Budapest de noche desde la Ciudadela

¿Cómo es Budapest de noche? ¿Será diferente al verla desde las alturas por la noche? ¿Tendrá la misma aura de vitalidad y alegría? Llevo mis primeros 20 días en la ciudad haciéndome estas preguntas, pero no sirve de nada que me esfuerce en conseguir una respuesta si no hago nada para conseguirlo. Sería como desear algo y no poder hacerlo realidad. Dicen que para saber si algo es bueno, hay que probarlo, así que me propuse descubrir yo mismo cómo es Budapest de noche subiendo a la Ciudadela.

A las siete de la tarde, fui a un supermercado en Kiniszi utca, Spar, para comprar dos latas de cerveza y patatas fritas y llevármelas a lo alto de la colina. Normalmente prefiero ir a Spar para hacer la compra semanal, ya que se encuentra cerca de mi residencia. En este caso, tuve que ir a comprar algo que me diese energía cuando hiciese una pausa a medio camino. Guardé mi compra con cuidado dentro de la mochila y me dirigí a la colina Gellert.

Cuando alcancé el edificio E, donde se encuentra la facultad de Economía de la Universidad Corvinus de Budapest, me quedé asombrado por su increíble belleza. De noche, la facultad es todavía más bonita. Las luces que iluminan los alrededores se reflejan en el edificio, lo que le da un aspecto dorado. Vale la pena detenerse a observarlo; no creo que te canses de admirar esta belleza accidental.

Aquí puedes ver una foto del edificio E, muy cerca del puente de la Libertad. De noche, parece magnífico e imponente. Es muy agradable dar un paseo nocturno por esta zona, sobre todo si vas acompañado de amigos o de tu pareja. Fíjate en las luces del edificio y de sus alrededores.

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Para entonces, ya había recorrido 400 metros, quizás casi un kilómetro. Tardé unos 15 minutos en llegar a los pies de la colina desde la residencia Kiniszi. Cuando llegué a la plaza Gellert me quedé maravillado con la belleza del Hotel Gellert y sus atrayentes luces. Ya eran las siete y cuarto de la tarde.

Había cinco personas que supuse que eran turistas de camino a la colina. Les seguí un rato solo para comprobar que era seguro subir a la colina de noche. Tras un rato caminando, me di cuenta de que había mucha gente que también subía a la Ciudadela. Motivado por el número de gente, deduje que incluso de noche había mucho que hacer en la Ciudadela.

Seguí mi camino hasta que empecé a sentirme cansado y decidí parar en la iglesia rupestre. La estación que hay cerca de la entrada de la iglesia tiene vistas al puente de la Libertad, que en aquel momento brillaba con luces titilantes. Desde donde estaba, se podía apreciar la silueta del puente. Parecía que las luces bailaban al reflejarse en las aguas del Danubio. El puente de la Libertad daba la impresión de ser una oruga gigante decorada con piedras preciosas que relucían en la oscuridad. Era el escenario romántico perfecto. El puente de la Libertad siempre está concurrido, incluso de noche. ¡Es maravilloso y deslumbrante!

En esta foto, estaba sobrecogido por la grandiosidad de lo que tenía detrás.

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Aquí puedes ver otra foto del puente de la Libertad:

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Tras descansar unos minutos cerca de la cueva rupestre, reemprendí mi camino hacia la Ciudadela. Pasé cerca de un grupo de estudiantes que se divertían tomando cervezas y riendo escandalosamente. Se les podía oír a varios metros de distancia.

A decir verdad, me sentía bastante cansado cuando todavía me quedaba la mitad del camino. Supuse que sería porque llevaba varios días sin hacer ejercicio y me cansaba antes. Tuve que parar por segunda vez y recargar energías. Me bebí una lata de cerveza y comí algunas patatas. Lo estaba pasando bien a solas. La cerveza me dio el empujón de energía que necesitaba.

Mientras descansaba, pude oír algunos insectos entre la vegetación. Desde donde estaba, podía ver a un grupo de gente que también se dirigía a lo alto de la colina. Parecía que cada vez más gente se animaba a ver la Ciudadela y la ciudad de noche. Evidentemente, no podía ser el único que quería ver la ciudad de noche.

Seguí con mi camino hasta la cima de la colina. Si esto fuera un maratón, debería conseguir llegar a la meta. No había tiempo para vacilar ni rendirse. Me jugaba mucho: ¡Quería apreciar la belleza clásica y elegante de Budapest por la noche! Empezaba a faltarme el aire cuando por fin pude vislumbrar la figura de una mujer levantando una hoja de palma. Entonces, supe que estaba llegando. Estaba agotado. Si fuese un perro, ¡estaría jadeando y con la lengua fuera! (es broma). Poco a poco, me consumía la fatiga. Tenía mucha sed. Estuve a punto de abrir otra cerveza, pero me resistí. Quería beberme la cerveza cuando llegase a la cima. Unos minutos después, estuve a punto de rendirme y de no llegar hasta arriba. Pero ya había llegado muy lejos y quería conseguir lo que me había propuesto antes de volver a la residencia: conquistar la Ciudadela y observar la belleza de Budapest por la noche.

Subir por la colina no es moco de pavo. Pero la satisfacción que obtienes al llegar a la cumbre es inefable. Cuando por fin llegué, me sentí aliviado. Mucha gente me había dicho que la Ciudadela de noche es preciosa, y no mentían. Estaban diciendo la pura verdad, sin adulterar. La Ciudadela de noche es impresionante, increíble. Hay muchísima actividad y turistas a esa hora. Al principio, pensé que solo habría un par de personas allí arriba, pero para mi sorpresa, la Ciudadela atrae más gente de noche que de día. Había parejas, grupos de amigos y familias allí cuando llegué.

La Estatua de la Libertad (la mujer sosteniendo una hoja de palma de la que hablaba) es un paradigma de la belleza clásica. Es una obra maestra en sí, cuya belleza está esperando a ser descubierta de noche. La Estatua de la Libertad tiene una estructura magnífica; su pose y su porte denotan fuerza, magnanimidad, valentía y fuerza. La estatua del hombre sosteniendo una antorcha es igual de magnífica. La perfección de su equilibro está en sintonía con el aire que se respiraba en Hungría en los días de agitación política y su posterior liberación.

Tuve que abrirme paso entre los turistas que estaban haciendo fotos de la ciudad. No me equivocaba: Budapest de noche parece la obra maestra de un artista. Era como una isla nocturna repleta de joyas brillantes, hermosas y espléndidas. ¿Crees que exagero? Pues no. Si estuvieras aquí, podrías ser tú quien hiperbolizara la descripción. La ciudad está llena de vitalidad y destaca incluso de noche. Las luces que la cubren le dan un aspecto vívido, hermoso y romántico.

Esta foto no necesita descripción porque habla por sí sola. Mi cámara no tiene buena resolución ni muchas características que hagan que las fotos salgan mejor, pero esta bonita ciudad no necesita ninguna lente especial para salir preciosa.

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Había muchos turistas apiñados en la zona que daba a la ciudad y habían invadido casi por completo el lado con las mejores vistas. Da igual qué ángulo elijas para hacer una foto: casi todos son dignos de fotografiar. Yo no soy muy bueno con la cámara, pero no hace falta serlo cuando no es necesario hacer destacar lo que se fotografía, sino admirarlo. Budapest de noche visto desde la cima de la Ciudadela es una obra de arte en sí. Transmite una belleza sin igual. No te cansas de observar y admirar tanta perfección.

Ya para acabar, mientras volvía a la residencia me di cuenta de que todo lo que había visto y experimentado en la cima de la colina Gellert era auténtico, bueno y hermoso e iba a guardar un buen recuerdo siempre. Me llevé un sentimiento indescriptible de admiración por la ciudad. Creo que esta experiencia será una parte esencial de mi educación. Aprendí algo nuevo ese día. No me equivocaba al considerar esta ciudad un sitio lleno de sorpresas y maravillas. Y esta noche fue la prueba de ello: ¡fui testigo de estas sorpresas y maravillas! Más sorpresas aguardan durante los próximos meses y me he propuesto experimentarlo todo y vivir la vida al máximo.


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