Burdeos, iglesias, calles, plazas...

Primer día en Burdeos

La primera mañana que despertamos en Burdeos, lo primero que hicimos fue comprobar que no nos faltaba ningún órgano. El sofá cama de la casa de Cyril no era demasiado cómodo, pero dormir en aquel duplex era mejor que hacerlo en la estación de tren de la ciudad.

Cyril nos había comprado de todo para desayunar, y se estuvo disculpando porque no sabía que nos gustaba. Era un gran anfitrión la verdad y el hecho de no pagarle nada me empezaba a saber mal, así que acordamos que nosotros le invitaríamos a cenar y a tomar algo por la noche. El tipo se tomó muy en serio su labor como anfitrión o “Couch Surfer” y nos dejó subir a la planta de arriba de su casa (su habitación), donde en una gigantesca pantalla de ordenador nos estuvo enseñando la ciudad en el Google Maps. Había estado mirando toda la mañana lo que realmente había que ver en Burdeos en dos días y había preparado una especie de ruta por la ciudad, aunque luego Alejandro y yo iríamos por otra muy diferente. La habitación la tenía llena de ordenadores y nos explicó que también se dedicaba a arreglarlos y formatearlo, vamos, que hacía de todo. Quedamos con él sobre las seis allí en casa para darnos una ducha después de ver Burdeos y salir a tomar algo con él aprovechando el día de lujo que hacía y Alejandro y yo cogimos el tranvía para ir al centro de la ciudad.

Solos ya en las calles

Lo primero que hicimos fue ir a una oficina de turismo que habíamos visto el día anterior, junto a la Ópera de Burdeos y allí cogimos un mapa para orientarnos bien y ya de paso preguntamos a la guía de turno que era lo primero que podíamos ver. Nos explico lo mismo que Cyril, había que visitar el Monumento a los Girondinos, las Catedrales, la Torre Pey Berland, la Basílica, la Plaza de la Bourse, la Place de la Victoire, los diferentes arcos y puertas que hay por la ciudad… Nosotros optamos por ir en primer lugar a lo que estuviera más cerca y ya tendríamos tiempo de ver otras cosas, así que nos acercamos a una explanada de tierra que estaba junto a la Ópera y donde se encontraba el famosos Monumento a los Girondinos. Alrededor del monumento, que es a su vez una gran fuente, había muchos japoneses, así que fue fácil encontrar fotógrafo.

Desde allí, nos encaminamos a otro de los puntos más conocidos de Burdeos, la Place de la Bourse. Se trata de una gran plaza que se encuentra justo enfrente del Palace de la Bourse de Bourdeaux. Y en frete de esta plaza, cruzando una de las principales vías de la ciudad, "la Quai de Richelieu", se encuentra Le Miroir d´Eau (el espejo del agua). Este último, se puede decir que es una especie de plaza/fuente donde todo el suelo está cubierto de agua, que no para de salir de pequeños orificios. Siguiendo a otros tantos turistas, nos quitamos las playeras, los calcetines y nos pusimos a “caminar sobre las aguas”, aún a sabiendas de lo que se podría pillar allí. Esta plaza/fuente, se encuentra a su vez al lado del río Garonne, por lo que todo en su conjunto hace uno de los puntos más bonitos de la ciudad.

Al rato de estar por allí y antes de meternos de lleno por las calles del casco antiguo de Burdeos, decidimos visitar primero el Ayuntamiento y la Catedral de Saint André. Caminamos por la orilla del río Garonne y cogimos el tranvía de nuevo para ir por toda la calle Cours d´Alsace et Lorraine hasta llegar a la parada que hay junto a la Torre Pey-Berland. La Catedral de Saint André de Burdeos, está en una gran plaza, quedando esta en medio y se encuentra en el cruce de calles muy transitadas, como la Rue Vital Carles, el ya mencionado Cours d´Alsace et Lorraine y la Rue de Maréchal Joffre. La entrada nos constó algo así como 3 euros y lo cierto es que por dentro es bastante más bonita que la de Rennes que habíamos visto recientemente. No se pueden hacer fotos, así que no puedo enseñaros ninguna. De lo que sí tengo fotos es de la Tour Pay-Berland, y a la que por cierto, no sabíamos que se podía subir. Se trata de una gran Torre desde donde se puede ver todo Burdeos y el precio es de entre 5, 5 euros y 4, 5 euros, dependiendo de la tarifa que se aplique.

Claro que todo esto nos lo explicó Cyril por la noche cuando nos preguntó qué habíamos estado viendo. En la propia plaza donde se encuentra la Torre y la Catedral, estuvimos viendo la opción de coger un par de bicicletas para movernos más rápido por la ciudad. Pero la última semana en Saint Nazaire, había anulado mi tarjeta de BNP Paribas, por lo que ya no tenía cuenta en Francia y el sistema no aceptaba nuestras tarjetas españolas.

Dejamos de lado el museo de Arte de Burdeos que estaba a pocos metros de la Catedral y ya puestos a ver monumentos religiosos, cogimos de nuevo el tranvía para ir hasta el Quartier de Saint Michel (barrio), donde está la Basílica con el mismo apellido, Saint Michel. Junto a la Basílica, que por cierto estaba cerrada, había otra torre parecida a la de Pay-Berland, ésta, mucho más picuda que la anterior, pero igualmente alta. En ese mismo barrio, paramos a coger algo para comer en uno de los supermercados que había y nos sentamos en un banco a la sombra frente al Garona a descansar un rato. Ver una ciudad en un par de días es lo que tiene, hay que andar mucho y aprovechar el tiempo al máximo. Al poco de comer, fue cuando empezamos a callejear sin rumbo fijo. Atravesamos la Rue Victor Hugo y nos metimos por un montón de calles peatonales. Fuimos viendo plazas, calles e iglesias, sin querer mirar aún el mapa y sin saber realmente en hacia que punto cardinal nos dirigíamos. Sin saber bien por dónde habíamos ido, acabamos en la calle interminable por la que nos había llevado Cyril el día anterior, la Rue Saint Catherine. Seguimos la calle hasta la Plaza Saint Projet y de ahí ya teniendo el mapa en la mano, fuimos a la Plaza Camille Jullian y por las calles peatonales que rodeaban toda aquella zona.

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