Bélgica: Brujas
Brujas:
El segundo día de nuestro viaje por Bélgica, nos levantamos temprano con el objetivo de ir hasta la estación para coger un tren hasta Brujas. Habíamos leído por ahí que se podía coger un billete con unos viajes contados y que podría salir más barato que comprar cada una los billetes separados y efectivamente, estuvimos comparando precios de los billetes de tren y decidimos comprar un único billete para las dos que contenía 6 viajes por 50 euros. Para conseguir este billete simplemente hay que preguntar en ventanilla y pagarlo allí, después simplemente tienes que escribir con bolígrafo o lápiz los viajes que haces en él y el revisor cuando pasa lo tica.
En aproximadamente 1 hora nos colocamos en Brujas, donde habíamos contratado la noche de antes un tour guiado (fieles siempre a Freetour) que comenzaba en frente de Provinciaal Hof, en la plaza central de Brujas.
Llegamos un pelín tarde pero allí estaba, nuestra guía con un paraguas blanco (Hispanotour) nos esperaba en este lugar tan emblemático donde comenzó su explicación hablando del origen del nombre de la ciudad. A mí me pareció curioso y la verdad es que se me quedó grabado en la memoria, y no, no es porque al cruzar la esquina de una de las calles te vayas a encontrar a una anciana subida en una escoba, aunque el escenario parece realmente de una película. La realidad es que en brujas se habla tanto francés como neerlandés y flamenco por lo que el nombre inicial de la ciudad era Brugge, que traducido tal cuál significaba ‘puentes’, sin embargo, como en el español se tiende un poco a degenerar (en este caso ni siquiera a traducir correctamente) las palabras, pues de Brugge derivó con el tiempo a Brujas.
De hecho, aunque en todos las pequeñas tiendas de suvenires encontramos pequeñas imágenes de brujas o relacionadas con las mismas, nos dijeron que el producto típico de allí y que deberíamos llevarnos en lugar de estas imágenes derivadas del nombre, eran aquellos productos derivados de la seda y las telas pues es con aquello con lo que se comerciaba en la época de máximo esplendor de Brujas.
Después de este breve recorrido por la historia nos llevaron a ver la plaza Brug, en este lugar se pueden ver edificios tan emblemáticos de la ciudad como el Ayuntamiento, Brugse Vrije o la Basílica de la Santa Sangre.
La verdad es que las fachadas de todos los edificios eran alucinantes, pero nos pararon precisamente en el Brugse Vrije, un edificio que fue sede de los tribunales de Justicia y que hoy en día alberga en su interior la historia escrita que queda de Brujas. En él nos remarcaron un aspecto importante sobre una figura que se encuentra justo en la puerta de entrada. Es una imagen de un oso y un león en postura de lucha. Y es que cuentan las leyendas que el primer habitante de Brujas fue un oso grande y majestuoso que reinaba en estas tierras, como la ambición y la codicia de los hombres no tenía límites uno de los Condes de Flandes llamado Balduino fue a luchar contra este fiero animal para hacer suya la tierra que habitaba. Al final de la lucha fue el conde quien ganó y dicen que el alma del oso abandonó su cuerpo y tomó forma en el escudo de armas de la ciudad, que hoy se simboliza con ambos animales rampantes.
Después, en la Basílica de la Santa Sangre (que tiene entrada gratuita) encontramos dos capillas bien diferenciadas y en una de ellas, muy concurrida, se puede ver un pequeño relicario con un pequeño trozo de tela que se supone perteneció a la sabana con la que cubrieron a Jesús después de su muerte crucificado. La verdad es que no se tiene mucha certeza de la veracidad de esa reliquia pero a mí me puso los pelos de punta el simple hecho de pensar que pudiese tener 2000 años de antigüedad o pensar la crueldad con la que las personas son capaces de actuar influenciados por el miedo a perder el poder. Yo no soy de creer mucho en las religiones por mi naturaleza científica pero realmente sí que creo que mucha gente ha muerto injustamente y de manera horrible por la codicia de otros. Se veía entonces hace 2000 años y se ve hoy en día y la verdad es que es horrible.
Paseamos entonces a través de las calles para llegar al Mercado del Pescado, a través del cual se puede acceder a Huidenvettersplein (que significa engrasador de piel), o la plaza de los curtidores. En estos lugares es donde se puede observar a la perfección la estructura que tenían las antiguas casas de gremios que han sido tan valoradas a lo largo de la época moderna y que, de hecho, hoy forman el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Se constituían de tres casas o zonas: una primera más pequeña y menos decorada con una gran puerta donde se tenían las herramientas de trabajo y se exponían los productos que el artesano elaboraba; una segunda vivienda un poco más grande que la anterior donde se alojaban los aprendices con más experiencia; y una tercera cada, más grande, majestuosa, donde se pueden observar, en sus fachadas, escudos o elementos decorativos que nos indica el oficio que se desarrollaba en cada una. Esta última, cómo no, era la casa del maestro.
Así, en esta plaza donde se desarrollaba el arte de hacer el cuero, encontramos estos elementos en las casas gremiales que ya nos dan las pistas para conocer más en profundidad a qué se dedicaban las gentes que allí vivían. Además, en el centro de esta pequeña plazoleta se puede observar una columna coronada con dos leones. Se cree que al lado de esta columna existía otra, y entre medio de ellas, se colocaba una balanza que servía para pesar las piezas de pescado que se comercializaban en la plaza cercana.
Si nos movemos de verdad a aquella época en la que el cuero se encurtía con orina generalmente de niños, y además se comercializaba con pescado fresco que en pocos días acababa podrido, nos podemos imaginar más o menos el olor tan fuerte y desagradable que se podría concentrar en aquel lugar. De este hecho es de donde creen que surgió una pequeña escultura colocada en una de las esquinas de la plaza y que representa la cara de un hombre cuya expresión podría ser de enfado, pero también del asco.
Es por este tipo de detalles por los que recomiendo siempre hacer un tour a los sitios donde se va, porque sin alguien que relate las anécdotas, historias o leyendas del lugar, no nos damos cuenta de estos pequeños fragmentos de historia que son los que de verdad crean un recuerdo bonito y especial de un lugar.
Seguidamente nos dispusimos a disfrutar de uno de los lugares más emblemáticos de esta ciudad: el muelle de las Rosas, donde se sitúa el famoso árbol imagen de Brujas del que cuelgan sus ramas hasta el agua, detrás del cual se encuentra una prominente mansión señorial que llaman ‘La casa de España’ y que muestra los nexos entre la España medieval y el condado de Flandes. Desde aquí, al igual que desde otros puntos se pueden coger barcas que hacen un pequeño recorrido de aproximadamente media hora por los canales más bonitos de Brujas. Nosotros cogimos uno por aproximadamente 8 euros y la verdad es que merecía mucho la pena disfrutar, no solo del paseo en barca sino también de las explicaciones adicionales que el guía nos hacía, eso sí, en inglés.
Callejeando llegamos al parque Minnewater, conocido también como el parque del amor, un lugar que esconde una gran historia donde los cisnes son los protagonistas en la muerte de Brujas.
La historia comienza cuando Brujas se encuentra en su máximo esplendor durante el siglo XV, en aquel momento en el que la mayoría de la población en la ciudad se encontraba enriquecida debido a la gran comercialización de los famosos paños de seda elaborados en Brujas, el conde de Flandes, quien era poderoso y manejaba abundantes relaciones con el resto de potencias europeas de la época, quiso aumentar su poder a través de numerosas prácticas con las que los ciudadanos no estaban de acuerdo. En ese momento se produjo una revuelta masiva y aquellos grupos descontentos con el trato recibido durante los últimos tiempos por el condado, cometieron el error de secuestrar, hacer prisionero y acabar ejecutando a través de la decapitación al hombre de confianza del conde. Aquel acto fue el comienzo del fin para Brujas pues tras este suceso la ciudad perdió el apoyo del conde y con él toda su influencia. Los barcos dejaron de llegar a los puertos, ya no había salida para los paños y los artesanos perdieron todo su trabajo y sus ingresos, por lo que Brujas acabó muriendo.
Hasta aquí, todo es cierto, y ahora es cuando comienza la leyenda de la que los cisnes son protagonistas pues se sabe a ciencia cierta que el apellido del hombre de confianza del conde era Lanchals, que significa ‘cuello largo’, de ahí que su escudo también tuviese cisnes dibujaros. Así, cuando el pueblo se apaciguó tras las revueltas, el conde, como castigo por haber matado a su amigo, ordenó al pueblo alimentar a los cisnes que allí se encuentran de por vida, lugar que por aquel entonces era el famoso puerto comercial donde ya no llegarían más barcos. Así, el puerto no quedaría totalmente sin vida.
Una historia bonita pero trágica, ¿verdad?
Y, ¿por qué se llama lago del amor? Otra leyenda ronda este nombre, una historia también trágica de amor no correspondido, pues se cuenta que aquí vivía una muchacha que amaba desesperadamente a un chico. El padre de ella, sin embargo, no aprobaba aquella unión, es más, quería casar a aquella chica con otro hombre mucho más adinerado. Fue así como un día la chica sintió que la única opción que le quedaba era escapar de casa, y esperando a su amado en este lugar murió de inanición y frio. Así, el chico, al encontrar ya su cuerpo inerte, la enterró bajo las aguas de aquel lago.
Fue con esta historia con la que el tour se acabó, y con el frio que teníamos, lo único que queríamos era encontrar algún sitio calentito para descansar un poquito. Nos recomendó la guía un lugar para comer sopa caliente casera. Se llamaba ‘Soup’, sin más, y se encuentra muy céntrico, al lado del Belfort. Allí pudimos tomar una sopa de tomate calentita que nos salió por unos 9 euros, y que contenía además unas pequeñas albóndigas de carne, queso y picatostes que nos sentó… de lujo.
Después de aquello nos dirigimos entonces a darnos un paseo por la zona para finalmente acabar, cómo no, en el museo de la cerveza. Abre desde las 10h de la mañana hasta las 18h de la tarde, pero si no os da tiempo a visitarlo como nosotras, en la primera planta del museo hay además un bar donde poder probar alguna de las cervezas más originales que he visto. Si no quieres gastarte mucho dinero y probar más de una de ellas, tenían disponible una oferta con la cuál pagando 10 euros puedes probar 5 cervezas, ya sean rubias, negras o algunas de frutas. A mí, la que más me llamó la atención tanto a la vista como al gusto fue una de cereza cuya coloración era roja clarita. Allí fue donde pasamos el tiempo esperando tranquilas a que llegase la hora de tomar el tren de vuelta a Bruselas, no sin antes pasar por los puestos del mercado navideño a comprar algo de comida. Así probamos, además de uno de los productos estrella de brujas como son las patatas fritas o ‘fries’, un gofre con chocolate de diferentes tipos que, por supuesto, no podía faltar en nuestro viaje.
Como consejo con respecto a las comidas o bebidas como las cervezas del museo, si no sabéis cuál elegir, lo mejor es que preguntéis a los camareros ya que ellos serán quien mejor os puedan recomendar dependiendo de vuestras preferencias. Así acertaréis seguro.
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Comentarios (1 comentarios)
Maria Jose Cardoso Oneto hace 6 años
Genial