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Visto por el primer mundo


Me encanta hablar de mi país, de su comida, su clima, sus playas, nuestro carácter, nuestras hermosas mujeres... Me gusta hablar de las cosas buenas y de las malas y, al principio, también me gustaba hablar de su situación política, de la vida miserable que estamos obligados a soportar en estos momentos, y mi sentido del humor venezolano me permitía reírme de ella y de las bromas, e incluso hacer mis propias bromas. Pero todo tiene un límite. No me importa que mis amigos hagan bromas sobre que los venezolanos no tengamos comida o medicinas, sé que es algo digno de una broma. En serio, no me importa, la mayoría de las veces son muy graciosas, pero hay otras veces que me siento culpable porque no me merezco estar aquí, viajando y disfrutando de una vida que no es mía mientras mi pueblo sufre y, aún encima, reírme de ello.

La gente me pregunta: ¿Es todo cierto? ¿Es cierto que no tenéis café, leche... comida, en general? ¿Es verdad que tenéis que esperar en la cola durante horas solo para comprar azúcar? ¿Es verdad que solo trabajáis los lunes y martes porque no tenéis electricidad? Y tengo que contestar con un doloroso «sí». Y me preguntan el motivo y yo les intento explicar algo que ni siquiera yo mismo logro comprender, porque no sé cómo hemos llegado hasta aquí, no sé qué ha hecho el pueblo venezolano para merecerlo. Sí, el país votó a favor de esto, y se equivocaron, y estamos pagando por ese error, pero deberíamos tener derecho a hacer bien las cosas. Y, aunque intente justificar las razones políticas y económicas de este fenómeno, lo hago sabiendo que no lo van a entender. Escuchan y hacen más preguntas, y asienten pero, ¿cómo es posible que lo entiendan?

No sé cómo se imaginan Venezuela. Tal vez lo vean como un país caribeño con caminos de polvo, casitas, velas, animales en las calles... Tal vez no saben que tenemos edificios enormes, centros comerciales, embajadas, carreteras y todo ese tipo de cosas que tienen las ciudades. No los culpo... ¿Cómo me imagino Haití? Probablemente me equivoque acerca de ese país que nunca he visitado. Para los europeos es aún más difícil porque pueden imaginarse las cosas malas, por supuesto, pero no pueden conocer el sentimiento de desesperación cuando no son capaces de caminar a salvo en sus propias calles, no conocen el miedo y las injusticias que vivimos todos los días. Por supuesto, en sus países también tienen muchas cosas malas e injustas, pero sus problemas son principalmente lo que en mi país llamamos «problemas del primer mundo».

No sé lo que piensan cuando, en una misma frase, hablo de personas secuestradas y de secuestradores que son considerados. Porque mi país es así: pueden llevarse todo tu dinero e incluso tu ropa y dejarte el anillo de bodas porque saben que es algo sentimental. Me han preguntado ¿cómo puedo estar tan orgullosa de Venezuela? ¿Cómo puedo mencionar tan naturalmente que Caracas es la capital más peligrosa de América Latina? En realidad, no sé la respuesta. Sé que los venezolanos son culpables, pero no puedo culpar a mi pueblo y no puedo condenar a mi país, así de simple.

Me encantan mis amigos europeos inteligentes y cultos. Cuando preguntan, sienten mucha curiosidad y sé que sufren un poco conmigo, pero lo hacen porque simpatizan conmigo, no por el país, claro está. Me encantaría que fueran capaces de ver lo que me gusta y lo que odio y se dieran cuenta de que toda esta contradicción es posible, pero al mismo tiempo entiendo que tengan miedo o no les interese un país así, aunque todos los días les diga al menos una cosa digna de Venezuela.

De todos modos, no sé cómo se ve a Venezuela desde los ojos del primer mundo. No sé si se preguntan o se preocupan por ella, pero, ignorando la situación actual que es sólo temporal y que no define al país o a la gente, puedo decir algunas cosas al respecto. Presentaré a Venezuela a los que no la conocen: Venezuela es un hermoso país en el norte de Sudamérica con el mejor clima y fantásticas playas caribeñas. La gente es alegre, amable y cálida, porque somos tropicales. Bromeamos con todo, especialmente con nuestras preocupaciones. Tenemos la cascada más alta del mundo y la gasolina más barata. Tenemos una comida increíble: tenemos arepas -el mejor desayuno del mundo, dicho por gente no venezolana-, tenemos cachapas y pabellones y hallacas y todo tipo de frutas. Tenemos el mejor ron. Tenemos 7 Miss Universo y una película de Disney es sobre la parte venezolana del Amazonas. Nos encanta el reggeaton y el merengue. Amamos a la gente con chispa, gente que va y coge lo que quiere, quizás por eso estamos donde estamos. Tenemos mucho petróleo, gas y agua. Jugamos al béisbol y se nos da bien. Somos religiosos aunque digamos que no lo somos, y la familia es lo más importante. Esto es Venezuela.

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