Erasmus en Dinamarca: Copenhague.
Si alguien ve todas las entradas de este blog relacionadas con los sitios que visité durante mi erasmus, pensará que faltaba algo, que está muy bien visitar todo el país pero que falta lo más importante, la capital. ¿Dónde está Copenhague? Pues bien, es que he querido dejar el lugar de Dinamarca más conocido para el final de las entradas del erasmus (porque sí, por desgracia se acaban, solo estuve cuatro meses y medio, no pude hacer más aunque me hubiera encantado). Así que sí, aquí está la última entrada de "Erasmus en Dinamarca" Copenhague.
Durante mi erasmus en Dinamarca estuve en Copenhague varias veces. La verdad es que los billetes de autobús de Aarhus hasta allí son muy baratos (hay ofertas que hacen que te cueste alrededor de 10€ el viaje de ida y vuelta), así que lo peor no es el precio sino el tiempo. Para viajar a Copenhague desde allí necesitas tiempo, ya que se te van cuatro horas de ida y cuatro de vuelta, así que tienes que encontrar los momentos clave para visitarla. En mi caso fueron dos principales: uno a la vuelta de un viaje, y otro en navidad.
En navidad vinieron a visitarme mis amigas de la universidad de Madrid, y a uno de mis amigos del erasmus también vino a visitarle su hermano, así que nos pasamos cinco días todos juntos de aquí para allá sin parar. Una chica de nuestra clase estaba haciendo su erasmus en Copenhague, así que nos dejaba alojarnos un par de días en su casa para no tener que pagar alojamiento cuando el fin de semana fuésemos allí. Decidimos ir el fin de semana a conocer todos juntos la capital danesa.
Si tenéis pensado viajar a Copenhague desde Aarhus en el primer autobus del día que sale sobre las siete de la mañana, os recomiendo que no hagáis como nosotros y no salgáis de fiesta la noche anterior, porque acabaréis tan muertos como nosotros. Pero para que luego digan de los jóvenes, fuimos capaces de hacer ambas cosas: salir de fiesta, empalmar, dormir cuatro horas en el autobús, no volver a acostarnos hasta la una de la mañana del día siguiente y pasarnos el día visitando Copenhague sin parar ni un solo minuto.
Copenhague es la capital de Dinamarca y también la ciudad más grande de todas las que visité, y está situada en la isla de Selandia. A pesar de su tamaño, es una ciudad bastante pequeña en comparación a las capitales europeas a las que estaba acostumbrada, así que me sorprendió bastante que fuese posible conocer los puntos principales en un día (mi primera visita a la ciudad), aunque si os gusta callejear tanto como a mí, sí que os recomiendo ir al menos un par de días (como hice en mi segunda visita), ya que en uno te toca correr más de lo que seguramente te gustaría.
La verdad es que cuando llegas a Copenhague no sabes por dónde empezar. Lo que hicimos nosotros las dos veces que fuimos fue empezar por la zona que estaba más cerca de la estación de autobuses, el Parque del Tivoli por fuera (porque ya hablaré de él más tarde y en mi primera visita no lo conocí) y la famosa plaza de Radhuspladsen, que es la plaza del Ayuntamiento (Si queréis ver la plaza desde arriba, podéis entrar en el McDonalds que hay en la esquina y subir todo lo que os permitan, ya que desde las cristaleras podéis ver el Ayuntamiento y el Tivoli en una sola panorámica).
Cuando fui yo había obras, como en casi toda la ciudad, así que casi todas partes estaban llenas de andamios que te impedían apreciar de todo lo bonitos que son los edificios de la ciudad. Aunque bueno, viviendo en Madrid tantas obras tampoco es que me sorprendan demasiado.
Desde esa plaza merece la pena entrar por la calle Strøget, que está considerada una de las calles más largas, y la verdad es que no exageran, ya que literalmente cruza casi la mitad de la ciudad. Esa calle es la Gran Vía danesa, está llena de tiendas de ropa, souvenirs y sitios para comer (hay un puesto donde venden comida asiática para llevar en las típicas cajas de cartón de las películas que es bastante barato), pero no os recomiendo saltárosla, porque a mitad de camino hay varias plazas e iglesias que merecen la pena, como la pequeña plaza de Grabrodretorv y la Nytorv, donde en navidad ponen su famoso (y precioso) mercado navideño y donde además se encuentra el precio Teatro Real.
Desde allí podéis ir al famoso puerto de Nyhavn, sí, el del canal con barcos pesqueros, las casitas de colores y los puentes con candados. La verdad es que es una zona muy bonita, y después de haberlo visto tantas veces en fotos, películas, documentales etc, cuando por fin consigues verlo en persona ya puedes respirar tranquila. Como era navidad el camino del puerto estaba lleno de puestos de comida, como un puesto que solo hacía crèpes de nutella o uno en el que servían el famoso vino caliente que tan poco me gustó.
Desde el puerto tienes dos opciones: ir a la izquierda hacia la famosa Sirenita, o hacia la derecha hasta encontrarte con el también famoso barrio de Christiania. Pero antes de decidirte siempre puedes pasarte por Papiroen, el street food market de Copenhague donde tienen puestos de comida de distintos países. Allí no comimos nada, porque la comida es algo cara y mis amigas habían venido con la condición de hacer un viaje muy lowcost, así que esto obviamente no entraba en sus planes.
Justo cuando fuimos estaban instalados los árboles de los deseos de Yoko Ono, donde podías coger un papel, escribir algún deseo que tuvieses y atarlo a uno de los árboles. Nos dedicamos a escribir nuestros deseos y también a leer todos los deseos de los demás, que no escribiré para que puedan cumplirse.
Tirando hacia la izquierda durante un buen rato, llegas a la Sirenita de Andersen, que es uno de los principales puntos turísticos de la ciudad. Esta famosa escultura de bronce fue realizada por el escultor Edvard Eriksen, y fue previamente encargada por el empresario de Carlsberg con el fin de homenajear a una bailarina danesa.
A mí personalmente no me pareció para tanto ni me impresionó especialmente, de hecho creo que casi merece más la pena ir andando hasta allí por lo que te encuentras alrededor, cuando vas de camino o vuelves al centro, que la estatua en sí, pero obviamente hay que visitarla si vienes a Copenhague, ya que está considerada como una de las visitas obligatorias de la ciudad.
Eso sí, sea la hora que sea es muy probable que os encontréis el lugar lleno de turistas haciéndose selfies con la estatua, puesto que cada día llegan muchos autocares con todas las personas que no han querido andar durante veinte minutos del centro hasta allí.
De vuelta al canal te encuentras casi de frente con la impresionante Fuente de Gefion, junto a la Iglesia de Alban. Esta fuente tiene una historia muy curiosa, y es que mitológicamente el rey le prometió a Gefion que le daría todo el terreno que pudiese arar en una noche, así que ella convirtió a sus cuatro hijos en bueyes (los de la fuente) y a la mañana siguiente tiraron al mar todo el territorio que habían arado, creando así la isla de Selandia (a mí la mitología me encanta, así que cuando supe de esta leyenda quedé fascinada).
Un poco más allá encontraréis la también impresionante (como casi todo aquí) Iglesia de Mármol, y también el Palacio de Amalienborg, que es la residencia de invierno de la familiar real danesa y que está formada por cuatro palacios prácticamente simétricos. Desde allí puedes tener una visión de 360º de toda la plaza del palacio.
Justo hacía el lado contrario al de la Sirenita, nos encontramos con la ciudad libre de Christiania, un barrio que tiene sus propias leyes que está considerado como un lugar independiente en cuanto al Estado. Merece la pena recorrer sus calles y caminos y adentrarse en los edificios abiertos al público para ver cómo han sido decorados con graffitis y algunas esculturas. La mejor parte del barrio empieza cuando pasas la zona más turística, a la entrada, llena de puestos destinados enteramente a los miles de visitantes que llegan allí cada año.
Y por último tengo que hablar del famoso Tívoli, sin duda el parque de atracciones más famoso de toda Dinamarca. Y la verdad es que las buenas opiniones de este lugar son sin duda merecidas, porque es una maravilla. Yo tuve la suerte de entrar en navidad (aunque era sábado y estaba hasta arriba), y es difícil explicar lo bonito que estaba el parque decorado con luces navideñas. Yo cogí la entrada de 14€, la que no incluye atracciones, porque lo realmente bonito es pasear por el parque y ver lo antiguas que son sus atracciones.
Seguramente me deje algo, porque la verdad es que la visita a Copenhague fue tan intensa que voy recordando pequeños detalles cada vez que pienso o hablo de este lugar, pero espero que, si ya habéis estado, esta entrada os haya traído buenos recuerdos, y si todavía no conocéis Copenhague, empecéis a preparar las maletas para patearos esta preciosa ciudad.
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