Zakopane, blanca Zakopane
Ya he ido dos veces. Dos veces, y no he hecho ni la mitad de las cosas que este pueblo ofrece. Ubicado casi en la frontera sur de Polonia, está tan lejos del resto de las ciudades importantes del país, que podría decirse que es algo así como el patio de juegos exclusivo de Cracovia. A una hora y media de distancia, es de esos destinos a los que puedes decidir ir un día cualquiera en el que estás aburrido y quieres almorzar en un sitio distinto. El pasaje: 30 zl para ir y venir y no es necesario reservar ni comprar con antelación: basta con ir a la estación de buses (en Galería Krakowska) y de ahí sale un bus cada 20 minutos, aproximadamente. Así de fácil.
Sin embargo, la primera vez que fui fue todo un desafío. Llegamos a la estación y comparamos los tickets, pero somos tontos y entre siete personas no pudimos encontrar el andén, por lo que perdimos el bus no una, sino dos veces -la segunda vez estabamos esperando enfrente del bus y, como no dice explíciamente "Zakopane", no sabíamos que debíamos tomarlo hasta que nos dimos cuenta de que lo habíamos perdido- Afortunadamente, una vez que lo compras, el ticket es válido para cualquiera de los horarios y no tuvimos que comprar otro. Llegamos alrededor de las 9 de la noche -de nuevo, fuimos unos principiantes, porque si algo he aprendido en mi Erasmus, es que los viajes deben ser muy tarde en la noche o muy temprano en la mañana para ahorrarte una noche de hostal y aprovechar el día-. Así, era muy tarde y hacía mucho frío para hacer algo, por lo que ese día sólo caminamos un poco el centro -precioso- del pueblo en busca de un restaurante para cenar. Casi todos los sitios eran muy parecidos: coloniales, de madera, muy típicos. Nosotros terminando comiendo en un restaurante genial donde los mesoneros iban vestidos con ropa típica polaca y estaba decorado al estilo cabaña/ático; allí comí uno de los mejores pierogi que he probado en Polonia por algo así como 25 zl.
Luego de cenar, compramos alcohol y volvimos a casa. El hostal es una casa con habitaciones muy lindas para 5 o 6 personas y con baño en cada habitación, cocina común y comedor; la noche costó 30 zl. Estaba ubicado muy cerca de la estación de buses y como a 20 minutos del centro. Sin embargo, está en una especie de colina, por lo tanto, sólo aprecié lo bonito del camino, de las casas alrededor y de la tranquilidad que lo rodea, a la mañana siguiente.
El plan era visitar el lago y ver la montaña. Nunca encontramos el bus que nos llevaba al parque ni sabíamos dónde estaba la montaña. De hecho, ni siquiera sabíamos como se llamaban -sí, principiantes. Pero en nuestra defensa, era el primer viaje que hacíamos fuera de Cracovia-. Pasamos todo el primer día en el centro, buscando el bus -más adelante se darán cuenta de lo estúpidos que fuimos- y, como nunca lo encontramos, nos limitamos a ver el pueblo, con sus bancos que parecen placitas, sus locales de madera, sus árboles y, en general, su encanto navideño. Porque a pesar de que era Noviembre, Zakopane ya estaba sacando a relucir su mejor faceta: la navideña. No había nieve pero se sentía claramente que Diciembre estaba cerca. Vino caliente, una sopa y un par de quesos típicos fue nuestro almuerzo ese día. Vimos la iglesia y la casa del segundo compositor más importante de Polonia , cuyo nombre ninguno de nosotros recuerda, pero era una cabañita hermosa ubicada en el medio de un bosquesito, y que nos sirvió de refugió para calentarnos un rato. Vimos las casas preciosas, elegantes y sencillas, que son los alojamientos de verano o invierno de la gente con dinero de este país. Debo admitir que al caer la noche todos estábamos cansados, congelados y un poco molestos los unos con los otros por no haber encontrado la parada de buses, pero la magia de Zakopane nos mantenía en calma. Volvimos al hostal y los niños salieron de fiesta -a pesar de que Zakopane no es reconocida por su vida noctura, se las arreglaron para emborracharse como pocas veces lo han hecho en Cracovia- y las niñas nos quedamos a hablar y descansar.
Al día siguiente manteníamos la esperanza de ir al lago, pero rápidamente nos dimos cuenta de que no tenía sentido y nos resignamos a volver a Cracovia habiendo "fracasado".
Es verdad, no cumplimos los objetivos, pero nos tomamos el tiempo para conocer el pueblo y ver una faceta de él que sólo puedes conocer si te dejas perder en el lugar. Sus bosques, sus cabañas, sus caminos son cosas a las que nunca prestamos atención cuando tenemos un destino definido. Este viaje me enseñó el significado de la frase "no es la meta sino cómo llegas a ella". Nosotros no llegamos a nuestra meta pero ¡cómo disrutamos intentándolo!
Pero incluso con todo lo que nos decíamos para hacernos sentir mejor, sabíamos que teníamos que volver a ver las atracciones principales de Zakopane y cada uno de nosotros volvería más adelante en momentos distintos.
Yo volví un mes después con Dora, que venía de visita desde Madrid. Cuando estaba pensando en lugares para mostrarle, recordé que tenía una deuda con este pueblo. Esta vez lo hice mucho mejor, porque sabía que Dora me mataría si no salía todo bien. Tomamos el bus a las 4 de la mañana, nos tomamos un café muy fuerte en la estación de buses y rápidamente ubiqué la Van que nos llevaría a la entrada del Parque. Resulta que es muy fácil ir al lago -que se llama Morskie Oko, por cierto- pues apenas saliendo de la estación de buses, a la izquierda, están las Van que te llevan por 10 zl al Parque ubicado a 30 minutos. Estando allí, pagar otros 6 zl -tarifa para estudiantes- y ¡Bienvenido a la montaña!. Puedes caminar o tomar las carretas de caballos. Dora y yo caminamos, por supuesto. Son 9 kilométros en subida por una carretera asfaltada y que no está muy inclinada. El paseo es genial, especialmente si está todo nevado y la tempertura es uno o dos grados -sí, nosotras tuvimos esta suerte-. Vimos pequeños riachuelos, puentes, cabañas y muchos árboles y mucha nieve. Se puede recortar camino a través de unos atajos que son más lindos aún pero también bastante resbaladizos.
Finalmente, y luego de muchos chismes y cuentos acumulados durante más de seis meses, llegamos al lago donde, con una impresionante montaña de telón de fondo -sigo prefiriendo por mucho al Ávila- nos tomamos muchas fotos. Ahí mismo tienes un restaurante -de madera, por supuesto-, para comer y tomarte algo caliente antes de emprender el camino de vuelta.
Nueve kilómetros y muchas risas después, estábamos de vuelta en la van que, por otros 10 zl, nos llevaría de vuelta a Zakopane. Dora y yo comimos, paseamos el centro que estaba aún más lindo que el viaje anterior por estar más cerca las navidades y volvimos a la estación para tomar el bus que nos traería a casa. Sencillo y sin incovenientes: todas unas expertas.
Creo que es uno de los paseos más sencillos y que más he disfrutado estando en Polonia, no sólo por el paisaje sino por la compañía y el recuerdo del calor que me trajo Dora desde Madrid.
Como dije al principio, a pesar de haber ido dos veces, no he hecho ni la mitad de las cosas que se pueden hacer en este pueblo del que disfrutamos TODOS los Erasmus de Cracovia. Se puede patinar sobre hielo, esquiar, descubrir nuevos senderos en las montañas, ver el resto de lagos que están en el parque, llegar a Morskie Oko desde el otro lado de la montaña, que es un poquiro más más peligroso porque no está asfaltado pero donde me han dicho que las vistas son impresionantes.
Para terminar, un par de cosas:
- Zakopane es un destino al que se puede ir sólo un día o pasar un fin de semana entero, dependiendo de los objetivos, pero es muy importante averiguar antes dónde están las cosas y cómo llegar. Les hablo desde la experiencia.
- Caminen todo lo que puedan. A pesar de que el centro es bastante pequeño, Zakopane es más que las tres calles principales y cada rincón vale la pena ser visto.
- Lleven zapatos adecuados: probablemente estará muy resbaloso. Y hagan ángeles de nieve y guerras de bolas de nieve y todas estas cosas infantiles. Más de dos meses después, todavía no entiendo por qué Dora y yo no lo hicimos; más aun cuando somos niñas del trópico que nunca ven este tipo de cosas. Probablemente estábamos muy concentradas en tomar fotos y ponernos al día con nuestras vidas.
- En el parque, a pesar de que veinte kilómetros, ida y vuelta, puede parecer mucho y las carretas de caballos son románticas y tentadoras, lo mejor es caminarlo. En el camino se descubren rincones mágicos, como sacados de un cuento; es imperdonable perdérselos.
- A partir de Diciembre, Zakopane siempre está nevado, pero revisen antes la temperatura y elijan un buen día para ir. El paseo, con sol y temperatura sobre cero, es mucho más agradable.
Y el último consejo: no dejen de ir. Zakopane los espera.
Galería de fotos
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- English: Zakopane, white Zakopane
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