Estás caminado en St Mary street, tienes frío con tu abrigo de invierno italiano, la lluvia golpea tu cara -ya que no tienes paraguas- y el viento te ondula el pelo (intentas recordar la última vez que lucía bien, pero tu cabeza sólo puede ir muy atrás en el tiempo). Vas a quedar con un amigo: " Vamos a La Cabaña. Tienes que ir allí, ¡es tan agradable! Hay un Mc Donalds en la otra acera, quedemos allí ".
Ves el Mc Donalds y buscas este lugar en el otro lado de la calle, pero el viento te tira polvo a tus ojos y de repente estás ciego temporalmente. Cuando te vuelve la vista, ves a tu alegre amigo Galés (y con esto me refiero acostumbrado a la lluvia) aproximándose con su fino jersey, dices " Hola, ¿Cómo estás? " " bien ¿y tu? " " mojado y frío ¡pero genial eh! ". Finalmente os dirigís al lugar, siguiéndole a través de una puerta de madera azul y entras en La Cabaña (Bunkhouse).
Por supuesto, lo primero que te choca es sentir que pasas de un frío helador a un calor agradable, el olor a chocolate y café, te sientes bien, finalmente a salvo. Puedes disfrutar de la vida otra vez, a pesar del tiempo. Y entonces, después de sentirlo, ves el calor. Tenues luces por todas partes, sofás confortables, sillas y camas suaves, ¡camas! para sentarse, almohadas, libros, juguetes viejos y pequeñas jaulas de pájaros encantadoras. Mientras tomas asiento (en la cama pequeña en frente del bar), te fijas de las coloridas grullas de origami colgadas del techo, y hay una ambiente tan agradable que solo quieres pasar el resto del Erasmus allí.
Después de una corta conversación con tu amigo, decides pedir un chocolate caliente (rigurosamente con nata), y consigues el buen vaso de chocolate caliente, con nutella en él. Oh, debes estar soñando, o en el cielo.
Terminas tu bebida caliente en dos sorbos, y como tu amigo bebe y habla, te quitas los zapatos y te relajas en la cama, soñando las (innumerables) tardes que vas a pasar en La Cabaña.