Despacito

Aterrizamos puntuales en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana (un poco de historia: José Martí fue un poeta, patriota, visionario e intelectual cubano que tuvo un papel destacado siendo uno de los fundadores y líder espiritual del Partido Revolucionario Cubano. Murió en la batalla de Dos Ríos en una carga suicida contra las líneas españolas a lomos de su caballo blanco y vistiendo su característico traje negro. De no haber muerto habría sido, sin duda, el primer presidente de Cuba; en su lugar, se convirtió en héroe y mártir cuya vida y legado inspiraría a futuras generaciones de cubanos).

Al salir del avión ya sabemos que va a hacer muchísimo calor por el bochorno que hay a las 9 de la noche (hasta el 90% de humedad). Nos espera Yudi, el chófer de la casa (hemos leído que en Cuba recomiendan alojarse en “casas” de familias cubanas en lugar de en hoteles puesto que es una manera de ayudar a la economía local). Nada más salir del aeropuerto empezamos a ver Chevrolet, Buick, Cadillac, Dodge y otros coches americanos clásicos. El nuestro es un FIAT (¡vaya una suerte!) con motor Lada, de Argentina, del 89 (son como los SEAT 124). El cuentakilómetros no funciona, no lleva cinturones de seguridad y suena destartalado (nos dice Yudi que ya ha perdido la cuenta de las veces que lo ha reparado).

De camino a la casa vemos decenas de coches clásicos y más Ladas. En el DVD, (sí, un FIAT, pero con clase), Yudi nos pone “Despacito”, de Luis Fonsi (el hit del momento), “Súbeme la radio” de Enrique Iglesias (grabada en Cuba) y la BSO de “The Fate of the Furious 8”, película cuya primera escena, una carrera de coches, está rodada en La Habana. Se nota que se sienten muy orgullosos de su país. Como el trayecto a nuestro destino dura bastante, con Yudi empezamos a aprender las primeras cosas sobre Cuba: un coche usado de unos diez años (en Cuba los coches nuevos y de segunda mano sólo los vende el gobierno) cuesta de media unos 35.000 dólares americanos que por cierto, hay que pagar al contado pues los bancos no dan préstamos (¡a ver quién se lo puede permitir en un país donde la mayoría de la población gana un salario medio de 30 dólares al mes!). Nos dice que un Peugeot 508 (los Peugeot son particularmente caros en la isla) puede llegar a valer 262.000 dólares americanos, más incluso que un Lamborghini (?)- no sé si Yudi nos está tomando el pelo con esto. Los extranjeros no pueden comprar coches en Cuba, aunque hay una trampa: los compran al gobierno, pero a nombre de un amigo cubano y luego éste lo transfiere al que lo ha pagado firmando un contrato entre los dos, sin que lo sepa el gobierno, aunque con testigos porque si no lo cumples te pueden meter en la cárcel incluso. Lo que hace el extranjero, que no puede sacar el coche de la isla pues está prohibido, es usarlo cuando viene de vacaciones y cuando se marcha se lo deja al cubano que ha utilizado de “intermediario” para que lo use como taxi y cuando vuelve el dueño, el cubano le paga lo que ha generado.

También vemos varios coches soviéticos, Lada y Moskvitch entre otros (luego descubriremos que el motivo es la buena relación entre ambos países desde el triunfo de la Revolución). Yudi es abogado pero no ejerce porque cobra una miseria y no puede salir del país a trabajar porque le exigen tener dinero en el banco y otros requisitos. En Cuba, hasta hace poco, no tenían pasaporte por lo que no podían salir del país. Sólo podían viajar a Venezuela, Brasil, Ecuador... Si tenías otra nacionalidad porque tus padres o abuelos eran españoles, italianos... entonces sí que te dejaban salir. En lugar de pasaporte existía un “Permiso de Salida” el cual había que solicitar al gobierno, y que consistía en un proceso largo y costoso y que les era denegado a los disidentes (Cuba calificaba de traidores o enemigos de la Revolución a las personas que trataban de viajar al exterior, pero ahora reconoce que muchos de los ciudadanos que buscan emigrar lo hacen por razones económicas más que ideológicas). A partir de 2013, se puede obtener un pasaporte que, entre otras cosas, permite a los cubanos que tengan residencia permanente en la isla permanecer en el exterior durante un máximo de 24 meses, en lugar de los once de antes, sin tener que volver a renovar los papeles. Eso sí, en proporción, el pasaporte cubano es el más caro del mundo, cuesta unos 100CUC (peso convertible cubano), que equivale a unos 85€, en un país donde el salario medio ronda los 30$.Yudi termina contándonos que aquí sólo trabajan de sol a sol prácticamente y no le ven el rendimiento al dinero, una realidad que comprobaremos en los próximos días.

Galería de fotos