Budapest (lago Balaton), cuando el Danubio nos separa (5/6)
5 de junio del 2016
Día 5: El azul Balaton
Una vez no hace el hábito, pero hoy llegué tarde a la estación, al igual que ayer. La diferencia es que esta mañana perdí el tren. No es que fuera un drama, porque el siguiente pasaba solo una hora más tarde. A las 8:10, cuando llego a la estación de Deli (Deli palyaudvar) de Budapest, ya está en el andén. Entro en el tren, tan deteriorado como sus vecinos eslovacos.
Se me hace largo escribir mi diario de viaje. Además, ¡las 8:35 ya y el tren sin meter todavía el turbo! Un mensaje sonoro que me pareció tan sibilino como el tailandés, suena por el vagón. En inglés, como no sé hablar esta lengua tan particular (húngaro) me dirijo a un anciano sentado a mi derecha. No podemos utilizar el habla (no habla inglés), por lo que nos comunicamos con signos. Así me entero, con los diez dedos desplegados, que nuestro viaje se retrasa diez minutos.
Pasan diez minutos y el tren sigue sin arrancar. Otra vez se manifiesta una "Simona" húngara. Otra vez me vuelvo hacia mi interlocutor. Otra vez con los diez dedos desplegagos. Me da rabia, no me gusta llegar tarde.
La escena no se repetirá. A las 8:50 salimos de Budapest. ¿A dónde voy? La capital húngara empieza a sonarme tras cuatro días. Me voy al campo. Me alejo en dirección al lago Balaton a unos 100km al sudoeste, lo equivalente a dos horas de tren.
El lago Balaton desde la ventana del tren, orilla sur
Saco la cabeza por la parte de arriba de la ventana. El aire es fresco. De repente, por encima de los arbustos color verde-oscuro, distingo el lago Balaton. Lo primero que veo es un azul sacado de una laguna polinesia. Al otro lado de la orilla, una fina franja de tierra plana. Aplastándolo, un cielo cuyo azul parece haber emigrado del lago y un generoso despliegue de nubes dispersas de nata. Soñador, me pregunto la relevancia de visitar este lago de perlas en plena tormenta, tanto su belleza parece depender del clima.
Retraso en Siofok : dos horas de espera
Siofok, orilla sur, 10:50. Me obligan a bajar contra mi voluntad: fin del trayecto. Pensaba coger más lejos el ferry para el lago, en Balatonfoldvar. Desde ese puerto, el trayecto era más corto que de Siofok a la casi isla de Tihany, que quiero visitar. Para ir a Balatonfolvar, tendría que seguir en bus. Al no saber ni los horarios ni la lengua del lugar, no me arriesgo a coger otro vehículo. ¡Lo importante es que esta noche llegue a Budapest!
Quedándome en Siofok, acelero la marcha para ir al puerto, de donde sale la compañía del lago (Balatoni hajozas). Paso a zancadas delante del paseo rodeado de dos estrechas filas de discotecas, snacks, restaurantes e insípidos hoteles. Me acuerdo de que un ferry sale del puerto a las 11:00.
En el paseo que está a orillas del "mar húngaro", en Siofok
En el lugar, me entero de que el ferry salió a las 10:30. Los horarios no eran los mismos de internet. Así que, tuve que esperar al siguiente que salía dos horas más tarde.
En el andén, intento hablar con el chico que llevaba una de las tiendas de comida para llevar. Le pido un borek para comer. No sé por qué, le pregunté ingenuamente : « ¿El borek es húngaro? » Responde: « Es un sandwich griego [más bien turco, comprobándolo luego], donde se enrolla la carne y la lechuga en un hojaldre. »
Intento salir del rol cliente-vendedor para hablar un poco más con él. No funciona. Tengo el sentimiento de que, no es porque fuera reservado; sino porque los húngaros se comportan así con los extranjeros. Siguiendo el testimonio de mi guía de Budapest, que se jacta de estar « hecha por autóctonos »; aparece escrito en la sección « Mentalidad húngara » : « Al principio, nosotros los húngaros podemos parecer distantes, incluso fríos. » Lo he experimentado.
Lago de embrujo, Tihany tórpido
A las 13:00, me subo al gran barco. El trayecto que consiste en atravesar el lago para alcanzar Tihany dura una hora y diez minutos, haciendo escala en Balatonfured. Siendo precavido como en le barrage d’Orava en Eslovaquia, me siento en la cubierta, usando el aire como remedio para el mareo.
Los cúmulos de algunas horas atrás, blancos y ligeros como la nata, se convirtieron por la tarde en nebulosas grises y pesadas. El azul esmeralda se volvió más frío, más apagado. Pero no por ello menos envolvente. Para sacar el mejor de los clichés, hago muchas fotos de esta extensión cuya superficie nunca tiene el mismo relieve, nunca da las mismas reflexiones. En medio del lago, es como estar en el mar, dado su tamaño. Esta impresión no es incorrecta, ya que el Balaton, apodado "el mar húngaro" es el lago más grande de Europa con una superficie de 600 km².
El pueblo de Tihany, conocido por ser uno de los más bonitos de Balaton. Muchos extranjeros visitan el lago, sobre todo alemanes.
Soltaron las cuerdas del ferry en Tihany. Este pueblo está colocado en una península que casi corta el lago en dos, dejando aún así una angostura de un kilómetro. ¿Qué se puede ver en Tihany? Hecha a los marineros de agua dulce de Siofok, mi pregunta tuvo como escueta respuesta : « Solo la iglesia. » ¡Y encima hay que querer pagar 1. 000 forints (3 €) para entrar!
Como solo tenía dos horas, aposté por no invertir en la visita. Solo paseé de arriba abajo por las calles del extenso pueblo. Caminando, me pregunto dónde se encuentra el "pueblo" de Tihany. Salvo una plaza, el resto de las casas (muchas de ellas hechas de simples bloques de hormigón), se dispersan a lo largo de los caminos de asfalto. A pesar de esta falta de encanto, el lugar es muy turístico, con muchos peatones extranjeros, con restaurantes pseudo-tradicionales, con tiendas de recogedores. Uno de ellos engaña por los pimientos que tiene colgando de la fachada.
Desde la abadía, echo un vistazo al Balaton, que me gusta mucho más que Tihany. Ahora salen los veleros a la superficie y le dan, gracias a su aspecto impenetrable, un aire al golfo de Morbihan, en Gran Bretaña. Desde el calvario, de un blanco depurado, observé que el agua se extendía aún más: un lago incrustrado en el interior de la península.
Cuando los empleados del barco deshicieron las cuerdas de las quillas de la cubierta, empezó a llover. Solo me apetecía volver a Budapest.
En el ferry de vuelta, la península de Tihany, día de tormenta.
Me siento entumecido. Entre Tihany y yo, al igual que con Siofok, no ha habido ningún flechazo. En la península, incluso me informé para que me devolvieran una parte del billete, bajar a Balatonfured, a tan solo 20 minutos del barco y coger allí el tren hacia la capital. Pero no fue posible.
Entonces, durante 70 minutos más, hasta el final, aproveché el Balaton azul. Por el mareo causado por el movimiento del mar (que no es salado), me senté en los bancos de plástico de la cubierta. Me quedé así, al viento, durante gran parte del trayecto, salvaguardado por la vela, pese a la lluvia, pese al viento.
A la vuelta, cené en el restaurante que más me gusta de Budapest, aconsejado por la guía Steffen desde el primer día. A falta de llamarse Balaton azul, se llama Azul Rosa (Kék Rózsa).
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
¿Quieres tener tu propio blog Erasmus?
Si estás viviendo una experiencia en el extranjero, eres un viajero empedernido o quieres dar a conocer la ciudad donde vives... ¡crea tu propio blog y cuenta tus aventuras!
¡Quiero crear mi blog Erasmus! →
Comentarios (0 comentarios)