, por lo que nos tuvimos que meter en un centro comercial para hacer tiempo. Después de subir varias plantas, nos dimos cuenta de que desde allí teníamos unas preciosas vistas del gran árbol de Navidad. En el centro del árbol había un hombre disfrazado de Papa Noel tocando música.

Cuando ya nos habíamos provechado del calor del centro comercial, bajamos de nuevo hasta el mercadillo para ver mejor el árbol de Navidad, ubicado en el centro y considerado como el árbol de Navidad más grande del mundo. En efecto, era enorme.

También pudimos mirar una especie de molino llamado Weihnachtspyramide, o lo que es lo mismo, Pirámide de Navidad, típicas de Alemania y que tienen una especie de carrusel y unas hélices.

Seguimos viendo más puestos del mercadillo, tanto de comida como de artesanía, y poco después, como se hacía de noche (aunque no era muy tarde), volvimos a la estación para regresar a Witten.

Una vez en Witten, nos llevaron al supermercado para hacer la compra para la cena y el siguiente día (y así poder aprovechar la cocina), pero antes, visitamos el mercadillo de Navidad de Witten.

Aunque no era muy grande, también estuvimos viendo la decoración de Navidad y los puestos. Ya que aún era por la tarde (aunque ya fuera de noche), decidimos comprar algo en los puestos como merienda: al final acabé cayendo en la tentación de las fresas bañadas en chocolate blanco. ¡Deliciosas!

Después de ir al supermercado, donde estuvimos bastante rato ya que era enorme y estábamos fascinadas por la diferente comida que había, volvimos al piso. Al final acabamos cenando lo más básico posible, pasta con atún y tomate, por lo que comimos bastante rápido.

Esa noche, la alemana nos había invitado a una fiesta en una residencia universitaria, por lo que no nos la podíamos perder y decidimos ir con ella. A pesar de que no estuvimos mucho tiempo ya que no conocíamos a nadie y tampoco sabíamos alemán, pudimos ver cómo hacían las fiestas los jóvenes alemanes, y sobre todo, cómo bebían.

Al terminar allí, volvimos al piso para dormir, ya que, supuestamente, al día siguiente sería nuestro último día en Alemania y deberíamos volver a Francia.

Así se terminó el tercer día de nuestro viaje, en el que visitamos el mercadillo de Dortmund, el de Witten y asistimos a una fiesta alemana. En la próxima entrada os relataré el “último” día de nuestro viaje, en el que visitamos la ciudad de Witten y también hicimos una escapada a Bochum.

¡Hasta la próxima!

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