Budapest, cuando el Danubio nos separa (4/6)

4 de junio 2016

Día 4: un sábado mórbido de vistas panorámicas

Me pasé las primeras horas del día en Budapest, donde todo fluye, en el campo. Se me ocurrió hacer esta excursión cuando aún estaba en Eslovaquia y vi un programa llamado "Echappées Belles" que iba sobre Hungría. Salió un reportaje sobre el Tren de los Niños (Gyermekvasut), una línea de tren que controlan niños de 10 a 14 años.

Panorama de la rica ciudad de Buda desde Mont Hegy

Para llegar hasta la estación desde donde salía este tren, tuve que subirme al tren cremallera (Fogaskereku, línea 60), que sale desde la estación de Varosmajor. Llegué con retraso por culpa de los desvíos que tomé para encontrar Varosmajor, pero conseguí subirme al Tren de los Niños en la estación de Szécheny-hegy. Por suerte para mi, no eran muy estrictos con los horarios y suelen salir más bien a las 10:05 en lugar de a las 10 en punto.

Esa mañana el tren constaba de tres vagones y una locomotora de los años 50 de color rojo, azul y blanco (de abajo a arriba). Pagué mi billete a uno de los controladores, que tenía cara de niño a pesar de llevar traje y corbata de color azul marino. Por ir en tren durante media hora me cobraba 600 florines, una cantidad ridícula (2 €). Me senté en el vagón al aire libre y me acomodo para el trayecto hasta la parada Janos-Hegy.

Desde allí, tuve que andar durante media hora hasta llegar a la torre panorámica Elisabeth (Erzsebet Kilato) del Mont Hegy, a 527 metros. Si no hubiera torre, no habrían vistas porque las taparía la vegetación. Subí por las escaleras de esa especie de faro en tierra firme, la torre de Babel, para elevarme sobre ese dosel forestal.

budapest-danube-separe-46-90a5738f37fc5bEl oeste de Budapest, visto desde la telesilla de Libego, lleno de villas adineradas.

Pude ver la parte oeste de Budapest, es decir, Buda, la zona distinguida de la capital. No me sorprendí al vervillas blancas con piscinas esparcidas en medio tanto verde. Las afueras del oeste de Budapest son parecidas a los Montes de Oro del oeste de Lyon. Comienzo a rozar los árboles que dejé anteriormente atrás mientras bajo al centro de la ciudad en el telesilla Libego. Hacía muchos años que no me cogía este medio de transporte. Es por eso por lo que fui una ingenua y me olvidé de que tenía que bajar la barandilla de seguridad durante los primeros metros, ¡pese a que se pusiera a gritarme todo el personal de trabajo húngaro! Conforme me iba acercando más al centro urbano, que no se diferencia mucho de la torre, empiezo a ver mejor la cúpula del Parlamento y el castillo de Buda.

A unos 200 metros del castillo, decidí en el último momento ir a hacer una visita a la Iglesia de San Mateo (Matyas templom). La iglesia cerraba a las 12:15 los sábados. Fui de las últimas personas que dejaron entrar en taquilla (hay que pagar 1000 florines, 3€ por la visita). Me quedé muerto con los recubrimientos en oro que tenía aquel templo divino, me quedé el último del grupo y los vigilantes tuvieron que hacerme seguir.

Decoración mórbida y bucólica del cementerio de Kerepesi

En esta tercera y última visita del día también me encontré recubrimientos en oro que no me esperaba para nada ver. Tras haberme sumergido de lleno en las entrañas de las calles de Buda y Pest, decidí ir, como esta mañana, a darme un atracón de aire libre y naturaleza yendo al cementerio (temeto) Kerepesi.

Iba por el buen camino para ir a visitar la Casa del Terror (Terror Haza) que cuenta la historia de cincuenta años de pasado comunista de Hungría, una época oscura de su pasado, de 1939 a 1989. En el pasillo empecé ya con la exposición consagrada a la liberación de Budapest en 1945. Quería seguir la visita entrando en el interior de la casa pero el grupo me hizo girar hacia otro lado. Pensé que el último día del viaje podría volver. Pero no caí en la cuenta de que los lunes todos los museos de la ciudad cierran sus puertas.

Después proseguí hasta el cementerio Kerepesi, tras la estación de Keleti, a la que llegué el miércoles desde Eslovaquia. Kerepesi es un panteón nacional, tiene una extensión de 18 hectáreas y en él están enterrados los cuerpos de 1500 grandes figuras de la historia húngara, es como el Père-Lachaise de Budapest. Abrió sus puertas en 1847, no es como los demás.

En este parque tan particular las tumbas, tan delicadamente esculpidas, no asfixian a la naturaleza. Están desperdigadas, dejando así respirar a la flora y a la fauna que según pone en un cartel son muy "valiosas". Te puedes encontrar de vez en cuando una pareja besándose a la sombra de un álamo, un pastor acariciando a su carnero o un hombre pensando en medio de un claro lleno de hiedra.

budapest-danube-separe-46-5f3a300701ba8dMausoleo de Lajos Kossuth, hombre que defendió arduamente la independencia de Hungría frente los austriacos a mediados del siglo XIX.

Mientras andaba solo por los largos pasillos, me di cuenta de que, de manera pretenciosa, los Louis (Lajos) pecaban de tener delirios de grandeza. Llegué a pensar que estaba en las tumbas de los faraones egipcios cuando levanté la vista y vi los mausoleos de los Señores Lajos Kossuth et Lajos Batthyany. Sin duda, eran grandes hombres. El primero estuvo en el poder durante 11 meses y ocupó un lugar muy importante en la independencia de Hungría con Austria. El segundo, su contemporáneo, fue el primer Presidente del gobierno húngaro en 1848. Pero por desgracia, a los dos se le subió el poder a la cabeza y se olvidaron por completo del significado de la igualdad y de la distribución.

Al volver a la entrada, descubrí por casualidad levantadas sobre las arquerías (Arkadsor) con cuatro extremidades, dos cúpulas de mosaico doradas representando escenas divinas.

Cené en el mismo barrio en el que estaba mi albergue juvenil: el barrio judío. Me dejé llevar por los consejos que daba un folleto por ahí colgado y decidí entrar a un restaurante de cocina tradicional judía: Koleves. Acabé muy bien ese fin de semana. Me pedí oca con judías secas, era un plato que solo preparaban ese fin de semana. ¡Dejé el plato repelado! Fue así como me volvieron esas emociones panorámicas y mórbidas.


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