Descubriendo Budapest: más a fondo

Después visitar los principales lugares a que cualquier turista debería ir cuando visita Budapest durante el tiempo que sea, toca hablar de los pequeños lugares y detalles que hacen a Budapest ser una ciudad tan genial que visitar.

No es una ciudad que destaque por grandes monumentos, a excepción del Parlamento, ni que tenga un lugar fetiche al que todos los turistas vayan como lugar indispensable. Por lo que destaca Budapest es por sus calles, los pequeños detalles y la arquitectura que estas aguardan.

Asimismo, es también un lugar que destaca por su gastronomía. No hay que dejar de probar muchos de sus platos típicos (sin olvidar lo que les gusta el picante a estos húngaros)

Monumento a los Zapatos del Danubio y paseo por el barrio judío

Es un recorrido muy bonito para conocer las calles de Budapest y hacer un recordatorio sobre la triste historia europea de mediados del siglo XX. Budapest fue una ciudad con una muy importante cantidad de población judía, de las más numerosas de toda Europa occidental. Tras el triunfo del Partido Nazi en Alemania, las políticas antisemitas y el odio se fueron extendiendo con mucha rapidez por muchos pueblos de Europa, hasta que los alemanes decidieron invadir Hungría. Fue tras este momento en el que muchos de los judíos que vivían en la ciudad de Budapest fueron recluidos en el gueto de la ciudad hasta su liberación, realizada por las tropas soviéticas.

Y con este pequeño y breve repaso a la historia de la población judía en Budapest se puede empezar el recorrido, durante el cual hay carteles informativos que van explicando toda esta historia, así que no hace falta tener ningún tipo de conocimiento previo, tan solo un mínimo interés por descubrir y aprender cosas nuevas.

El primer lugar que conviene visitar, y uno de los más famosos de la ciudad seguramente, son los Zapatos del Danubio. El monumento solamente es una reproducción en hierro de zapatos de diferentes tipos situado a orillas del Danubio, muy cerca del edificio del Parlamento. Es una hilera que recorre aproximadamente 20 metros de la orilla y que representa los 20000 judíos que fueron fusilados allí mismo y tirados al Danubio a finales de 1944. Es un sitio muy duro cuando te encuentras ahí y te paras a imaginar la atrocidad que pudo ser aquello. Un lugar que invita a estar en silencio mientras se camina por esa orilla observando zapatos de diversas formas y tallas. Sin duda un homenaje que recuerda ese pasado de la mejor forma posible, minimalista y emotiva.

Después de esto se puede ir caminando hasta el barrio judío, situado en la zona de Pest. No se tarda demasiado en llegar, y como no me cansaré de decir lo mejor que se puede hacer es ir caminando, ya que el paseo forma parte de la visita. Una vez allí se podrá encontrar la  sinagoga Dohány, la cual es una de las más grandes del mundo. Por experiencia personal os recomiendo que preguntéis como llegar, ya que no sé si por desorientación propia o por qué, me costó mucho dar con ella. Justo al lado de la sinagoga se encuentra el que es conocido como Árbol de la Vida, una escultura que conmemora a los judíos asesinados durante la segunda guerra mundial con la inscripción de todos sus nombres.

Por la zona también se encuentra el museo Judío, el cual tiene una exposición que trata sobre la historia de los judíos en el país. Es una visita bastante sencilla y recomendable, pero no imprescindible si no se está realmente interesado en dicha temática.

Más alejado está el museo del Holocausto de Budapest, que trata concretamente sobre las penurias sufridas por los judíos durante la segunda guerra mundial. Como curiosidad cabe mencionar que en el paseo exterior al mismo hay colocado un trozo real del que fue el muro de Berlín. Uno de los muchos que hay alrededor del mundo. Esta visita, al igual que cualquier visita sobre cualquier tema que tenga que ver con el Holocausto y otras atrocidades de la segunda guerra mundial, sí que recomendaría verla, ya que es un pasado muy duro y reciente que no conviene olvidar teniendo en cuenta las cosas que están pasando en la actualidad.

Paseo a los Baños Széchenyi

Es una de las tradiciones más llamativas de Budapest, ir a pasar una tarde en alguno de sus muchos balnearios por los que es conocida. Los más famosos son los Baños Széchenyi, los cuales se encuentran alejados del centro histórico, en un parque al lado de la plaza de los Héroes. Esta es una plaza muy amplia que está formada por una hilera de columnas con estatuas de bronce, que homenajean a los fundadores de la nación húngara, y una gran columna central con más de estas estatuas. La sensación de amplitud y grandeza aquí es impresionante.

Pero para llegar a esta plaza que da entrada al parque donde se encuentran los baños hay que recorrer toda la avenida Andrássy. Recorrer toda la avenida andando es un paseo muy largo, puede llevar una hora aproximadamente. Pero no hemos venido a Budapest, y menos a un balneario de la ciudad, a tener prisas.

A pesar de ser un paseo que lleva su tiempo es un recorrido muy bonito, ya que llegando al final del mismo se pueden ver casas muy antiguas, probablemente del siglo XIX a juzgar por su aspecto. Muchas de ellas no tienen pinta de estar muy restauradas, es curioso verlas.

Una vez en el parque hay un largo por el que se puede navegar con barquitos y enseguida se divisan los baños. Su aspecto por fuera es antiguo, pero por dentro es como cualquier balneario al que se pueda ir con lo que se refiere a los vestuarios. Una vez que te cambias y sales a las piscinas exteriores puedes reconocer una de las imágenes de la ciudad con las dos grandes piscinas y los edificios amarillos de fondo. La temperatura del agua es muy agradable, invita a estar mucho rato dentro, y más si la temperatura exterior es baja. Hay chorros relajantes y mesas de ajedrez que parecen estar monopolizada por los lugareños de más de 50 años. Hay que recordar que Hungría es una ciudad de gran tradición ajedrecista.

Por dentro del edificio hay termas con aguas a diferentes, desde los 15 a los 37 grados. Son todas muy bonitas, y el edificio por dentro está muy cuidado. También hay saunas y baños turcos con diferentes grados de temperatura, mixtos todos ellos.

Conviene mencionar que es un balneario tan masificado y popular que no es obligatorio el uso de gorro de baño ni de chanclas tal y como suele ser habitual en esta clase de sitios. Por el contrario se premia la comodidad de la gente, ya que lo único que se pide es que se lleve un bañador o un bikini, sea cual sea. De hecho llegué a ver a gente que directamente no iba con ropa de baño, sino con ropa interior a modo de traje de baño, y valía perfectamente.

Es sin duda la mejor opción para acabar una visita a Budapest.

Subida al castillo de Buda

Situado en la parte de Buda, al lado del Bastión de los Pescadores, es otra de las subidas que se pueden hacer en la ciudad para contemplar Budapest desde las alturas.

Se puede subir en teleférico, el cual cuesta 10 euros y en un par de minutos te deja en la parte de arriba. Pero eso es de cobardes. Se pueda subir caminando perfectamente y sólo lleva 40 minutos caminando cuesta arriba por un bosquecillo por el que se puede atajar con peligro de resbalarse y caer. Pero no entraña peligro. Es un paseo cansado pero divertido si se hace con buena compañía. 

Una vez arriba se puede ver el castillo de Buda por fuera disfrutar las vistas que ofrece el mirador. Aunque el cansancio, si se sube andando, hará mella sin duda en la capacidad de disfrute del lugar. Y como siempre digo, la mejor forma de conocer los sitios es caminando, y sin duda es como más satisfecho te encuentras al final del viaje, habiendo recorrido todas las distancias (o al menos la mayoría) andando.

Gastronomía en Hungría

Después de haber estado caminando por la ciudad todo el día, no hay nada que siente mejor que comer bien. Y en Budapest se puede hacer a un precio realmente asequible.

Lo más destacable y barato son los múltiples puestos de kebab que hay por toda la ciudad. Son muy diferentes a los que te puedes encontrar en España. Aquí el pan es más bien un pretexto para llevar los ingredientes, no es tan grueso como aquí en España. Pero la principal diferencia está en el picante. No sé qué les debe de pasar a los húngaros en la lengua, pero no es normal. Pedimos un kebab poco picante, y puedo jurar que a mí, alguien al que le gusta el picante, le ardía como el infierno.

Lo acabé por orgullo, pero tenía partes incomestibles. Hay que pedirlo con nada de picante sin duda, si no se descontrolan echándole.

El otro plato que no hay que irse sin probar es la sopa de gulash, una sopa con carne, patatas y muchas especias. No se puede ir uno de la ciudad sin probarla, en cualquier restaurante de la ciudad que sirva comida húngara te lo pondrán, y no es nada caro.

El paté de hígado es otra de las especialidades que sirven mucho en los restaurantes. A día de hoy el paté con mermelada que he probado en toda mi vida. Lo probé en un restaurante situado en la calle Zrinyi, una calle muy turística que conecta con la basílica de San Esteban.

Otras visitas

Otros muchos sitios se pueden ver en Budapest, todo depende del gusto de cada uno, del tiempo que tenga y de lo que le interese ver de la ciudad.

Uno de los sitios que yo visité fue el Memento Park, un parque situado a las afueras de la ciudad del que ya hablé en concreto en otro post. Aquí tienen guardadas un gran número de estatuas pertenecientes a la etapa soviética de Hungría. Un sitio al que hay que ir si se está interesado en esta parte de la historia húngara.

También se puede ver la estatua de la libertad de Budapest, situada en una colina algo alejada del centro de la ciudad a la que sí conviene ir en transporte público debido a su situación en el mapa. Se trata de una estatua que conmemora la liberación de la ciudad a manos de las tropas soviéticas al final de la segunda guerra mundial.

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