Experiencia en Copenhague

Copenhague, Dinamarca

Hace tan solo unos días estuve de viaje en Dinamarca, visitando a mi hermana que vive allí desde hace unos 5/6 años. El viaje ha sido estupendo pero no puedo negar que el frío y la nieve han marcado todo el viaje y me han hecho a veces dudar de si era el mejor viaje, pero, finalmente, sí, el viaje ha merecido mucho la pena, pero quiero ofrecerles a todos mi consejo de por favor id abrigados, mucho, hasta las cejas!

El viaje lo hice con mis padres, eran 5 días repartidos para visitar Copenhague y luego Vejle, a 2 horas y 20 de la capital cruzando de la península de Zealand donde se encuentra Copenhague hasta la de Jutland donde se encuentra Vejle, Billund, Aarhus, Aalborg que son las ciudades que más caben destacar en esta península, por ser las ciudades más grandes de Dinamarca y Billund por tener un parque temático de Lego: Legolandia.

Copenhague es un sitio muy bonito, pero que finalmente consigues verlo en un día. Es cierto que, nosotros solo le dedicamos un día y, aunque fue un no parar, la verdad es que fue suficiente. Quizás dos días lo dejaría para visitar mucho más relajadamente y llegar hasta Christiania, una zona de Copenhague donde viven con sus propias leyes y es como entrar a otra ciudad, pero nosotros no llegamos a ir.

A primera hora de la mañana salimos para visitar toda la ciudad. Comenzamos pasando por delante del parque de atracciones de “Tivoli” aunque no se podía entrar porque estaba cerrado, puesto que solo tiene dos épocas: de Abril a Septiembre y de Noviembre a Diciembre. En él además de ser un parque de atracciones también se pueden ver todo tipo de conciertos y eventos variados en los que se puede conocer los cuentos de Hans Christian Andersen.

Seguimos nuestro camino, a través de unas calles de tiendas y más acogedoras que representaban un poco el centro de la actividad y llegamos al Ayuntamiento de Copenhague que es de una gran belleza y atractivo, el cual, se asentó en esa ubicación tras el gran incendio que se sucedió en Copenhague en 1728.

Continuamos nuestro camino hasta la “torre de Rundetarn” del siglo XVII y en el centro de la ciudad, donde comprando la entrada por, si no recuerdo mal 50 DKK (6 €) y 25 DKK (3 €) para los niños. Subimos en espiral hasta llegar a lo más alto de la torre, donde antes de subir hasta la terraza que ofrece unas vistas maravillosas, tienen un banco del beso y una ventana que da vistas a Copenhague. Como digo, es en lo alto de todo, donde está una terraza en circular en la que se pueden dar unas vistas espectaculares de todo Copenhague, e incluso en invierno con nieve, la ciudad se ve espectacular.

Además esta torre posee una Sala de Biblioteca y una Iglesia. En la primera se celebran de vez en cuando exhibiciones o conciertos.

A partir de aquí, nos dirigimos al "castillo de Rosenborg", donde pudimos entrar a visitar los tesoros más protegidos de Dinamarca y donde se podía apreciar la grandeza con la que se vivía. Los alrededores llenos de nieve hacían un paisaje precioso, el cual, imagino que en verano debe ser mucho más llamativo.

Desde esta visita, también decidimos entrar en los jardines botánicos aunque no tendrá nada que ver entrar en un jardín botánico en invierno que en verano. Aún así, considero que tenía unas vistas maravillosas, con el lago completamente helado.

De los jardines botánicos, la siguiente parada nos llevó unos 30 minutos hasta la tan famosa Den Lille Hauvfrue o más conocida como la Sirenita de los cuentos de Hans Christian Andersen. La sirenita se encuentra encima de unas piedras, en la Bahía del Puerto de Copenhague la cual ha sido más adentrada en el mar por numerosos actos vandálicos que le han ocurrido. Desde subirse a ella para sacarse fotos, arrancarle la cabeza, brazos o pintarla de varios colores entre otros varios. Además, cuentan que existe otra sirenita cerca de esta, conocida como su hermana a la que nosotros no llegamos a ver.

Una de nuestras últimas paradas antes de ir a comer fue el Palacio de Amalienborg, donde reside la familia real danesa. Son cuatro edificios y son usados actualmente desde el incendio que también destruyó el Palacio Real de Copenhague.

Uno de ellos lo utilizan solo para las visitas oficiales, otro de ellos reside el Príncipe Federico hasta que terminen de restaurar otro de ellos y el último en el que reside la Reina Margarita II.

Como anécdota, se nos contó en el tour por barco que tomamos más tarde, que no existe mucha estima hacia el marido de la soberana, puesto que además de ser francés, él en sus viajes al extranjero se encarga de despacharse a gusto sobre Dinamarca y sus ciudadanos, considerando que no lo tratan con igualdad.

Desde aquí, nos dirigimos a comer y a descansar un poco. Comimos en un restaurante italiano, con una comida extraordinaria del que salimos completamente satisfechos y, para lo caro que es Dinamarca, nos salió relativamente bien de precio.

Una vez habíamos repuesto fuerzas seguimos el camino hasta nuestra última parada: un tour en barco que nos llevó por todo el puerto de Copenhague.

Nos enseñaron, entre muchas otras cosas, el "Diamante Negro", que alberga una biblioteca y sala de conciertos. Con unas vistas estupendas al mar y con puentes a cada costado que conectan con la antigua Biblioteca.

Vimos desde el barco Christiania, de unos 800 habitantes con sus propias leyes y que, algo que me llamó la atención es que pagan sus alquileres comunitarios que se establecen según las dimensiones de las casas. Me pareció interesante su historia, pero toda la gente que había entrado me lo definía como un sitio en el que te sientes un poco observado, pero supongo que para gustos colores, yo no puedo opinar.

Un vez terminado el tour, nos tomamos un café para entrar en calor y reposar después de toda la visita que habíamos realizado y decidimos tomar rumbo a Vejle.