Mi primer día en Burdeos

Mi primer día en Burdeos también fue mi último día en Madrid, y de este me acuerdo genial. Mi avión despegaba a las 15:45 y me levanté a las 10:00 para prepararme todas las cosas: las maletas, el billete de avión y prepararme yo misma. Mi novia durmió esa noche conmigo, toda la familia estaba en casa: mi madre, mi padre, mi hermana pequeña, mi novia... Comimos un poco y acto seguido nos fuimos al aeropuerto. Las despedidas fueron lo peor, prefiero no recordarlo. El avión al final despegó a las 15:50 y desde entonces no he vuelto a pisar España.

Fue un viaje corto, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en Burdeos (antes de las 17:00). Mientras que bajaba por las escaleras no terminaba de creerme que estuviese allí. Solo, en una nueva ciudad y con una nueva vida.

Mi primer día en Burdeos

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Cogí rápido mis maletas (que por supuesto pesaban mucho) y me puse a buscar la estación de autobuses. Suena poco creíble, pero la encontré enseguida y dí rápido con el autobús número 1, que era el que me llevaría hasta la famosa Plaza Gambetta. He de confesar que en la Plaza Gambetta estuve un poco perdido hasta que logré encontrar el autobús número 4.

Sabía qué autobús tenía que coger y el itinerario que tenía que seguir porque me lo había explicado el propietario del piso de alquiler.

Lo que me costó más entender: el precio que costaba el autobús cuando me lo dijo el conductor. «Un euro quarante centimes» fue lo primero que escuché en francés al llegar a Burdeos.

Mi problema era que no le preguntaba a la gente. Tenía miedo de pronunciar mal las frases y también tenía miedo de no entender lo que me dijera la gente, por eso me sentí un poco perdido cuando llegué a la Plaza Gambetta.

Cuando me subí al bus número 4 estaba muy nervioso. En 10 minutos conocería al propietario de mi nueva casa y lo más importante, conocería a mis nuevos compañeros de piso.

Al fin conseguí llegar a la puerta de la casa y llamé. Nadie me contestó, pero de pronto se abrió una gran puerta azul que había justo al lado. Era Jean Pierre, el propietario, que salió con una sonrisa de oreja a oreja.

Me costó un poco entender a Jean Pierre al principio. Pero poco a poco conseguí expresar lo que quería decir y acto seguido fue a enseñarme mi nueva habitación. Era grandísima y tenía una cama de matrimonio enorme para mi solo (y para mi novia también cuando venga).

El primer día en Burdeos no pude conocer a todos mis compañeros de piso, tan solo a Christian y a Xinih, un alemán y una china muy simpáticos y amables. También a un marroquí llamado Hamzah.

Mi primer día en Burdeos

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Este consejo va dirigido para los estudiantes del año que viene: intentad compartir piso con gente que no hable vuestro idioma. Después de una semana, ya sabía desenvolverme perfectamente en francés. También podéis alojaros en una residencia universitaria, pero al final siempre acabarás encontrándote con gente de tu país y hablando en tu idioma.

Bueno, prosigo contándoos mi primer día en Burdeos. Eran las 19:00 más o menos y tenía que buscar alguna tienda para comprarme algo para cenar. Con las mismas salí de casa y encontré una tienda donde podía comprar charcutería y pan para hacerme una buena comida.

Esa noche fue dura. Me acordé mucho de mi familia y de mi novia. Cené solo, y cuando fui a acostarme he de confesar que lloré un poco.

Y hasta aquí el resumen de mi primer día en Burdeos. Espero que os sea útil a los estudiantes que vengan el año que viene.

Lo único que tengo que deciros es que no tengáis miedo a salir de vuestro país. Es difícil al principio y el primer día es duro, pero después os divertiréis y disfrutaréis de todas las cosas nuevas que encontraréis en ese país y de las personas que conoceréis.

Todo lo que pase en esos primeros días os hará madurar y las cosas que aprendáis no solo os servirán para vuestra estancia allí sino que también os acompañarán para toda la vida.


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