De Saint Nazaire a Burdeos
Dejamos la residencia
Mi último día en Saint Nazaire había llegado. Dejar la habitación de la residencia Heinlex donde había estado viviendo todo un curso hacía que muchos recuerdos se pasaran por mi cabeza. Pero ya se encargó el conserje de quitarme los pájaros y empezar a darme papeles que tenía que firmar para que quedara constancia de que ni me llevaba ni me faltaba nada más de la cuenta.
Alejandro y yo nos levantamos sobre las diez de la mañana, a sabiendas que a las doce teníamos que estar fuera de la habitación y tenía que entregar las llaves en recepción. Pero antes, tenía que dejar la habitación tal cual me la había encontrado, esto quiere decir, como poco limpia y sin ningún objeto dentro. Había muchas cosas que no quería para nada y por lo tanto fueron directas al contendor. Otras tantas no me habían cabido en las maletas y aunque me hubiera gustado llevármelas (como las sábanas y el nórdico que compré allí nada más llegar), tuve que dejarlas en el punto de objetos perdidos por si a alguien le venían bien. Y otras cosas, como los platos, cubiertos, vasos, alargadera… se los deje a los compañeros peruanos que iban a seguir en la residencia durante otro año más. Después de limpiar todo meticulosamente con la inestimable ayuda de Alejandro que es un magnífico barrendero, tanto el conserje como la limpiadora a la que le tocaba trabajar aquel día dieron el “ok” a la habitación y pude devolver las llaves y coger la fianza que había depositado a principio de curso.
Me despedí de los pocos que no se habían ido todavía de vacaciones y salí junto a Alejandro y nuestro equipaje al aparcamiento del IUT Saint Nazaire, donde esperamos al conductor que nos iba a acercar hasta Nantes. No os lo he contado aún, pero nuestro plan era llegar en Bla Bla Car desde Saint Nazaire hasta Valladolid, haciendo parada en Nantes para poder enlazar viajes y en Burdeos para conocer la ciudad durante un par de días. Como veis, todo “Low Cost”, y la estancia en Burdeos no iba a ser menos, pero eso viene en un rato. Nos encontramos con el conductor y por tan solo tres euros cada uno, fuimos hasta Nantes. En Nantes nos dejó en las afueras y tuvimos que ir en tranvía hasta el centro de la ciudad y de ahí a un centro comercial llamado Beaulieu. Comimos un bocadillo en las escaleras del centro comercial y lo cierto es que esta vez si que parecíamos vagabundos, más que por las pintas, por las maletas, bolsas y mochilas que llevábamos con nosotros. Después de comer apareció Bernard, quien nos llevaría hasta Burdeos por 16 euros cada uno y con quien hicimos buenas migas rápidamente. El tipo iba con su mujer y eran de Burdeos, así que todo el viaje fuimos hablando de la ciudad y un poco de toda Francia.
(No tengo fotos del viaje desde Nantes, así que os cuelgo una de la Ópera de Burdeos).
Nada mas llegar a Burdeos, nos pusimos en contacto con el que iba a ser nuestro anfitrión Cyril Martín o Dj Arkan también se lo podía llamar. Agarrándonos a la idea de no pagar dos noches de hotel en Burdeos que nos habrían salido como poco por 80 euros cada uno, estuve buscando durante un tiempo antes de que viniera Alejandro, otras opciones de dormir en sitios “seguros”. Entre las opciones de dormir en sitios “no muy seguros”, estaba la estación de tren, donde sin duda habríamos podido pasar una noche y sin dormir demasiado, pero ya dos noches y con todo el equipaje que llevábamos, era demasiado. Así que buscando y buscando encontré “Couch Surfing”, que es una página Web donde la gente ofrece y solicita sus pisos, casas y apartamentos para que la gente pueda ir a dormir mientras pasa por su ciudad de forma totalmente gratuita. No estaba muy convencido de encontrar a alguien que acogiera a dos estudiantes españoles durante dos noches, pero Cyril fue nuestra salvación a pocos días de empezar en viaje. Después de decirle que ya estábamos en Burdeos y aún sin conocernos, me dio las indicaciones para llegar hasta su casa, que se encontraba en la otra punta de donde nos había dejado Bernard.
En busca de Cyril
Cogimos el autobús que nos indicó Cyril y fuimos a para a un pueblo que estaba pegando a Burdeos, pero que a las claras se veía que era un pueblo y no una ciudad. Se llamaba Pessac y en la parada que nos había indicado Cyril, bajamos y nos le encontramos allí esperándonos. Cyril era un tipo majo, algo callado pero no puso ni una pega en los tres días que estuvimos en su casa (dos noches). De primeras nos explicó que Pessac era un pueblo que estaba pegando a Burdeos y donde vivían una gran cantidad de estudiantes al estar al lado del campus de la Universidad y un gran número de facultades. El piso/estudio de Cyril, quien por cierto estudiaba informática y trabajaba como DJ, era un duplex que estaba muy pero que muy bien. Él dormía arriba y a nosotros nos tenía reservado el sofá cama en el piso de abajo. Estuvimos hablando un poco, nos enseñó el piso y nos hizo entender que estábamos como en nuestra propia casa. Nos invitó a ir con él a tomar algo por el centro de Burdeos y nosotros que aún no conocíamos la ciudad estábamos ansiosos después de llevar todo el día viajando.
Deseando conocer Burdeos
A eso de las siete de la tarde llegamos con Cyril a una parada cerca de la Ópera de Burdeos, y nos estuvo dando nociones muy básicas sobre que ver en la ciudad.
Él no era de Burdeos, pero llevaba ya estudiando allí un par de años y sabía lo básico y esencial (conocía más bares que monumentos e iglesias como suele pasarnos a los estudiantes). Pasamos por una calle que estaba llena de puestos y bares improvisados con sofás y sillones y le invitamos a una cerveza por allí. Cyril aseguraba que era la primera vez que veía aquello y que seguramente habían puesto todo aquello en medio de la calle porque sería alguna feria o algún evento. Al poco fuimos hasta la ópera y nos metió en la calle más larga por la que he paseado nunca, la Rue Saint Chaterine, una calle que estaba llena de gente y llena de tiendas de todo tipo. Es una calle toda peatonal y une la Ópera Nacional de Burdeos con la Plaza de la Victoria (Place de la Victoire). Andábamos tranquilamente, así que se nos hizo de noche y ya cenamos un dürum kebab en uno de los múltiples puestos que había a lo largo de la calle (en Burdeos comí muchos kebabs, demasiados, lo que ha provocado que les odie con toda mi alma).
Después de aquello cogimos el tranvía en la Plaza de la Victoria y nos fuimos de nuevo a casa de Cyril, para darnos una ducha, mirar bien el Google Maps y ver por donde iríamos al día siguiente Alejandro y yo, ya que no íbamos a tener todo el día de guía al amigo Cyril que suficiente tenía con dejarnos dormir en su casa.
Galería de fotos
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- Français: De Saint-Nazaire à Bordeaux
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Comentarios (1 comentarios)
alejandro carabias herrero hace 8 años
muy bueno este día, es uno de los que mejor recuerdo tengo, no se si por la incertidumbre de donde dormiríamos, de si dormiríamos, de lo bonita que me resulto la ciudad de Burdeos, no se, pero aquella mañana que me desperté tenia ganas de seguir mi viaje, ese día tocaba Burdeos, una ciudad descocida para mí, el viaje fue un poco larguillo pero mereció la espera, como bien reflejan las fotografías de Adrián Pascual la ciudad era muy bonita.
lo mejor de ese día sin duda fue el dormir por 0€, si si, 0€, eso si que fue llevar el low cost al punto mas alto.
ademas de dormir bien el anfitrión Cyrill me pareció muy simpático y un chaval muy entrañable diría.
aquella noche descanse del tirón, pues fueron muchos los transbordos que hicimos hasta llegar a nuestro destino.
un gran día con un gran amigo