Mi segundo mes: viaje en coche a Boston y a las cataratas del Niágara

Según pasaba el tiempo el grupo de amigos en la residencia se iba haciendo más grande. Algunas eran compañeras de habitación —compartía habitación con una chica de Mongolia— y normalmente nos encontrábamos para cenar todos juntos en el último piso de la residencia, junto con otros españoles y latinoamericanos.

No fue hasta la primera semana de agosto que finalmente decidimos alquilar dos coches y pedir un fin de semana libre. Tuvimos mucha suerte porque en total diez de nosotros pudimos cogernos esos días libres y el mismo sábado por la mañana (al amanecer, de hecho) partimos hacia Boston. Teniendo en cuenta que salíamos desde Pennsylvania, tendríamos que conducir durante casi 5 horas hasta llegar allí. Como no teníamos tarjeta SIM (ya que en EEUU las tarifas de los móviles son muy elevadas) no teníamos manera de estar en contacto con el otro coche, pero nosotras, por suerte, no tuvimos problema alguno y pudimos llegar a nuestro destino.

Por el contrario, los del otro coche no tuvieron tanta suerte y se perdieron nada más empezar el viaje porque no habían configurado el GPS correctamente. Cuando nos encontramos de nuevo ya era casi el momento de irnos de Boston, así que os contaré el viaje que nosotras, con nuestro coche, hicimos. Éramos cinco chicas, cuatro éramos españolas y Abigail, mi compañera de trabajo, de Ecuador.

Llegamos a Boston casi a las 11 de la mañana, hicimos solo una parada para repostar y resultó que la gasolina no era nada cara. Antes de salir, hicimos un bote común para pagar los gastos del viaje y entre gasolina, comida, hoteles, el alquiler del coche y las entradas a varios sitios nos gastamos menos de 200 dólares. Lo sé, lo planeamos súper bien.

Boston es una de las ciudades más antiguas de los Estados Unidos, por no decir la más antigua. Era una de las primeras colonias de Inglaterra. Así que por fin vi edificios antiguos de más de doscientos años de historia. Todo tenía cierto aspecto británico, había casitas rojizas, iglesias antiguas, etc. Otro aspecto muy interesante de la ciudad es que se puede seguir la línea del Camino de la Libertad para poder ver toda la ciudad; se trata de un camino marcado en color rojo que pasa por los puntos y los monumentos más importantes de Boston, y eso fue lo que hicimos.

Comimos en el mercado de Boston. Me apetecía mucho comer pescado así que pedí merluza con patatas. La verdad es que era una ciudad muy acogedora y agradable. Visitamos la tumba de Benjamin Franklin, entre otras cosas, y terminamos en un parque donde nos refrescamos un poco e hicimos una siesta mientras esperábamos al resto del grupo.

Cuando por fin nos encontramos, cogimos el coche otra ver para ir a visitar la Universidad de Harvard. Estaba súper emocionada porque siempre he soñado con estudiar ahí. Está en una zona preciosa e incluso en verano podíamos sentir el ambiente estudiantil.

Sobre las 7 de la tarde partimos hacia las cataratas del Niágara. Habíamos reservado una habitación de hotel para la noche pero como nos separamos del otro grupo perdimos mucho tiempo, así que decidimos dormir en el coche y hacer turnos para seguir conduciendo.

Cuando por fin llegamos al hotel eran las 6 de la mañana (fue un trayecto largo) y dormimos unas 4 horas hasta que a las 10 de la mañana nos levantamos para desayunar y tomarnos un café en Starbucks en la acera de en frente de la misma calle. Llegamos a las cataratas a las 10:30.

¡Qué pasada de lugar! Compramos la entrada completa y subimos a un barco que paraba justo al lado de las cataratas. Conocimos a algunos trabajadores de Dorney que habían tenido nuestra misma idea y habían salido a pasar el día allí. Las vistas eran espectaculares.

Una vez terminamos la visita, fuimos a comer a un restaurante desde donde había unas vistas preciosas (creo que era el Fallsview Buffet). Yo me pedí una hamburguesa que estaba bastante rica, la verdad.

A eso de las 5 de la tarde nos volvimos a Allentown y llegamos a las 11 de la noche. Habíamos pasado más de 24 horas en el coche y estábamos reventadas (por no decir que al día siguiente tenía que trabajar 14 horas seguidas), pero fue uno de los viajes más divertidos que he hecho en mi vida y además nos vino muy bien para conocernos mejor y que nos uniéramos mucho más.

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