20 días en China. Parte II.

Pingyao.

Tras pasar unos días en la capital, teníamos ganas de descubrir como era una ciudad de menor tamaño en China, asi que nos dirigimos a Pingyao. 

Se trata de una antigua ciudad amurallada, con una de las murallas mejor conservadas del mundo y patrimonio de la humanidad. A diferencia de Pekín, el centro urbano no es demasiado grande, y en un par de días tienes más que suficiente para recorrer todos y cada uno de sus callejones.

Sin embargo, es un lugar que vale a pena conocer. Nosotros nos hospedamos en un hostal qu eno era un hostal. Me explico. Se trataba del hogar residencial de un afamilia local, 2 abuelos, su hijo su esposa y su nieta pequeña. Su casa consta con varias habitaciones con una cama kang tradicional, que consiste en un colchón qu eocupa la pared completa de la habitación permitiendo dormir hasta 4 o 5 personas. Te sentías como en casa. A pesar de que solo un chico joven de l afailia era capaz de hablar el inglés, todos fueron extremadamente amables. Nos ayudaron a tender nuestra ropa tras lavarla, jugábamos con sus nieto se incluso nos ofrecieron comida en varias ocasiones. Fue una experiencia increíble.

Y eso no es lo único bueno de Pingyao. Recorrer sus calles con cientos de puestos vendiendo recuerdos, regatear con los vendedores sin intender ni un apalabra de lo que le dicen el uno al otro, o probar lso fideos locales hecho ahi mismo, delante tuya. Aparte del encanto obvio de su antigua muralla, yo quedé más hipnotizado por la gente local. Ver a un grupo de ancianos sentados en las puertas de sus casas jugando al tradicional Xiangqi, un juego de mesa parecido al ajederez; a niños corriendo entre las tiendas, o jugando con raquetas parecidas a las de badminton. 

Mi recomendación personal en esta ciudad, los karaokes. Nosotros 4 nos metimos en el primero que vimos, a ver que tal el ambiente y a beber una cerveza, y obviamente, todos eran chinos. Al principio estábamos un poco incómodos, pues solo cantaban canciones nacionales, pero nos lanzamos y buscamos a ver si había alguna que pudieramos entender. Y ahí estaba, la Bamba. Cuando vieron a 4 extrageros cantando y bailando la Bamba como si nuestar vida dependiera de ello, derrepente medio bar se levantó y estába aplaudiendonos, bailando cono nosostros e incluso grabándosnos y haciéndonos fotos. Conocimos muchísima gente y hablamos con ellos durante horas usando traductores. En esos momentos, te das cuenta que el lenguaje solo es una barrera más a saltar para conocer gente.

En conclusión, aunque no es una de las grandes ciudades de China, ni tiene monumentos impresionantes, Pingyao debería ser una parada obligatoria, para todo aquel que quiera acercarse de verdad a la cultura del día a día de una ciudad en este gran país.


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