Auschwitz
Uno de los sitios a los que es obligatorio ir estando en Polonia, y más aún en Cracovia, es Auschwitz.
Ya todos lo saben: es uno de los campos de concentración más importantes y en el que murieron más prisioneros -no sólo judíos- en la Segunda Guerra Mundial.
Como siempre, empezaré con la logística. Ir desde Cracovia es muy sencillo. De hecho, desde nuestra parada de buses, Miasteczko Studenckie, salen buses que van directo a Oswiecim -nombre polaco de Auschwitz- pero considero que lo mejor es ir a la estación de buses, en Galería Krakowska, y comprar el pasaje directamente. Al igual que con Zakopane, se pueden comprar los tickets en la taquilla o al momento de subir al bus -creo que eran 28 zl ir y venir- y salen cada 15 o 20 minutos. Es un viaje de dos o tres horas. Al llegar se puede pagar el guía -hay guías en español e inglés- o simplemente pasar y hacer el recorrido tú solo. La entrada a ambos Campos es gratis.
Auschwitz es una experiencia desde el momento en que llegas. Afuera casi siempre hay exhibiciones con fotos y mensajes de judíos sobrevivientes o sus familias y los distintos homenajes que se hacen actualmente; tómense su tiempo para leerlos, a mí me ayudó a entender que, lo que para nosotros es un museo y un feo recuerdo, para miles de persona sigue siendo algo completamente real.
Eduardo, Daniela, Sebas y yo decidimos hacer el tour por nuestra cuenta y, personalmente, creo que es la mejor opción. Dentro, hay flechas indicando la ruta, letreros en inglés explicando todo y, por lo que oí de algunos grupos guiados que tenía cerca, los guías no cuentan nada muy interesante ni nuevo. Yo compré un pequeño folleto -5 zl- en la tienda que está entrando al Campo, en donde está el mapa con los sitios y hacen explicaciones muy simples y detalladas de la historia de cada lugar, lo recomiendo porque luego te ayudará a recordar las cosas que viste y que casi siempre se olvidan.
En Auschwitz I están las barracas donde vivían los prisioneros, el hospital donde se hacían los experimentos, una cámara de gas reconstruida y las casas de los oficiales. Las primeras barracas han sido convertidas en museos dedicados a cada grupo de prisioneros -húngaros, polacos, alemanes, rusos, etc.- y es un tributo a cómo se sufrió el nazismo en cada país. Al principio de nuestro recorrido, entrabamos a cada una de estas exposiciones, pero luego nos dimos cuenta de que tardaríamos demasiado en verlas todas, por lo que empezamos a ser más selectivos. Las exibiciones de "Vida de los prisiones", "Pruebas del Crímen" o el "Pabellón de la muerte" -no recuerdo los nombres exactamento y no tengo mi folleto a mano- son los que muestran de manera más real las horribles cosas que pasaron en ese lugar. Se pueden ver cosas como las prótesis -dentales, de piernas, brazos, etc.- y pertenencias confiscadas a los prisioneros, cosas hechas con sus cenizas, la pastilla Zyclon B, utilizada para asesirnarlos; el muro donde los fusilaban en masa, se pueden ver las celdas donde dormían aglomerados y los "baños" y los sitios de castigo; todo acompañado de las descripciones y explicaciones pertinentes. Puedes entrar incluso a la cámara de gas y ver el sitio donde ejecutaron al "jefe" del campo luego de la guerra; documentos que explican el funcionamiento del campo y fichas de entrada de algunos prisioneros; por su puesto, todo esto en alemán o algún otro idioma que no hablo -una lástima, porque creo que esto era importante para imaginarse cómo era todo-. Auschwitz I puede verse en unas tres o cuatro horas.
Muy cerca está Birkenau o Auschwitz II; un bus gratuito que sale cada 20 minutos; desde la parada te lleva directamente -nosotros no sabíamos esto y no fuimos. Lamentable-. Cómo no fuí, no puedo contarles mucho, pero tengo entendido que es muy impactante. Las cosas no están reconstruidas como en Auschwitz I, sino que todo está en el estado de ruinas en el que quedó. Aquí se puede ver las míticas vías de tren que salen en muchas películas y fotos de la SGM, y muchas otras cámaras de gas y el campo de trabajos forzados.
De Auschwitz I me impresionó el sitio donde ejecutaron el sargento jefe; el paredón donde los fusilaban y las ventanas tapiadas que lo rodeaban; el pabellón donde hacían los experimentos con niños y mujeres embarazadas y gemelos -al que no se puede entrar- y las fotos que estan en las paredes de cada pabellón. Especialmente las fotos porque a pesar de todas las películas y libros, esas son las verdaderas caras, ésa es la prueba de que de verdad hubo gente que lo vivió, que lo surió. Además, me enteré de algunas cosas que no sabía, como la historia de los jóvenes comunistas que colgaron cuando trataron de escapar, o la del cura católico que se ofreció a morir de hambre para salvar a un jóven condenado a hacerlo.
Sin embargo, pensé que me impactaría mucho más. No estoy hablando desde el sadismo que nos mueve a casi todos a visitar este tipo de sitios. Ya sé que hoy en día hemos visto y oído casi todo acerca de los judíos y los nazis y yo, personalmente, había hecho dos o tres tours judíos en las ciudades que había visitado, especialmente porque en Polonia hay mucha historia de la Segunda Guerra Mundial; aun así, pensé que ir al verdadero sitio, al lugar en el que murieron y sufrieron tantas personas, me dejaría un sentimiento particular, una sensación al menos. Pero para ser sincera, si quería sentir la compasión y el horror que debería venir naturalmente al ver esas barracas abandonadas, tenía que pensarlo. Tenía que pararme y hacer un ejercicio mental para imaginar las cosas. Yo creí que los escalofríos y la tristeza me vendrían solos. Pensé que sentiría lo que siento siempre en Varsovia, por ejemplo. De hecho, al llegar de Auschwitz nos fuimos de fiesta como si nada. No digo que deberíamos haber estado de luto o algo así... pero sé que mis amigos y yo somos personas reflexivas, que nos tomamos las cosas a pecho y el hecho de que ninguno de nosotros haya sentido un bajón es algo que te hace pensar. Y no fuimos solo nosotros cuatro: todos mis amigos que han ido comparten esta extrañeza, esta sensación de que es ir a cualquier museo. Muchos de ellos me han dicho que es Birkenau donde comienzas a sentir algo, porque es donde las cosas están en el modo en que quedaron. Yo creo que el mejor homenaje a las víctimas es dejar las cosas tal cual, como las dejaron, no reconstrucciones u obras que necesitan un letrero para ser entendidas.
Auschwitz es una de las cosas obligadas a las que ir, pero algo está pasando, o con la historia o con nosotros como seres humanos. ¿Por qué lloramos más con una película que con el sitio en donde todo pasó? ¿Acaso necesitamos del teatro y la música de fondo para sentirlo de verdad? ¿Cómo se pudo haber borrado la esencia de todas las personas que vivieron y murieron allí? No hablo de fantasmas, hablo de la esencia que queda en todo lugar que fue habitado ¿cómo no quedó algo en el sitio donde hicieron "vida" más de un millar de personas? ¿O es que fue tan terrible que la naturaleza se encargó de borrarlo? Sí es así, nosotros tenemos que encargarnos de recordarlo. No creo que esté bien que llegue un punto en el que dejemos de llorarlo y sufrirlo. Dicen que el tiempo cura todo, pero en este caso no podemos dejarle curar esta herida: nos la merecemos por haber permitido que pasara.
Y luego de todo este rollo personal, les digo que vayan, lo vivan y me cuenten luego.
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