Brighton 2010. Parte I

Vivir en Brighton durante tres semanas en el verano de 2010, fue salvando las distancias, lo más parecido que he hecho a un intercambio Erasmus. Todo empezó algunos meses antes de irnos, cuando en marzo de 2010, pedimos la beca MEC, de cursos de idiomas internacional. Por suerte nos la concedieron a los dos y ahí comenzó nuestro viaje a Brighton. En un primer momento no teníamos muy claro donde queríamos ir. Nos pusimos en contacto con una agencia llamada EF que nos aconsejó en todo y tramitó todo lo referente al viaje, curso y estancia en nuestro posible destino. Sabíamos que queríamos ir a Inglaterra y no a otro sitio, por lo que propusimos en un primer momento Bournemouth como destino, pero las plazas se habían acabado, por lo que finalmente nos decidimos por Brighton. Elegimos para nuestra estancia, convivir con una familia inglesa, rechazando la residencia aunque viviríamos en diferentes casas. Una vez tuvimos todo hecho, viajes, papeleo, permisos, libras… Solo quedaba comenzar las que sería tres semanas inolvidables.

A mediados de julio, nos despedimos en la Estación del Norte de Valladolid de nuestras familias y los dos solos pusimos rumbo en el Ave hacia Madrid donde teníamos que encontrarnos con un responsable de EF que nos llevaría hasta Barajas para coger el vuelo a Londres y conocer a los que serían nuestros compañeros de viaje. Cuando llegamos al aeropuerto, llegamos los primeros, por lo que después nos fuimos encontrando con otros estudiantes. Nos tocó esperar un buen rato en el aeropuerto hasta que facturamos y cogimos el vuelo de ida hasta Inglaterra.

Cuando llegamos a Londres y cogimos nuestros equipajes, nos recogió un autobús que nos llevó hasta Brighton, a una especie de casa en las afueras de la ciudad y donde nos separamos todos los que íbamos a una casa con nuestra nueva familia y los que se alojarían en la residencia de estudiantes. A mi he de reconocer que me tocó una familia que no me dio ningún tipo de problema y tuve mucha suerte con mis compañeros en la casa, sobre todo con uno. Me tocó con un francés que no hablaba mucho, pero que tampoco me daba demasiados problemas, y con un italiano, llamado Simone, con el que al principio no me entendí mucho, pero que con el paso de los días, pasó a ser una de las personas con la que más tiempo pasaba. Por lo que a la familia que me tocó respecta, decir que eran muy liberales, no nos pusieron en ningún momento horarios ni obligaciones y siempre que les pedíamos algo no tenían ningún problema en intentar ayudarnos. En casa la convivencia era muy buena, aunque no pasábamos mucho tiempo allí y con las comidas no tuve ningún tipo de problema, es más, gané algunos kilos.

En cuanto a las clases del curso, al día siguiente de llegar, nos hicieron un examen en el instituto donde se daban las clases. Era un examen de nivel, para elaborar los grupos de clase. El instituto estaba bastante céntrico, pero como yo vivía en las afueras, tenía que coger un autobús, que tardaba en llegar hasta la parada más cercana, más de 30 minutos. Las clases me parecieron muy productivas, dando mucha importancia a la práctica, más que a la teoría y enseñándonos cosas básicas, frases hechas, expresiones para resolver diferentes situaciones… Y mi grupo era de lo más variado, había un par de chicas y un chico francés, un austriaco, dos austriacas, dos italianas y un italiano, (el ya mencionado Simone), otros tres españoles y una chica de Madrid… había un poco de todo y de vez en cuando nos dividían en grupos más pequeños para hacer diferentes actividades. Tengo muy buen recuerdo de esas horas de clase y la verdad es que aprendí bastante el idioma….


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