Colmar: la pequeña Venecia

Colmar: la pequeña Venecia

¡Hola de nuevo! Continuando con la temática de la entrada anterior, hoy os hablo de Colmar, para cerrar ya el capítulo de Alsacia. Colmar es una pequeña ciudad que se encuentra a solamente una hora de Estrasburgo, del que ya tenéis un post en este blog, bastante largo y detallado, que podéis leer aquí. Sin embargo, hoy es el turno de esta ciudad tan riquiña y especial, que tuve el placer de visitar en enero de este año.

¿Cómo llegar a Colmar desde Estrasburgo?

Ángel y yo cogimos un bus desde Estrasburgo con Flixbus, asientos bastante cómodos y wifi. No recuerdo el precio pero no era nada caro. Eso sí, llevad toda la documentación que tengáis porque os la pedirán como si de un visado se tratase. El autobús te deja en la estación de autobuses de Colmar, que no está muy alejada del centro.

Itinerario en Colmar

Colmar se podría dividir en dos partes: la parte histórica y pintoresca, también conocida como “la pequeña Venecia”, por donde pasa el río y la parte más moderna, que no es tan turística. Primero visitamos la parte no-turística de Colmar, los edificios y cafeterías no son tan característicos ni con tanta personalidad como los de la parte vieja, pero aun así vale la pena darse un paseo. Poco a poco nos adentramos en el casco histórico, donde aparecen de nuevo las típicas casitas con estilo alsaciano que ya habíamos visto en Estrasburgo. La pequeña diferencia es que estas casitas en Colmar tienen colores más vivos, como podéis ver en las fotos: azules, rojos y amarillos.

Todas las casas y esos tejados desde donde los pescadores cogían su pescado hacen de este lugar un sitio mágico. Como podéis ver, estaba todo decorado con adornos navideños: árboles de navidad llenos de nieve, luces de colores, guirnaldas y figuras de Papá Noel que colgaban de las ventanas.

Por allí cerca también hay un mercado, que se encuentra en el interior de un edificio. Por suerte aquel día estaba abierto, así que echamos un vistazo rápido porque justo iba a cerrar. Por la tarde, viendo las pocas tiendecitas que estaban abiertas, nos llamó la atención una de ellas que vendía frutos secos y fruta desecada. Como son nuestra perdición, compramos de todos los tipos y nos sentamos en una de las plazas a merendar. También compramos un Bretzel, bien saladito, para probarlo ya que es algo típico de esta zona, y también de Alemania.

Algo que también cabe destacar es la Casa de las Cabezas, que está justo antes de la Pequeña Venecia de Colmar. Es una pequeña casa con una arquitectura original, formada por 111 cabezas de diferentes figuras: desde figuras de distintos animales hasta máscaras de todo tipo. Mucha gente no sabe que existe y no le presta suficiente atención. Por suerte, yo siempre suelo leer qué visitar antes de plantarme en una ciudad y entonces, no pasó desapercibida.

Allí estuvimos paseando, nos acercamos al Museo del Juguete, observamos los escaparates de las tiendas y ya hacia la mitad del día nos paramos a comer en un restaurante italiano que se llamaba La Romántica. Comimos pizza de champiñones y queso, muy buena. No era especialmente caro, sorprendentemente, y eso que estaba en el centro, en una de las plazas principales. El camarero era muy simpático. Estuvimos allí un buen rato, llevábamos el itinerario con calma y cuando ya reposamos, seguimos caminando.

Consejos

Cuando nosotros fuimos era domingo, así que la mayoría de las tiendas estaban cerradas. Una pena. Por lo tanto, aquí os doy el primer consejito: no vayáis un domingo. 

Y mi consejo número dos es que si tenéis tiempo, visitéis otra ciudad además de Colmar. Colmar es pequeño, muy pequeño. En dos horas, puedes verlo perfectamente. Nosotros estuvimos un día entero y no hacía falta tanto tiempo. Si lo hubiese sabido, hubiera cogido un autobús desde Colmar y hubiese visitado uno o dos pueblos más de la zona de Alsacia que al fin y al cabo son todos muy parecidos pero todos tienen su encanto particular. Por ejemplo, está Eguisheim y Turckheim, que en fotos parecen increíbles.

Por la noche

Cuando ya se hizo de noche, sacamos algunas fotos más porque las casitas también destacan muchísimo en la oscuridad ya que están llenas de luces con colores cálidos. Después, ya hacía más frío, fuimos a una cafetería donde tomamos un té y una tarta de tres chocolates. Era una cafetería muy pequeña pero muy original, adornada con muchísimos cuadros y además de turistas, también iba gente local. La encargada de la cafetería era una señora muy mayor, viejita, pero tenía mucha energía. Recuerdo que tenía mucha chepa, la pobre, pero iba y venía, de aquí para allá, trayendo, llevando y recogiendo los platos y tazas de cada mesa. Era muy agradable y simpática. Eso sí, dos tés y un trozo de tarta, nos costó como unos ocho euros.

Y de Colmar no tengo mucho más que decir. Sin duda es una ciudad pequeña pero con mucho encanto, muy romántica, como se puede ver en las fotos con esos colores y esa atmósfera. Cuando fuimos nos dijeron que tuvimos suerte porque no había demasiada gente, pero que un mes antes, en el mercado de Navidad, la ciudad estaba llena de turistas. Algo bueno tenía que tener haber llegado un poco tarde.

Y ya para acabar, quería daros algunos consejos más. Yo solamente estuve cuatro días de viaje, pero de haber estado más, hubiese visitado otras ciudades como por ejemplo, Nancy, que solamente está a dos horas de Estrasburgo así que vale la pena ir, tiene una arquitectura increíble. Además de esto, no sé si conocéis el castillo de Eltz. Es muy bonito y está a tres horas de Estrasburgo, en Alemania.

Y hasta aquí la entrada de hoy. Nos vemos en las siguientes entradas con diferentes lugares y ciudades de Francia. Espero que os haya gustado. Gracias por leerme. 

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