Copenhague... ¿Gratis?

Muchos viajes

Siempre he sido muy viajera, y de ahí, he aprendido a saber encontrar la forma más barata de viajar el máximo tiempo y lo más lejos posible.

Hay muchas formas de encontrar vuelos, autobuses, trenes y hoteles low cost, por ejemplo, por usando las aplicaciones o distintas páginas web etc. Sin embargo, el año pasado me sorprendi a mi misma encontrando no una forma barata de viajar lejos, si no una forma gratuita. Esta experiencia es algo que al igual que yo, creo que la mayoría de los jóvenes españoles no conoce, lo cual creo que está demasiado desaprovechado.

Todos los años suelo mirar distintos destinos para visitar en verano con amigos, pero obviamente, que sean asequibles para estudiantes. Mirando por internet descubrí que había una forma de viajar de la que nunca había oído hablar, el voluntariado.

¿Qué es un voluntariado?

La mayoría de vosotros pensaréis directamente en que es algo relacionado con una ONG, países subdesarrollados etc. pero no - es un tipo de voluntariado cuyo objetivo es que los jóvenes de todo el mundo podamos adquirir experiencia trabajando sin ser "explotados". Es una forma muy eficaz de aprender idiomas rápidamente, y por supuesto de conocer otros lugares sin apenas gastar dinero.

Cuando lo descubrí me sonaba todo un poco raro... Un hotel que te da comida gratis, estancia, algo de dinero y que te organiza diferentes actividades culturales y de ocio... Debe tener truco ¿no? Bueno, yo decidí arriesgarme junto con dos amigos. Fue tan simple como enviar un correo al email del hotel diciendo de dónde éramos, que idiomas hablábamos y que nos gustaba hacer en nuestro tiempo libre. Era demasiado fácil.

Algunas semanas después sacamos los billetes de avión (lo único que teníamos que pagar nosotros y que con algún tiempo de antelación podíamos sacar por un buen precio). Después de esto solo tuvimos que comunicar al encargado de aquello tanto las fechas de llegada y salida como las horas.

Nuestro tiempo allí

El 12 de agosto (2015) salimos del aeropuerto de Madrid, con una escala de algo más de una hora en el aeropuerto de Londres (heathrow). Llegamos a Copenhague sobre las 17:00, y nada más llegar ya los esperaban con carteles de bienvenida. Nos llevaron en tren hasta el hotel (gasto que pagó el mismo hotel) y una vez allí nos dieron algo de tiempo para instalarnos y nos enseñaron el funcionamiento de todo, así como todo el hotel que al principio nos parecía un laberinto.

Los dos o tres primeros días teníamos algo de miedo, y mucha verguenza, teníamos que tratar a una media de 50 personas por día, personas de todo el mundo, con mil formas distintas de pronunciar el inglés que a veces ni llegamos a entender. Teníamos que atender llamadas por teléfono, lo que yo personalmente odiaba porque creo que es imposible escribir un nombre ruso o chino correctamente solo de oído. También teníamos que encargarnos de lavar las sábanas, alquilarlas a los huéspedes, y limpiar el hotel de arriba abajo. Pero todo esto suena mucho más duro de lo que fue, teniendo en cuenta que las horas de trabajo nunca superaban las 4 horas al día, y teniendo días libres.

Las managers (jefas) eran un par de años mayores que nosotros, muy flexibles a la hora de poner nuestros horarios, nos hicieron de guías en la ciudad e incluso salimos de fiesta con ellas alguna vez. Además dormían en el hotel y siempre estaba alguna de ellas, lo que facilita mucho las cosas porque nadie se imagina la de problemas raros que te pueden plantear a lo largo del día cada uno de los clientes...

Comida y ocio

Con la comida no había ningún problema. había una lista en la cocina en la que cada uno apuntaba lo que quería comprar para comer, merendar y cenar al día siguiente, y cada día uno de nosotros ibamos a comprar y preparábamos la cena para los demás (éramos 7).

Como ya he dicho antes, el hotel nos daba un dinero a la semana, pero no solo eso, también pagaba algunas excursiones, como un viaje en barco privado por los canales de la ciudad, o una cena de comida japonesa para todos (de unos 200 euros). Además, cada uno de nosotros contábamos con una bicicleta que era más que suficiente para visitar la ciudad de punta a punta, teniendo en cuenta que es completamente plana.

Tuvimos la suerte de poder estar alli durante 20 días, y conocer a gente de otros países con la que todavía tenemos relación. Pudimos visitar y pasear por las principales atracciones de la ciudad, que me gustaría recomendar a cualquiera que planee visitar Copenhague.

Lugares para visitar

• En primer lugar la atracción principal son los propios canales de la ciudad. Hay el canal de Nyhavn (es también una calle más famosa y pintoresca). La sirenita es otro punto turístico importante ya que rinde homenaje a los cuentos de Andersen, cuales son conocidos en todo el mundo. Otro sitio espectacular y uno de mis favoritos fue La Iglesia del Salvador, con una torre que puedes subir hasta la punta y ver toda la ciudad e incluso Suecia en el horizonte. Por otra parte también me impacto el barrio de Christiania, conocido como "el area libre", no está permitido echar fotos y no sabría muy bien describirlo, pero es algo que merece la pena ver.



• Cuando me hablaron de Copenhague antes de ir me recomendaron visitar el parque temático Tívoli más grande de Europa. Era extraño ver un parque de atracciones en pleno centro de la ciudad, pero personalmente no recomiendo la entrada a la gente a la que no le guste las atracciones. Desde mi punto de vista, era un parque más o menos normal. Otra visita que me recomendaron fue la de la fábrica de Calsberg, es bastante dificil de encontrar, y que realmente no es una fábrica, así que para mí, no, no merece la pena.
• Para aquellos que como yo les atraigan las cosas raras, los animo a visitar el parque cementerio de Assistenz, donde está enterrado Andersen, y que no solo es un cementerio. lo llamativo es que se trata de un parque donde la gente va a merendar, sí, con las tumbas de por medio, pero debo de decir que es un lugar de cuento.
• Por último me gustaría recomendar una visita a Experimentarium City, una especia de nave a orillas del canal, con comida y bebida de cualquier parte del mundo, con buena música y muy buen ambiente.

Todo esto y más fue lo que pude conocer gracias a la experiencia del voluntariado. Conocí a personas de culturas muy distintas, trabajé y viví algunas anécdotas demasiado graciosas, pero lo que más valoro de todo fue lo fácil que fue vivir todo esto durante tanto tiempo y tan lejos de casa, por tan poquísimo dinero.

Tuve miedo al principio, pero gracias a todo el tiempo que estuve allí pude conocer muchos sitios maravillosos y pasear. A veces para conocer bien un sitio solo hay que callejear, callejear mucho, y perderse, porque los mejores lugares se encuentran sin querer.