Día 6 (tarde-noche). Mostar

¡Hola a todos! Como ya os adelantaba en el post anterior, tras la visita guiada por Split cogimos el autobús y nos fuimos hacia Mostar, una ciudad del sur de Bosnia-Herzegovina.

Desgraciadamente, este día los planes se nos torcieron un poquito. Para poder pasar al país de Bosnia hay muy pocas fronteras, por lo que absolutamente todos los que quieran ir a dicho país deben pasar por alguna de ellas. Esto conlleva numerosos atascos, de una o dos horas en las mejores ocasiones. Sin embargo, nuestro caso fue peor. Cuando ya nos quedaban unos cuatro coches para pasar, cortaron el tráfico. Sí, como lo leéis. Nos mandaron dar macha atrás en busca de una frontera distinta ya que había manifestaciones y habían decidido cortar la entrada. Esto nos sentó como si nos tirasen un jarrón de agua fría por la cabeza, aunque qué remedio, nos fuimos hacia otro lado.

En el camino paramos en una gasolinera para coger refuerzos, ya que eran las tres de la tarde y no habíamos comido nada desde el desayuno. Hicimos así el trayecto más ameno, acompañándolo de canciones de campamento e historietas que nos hiciesen pasar un buen rato y olvidar que llevábamos prácticamente cinco horas metidos en un autobús.

Cuando finalmente llegamos a Mostar, teníamos la comida ya reservada en el restaurante Almira, así que aunque eran las seis de la tarde, allí que nos fuimos. Nos habían preparado un cordero con patatas que estaba de lujo, y además, como veníamos con bastante hambre, nos sentó aún mejor. Una vez comidos, estábamos listos para empezar a visitar esta maravillosa ciudad.

Empezamos la visita por la plaza principal y desde ahí anduvimos por las calles empedradas llenas de casas destrozadas, sin techo e incluso con marcas de balas en las paredes. Esto es así porque hace tan solo veinte años estalló la guerra de Los Balcanes que dejó graves secuelas en todo el país pero sobre todo en ciudades como Mostar.

El monumento más importante de la ciudad que es actualmente el símbolo de la misma es el Puente Viejo o Stari Most, un puente medieval de un solo arco construido con piedra en el siglo dieciséis pero reconstruido tras la Guerra de la que os hablaba previamente. Este puente es tan importante por toda la historia que lleva detrás, y es que la historia de Mostar es prácticamente la historia de su puente.

Día 6 (tarde-noche). Mostar

El Puente Viejo se utilizó durante muchos siglos para unir la vida musulmana (bosniaks) y la vida católica (bosnios croatas) de la ciudad. Al estallar la guerra de Bosnia, todos los habitantes de Mostar, tanto los bosniaks como los bosnios croatas, se unieron para luchar contra los bosnios serbios que eran de religión ortodoxa y apoyaban la idea de una Gran Serbia parecida a lo que había sido el poder de toda la Yugoslavia unida. Ambos consiguieron derrotar a los bosnios serbios y expulsarlos de la ciudad, sin embargo, tras haber luchado juntos y haber convivido siempre en paz, los bosnios croatas y los bosnios musulmanes comenzaron una guerra civil para conseguir el poder en la ciudad. De esta forma, el Puente Viejo que había significado siempre la armonía entre musulmanes y católicos, durante la guerra fue bombardeado por la milicia croata.

La guerra duró unos cinco años y acabó con miles de vidas de ambos bandos. En recuerdo se ha instalado una inmensa cruz en el monte Hum, que aunque se encuentra a las afueras de la ciudad, se puede divisar desde cualquier punto de Mostar.

Al acabar la guerra, el puente fue reconstruido con las mismas piedras que fueron rescatadas del fondo del río Neretva, sobre el cual se encontraba y se encuentra el citado puente. De esta forma, hoy en día la mayoría de turistas que visitan Mostar quedan alucinados por el puente, yo incluida. Y no solo eso. Actualmente hay bastante gente que aprovecha para saltar desde los veinticuatro metros del puente al agua fría del río a cambio de una propina que consiguen de todos los que estamos atentos esperando a que salten. En esta foto podéis apreciar lo impresionante que es ver a alguien saltar desde tan arriba: 

Día 6 (tarde-noche). Mostar

En honor a este puente y a toda la historia que conlleva encontramos en Mostar el Museo del Puente Viejo, donde se puede explorar toda la historia del mismo. Aunque yo no tuve tiempo para verlo, reconozco que me hubiese gustado pasar allí unas horas.

Tras esto, subimos al puente para hacer unas fotos de la vista que se puede observar desde el mismo y seguimos recorriendo las calles hasta llegar a una estrecha escalinata que lleva al alminar de Koski Mehmed-Pasha, desde donde es posible tener unas vistas panorámicas de absolutamente toda la ciudad, que es bastante pequeñita y se recorre en poco tiempo.

Día 6 (tarde-noche). Mostar

La ciudad en sí es preciosa, merece mucho la pena visitarla. Dando un paseo por el centro te vas encontrando mezquitas o numerosas tiendas de artesanía. Además, hay muchísimos puestos baratísimos para comprar pendientes, collares, imanes… en definitiva, cualquier recuerdo de la ciudad.

Después de recorrernos las calles terminamos la visita donde la habíamos empezado y nos volvimos a un nuevo hotel, esta vez en Mostar. Nos hospedamos en el hotel Mepas, un hotel de cinco estrellas que era un lujo. Las habitaciones eran una auténtica pasada y el spa, aunque solo lo vimos de lejos porque no tuvimos tiempo para utilizarlo, parecía muy guay.

Cenamos y nada más terminar cogimos un taxi baratísimo hacia el centro de la ciudad otra vez, pero esta vez para ver con tranquilidad las tiendas durante la hora y pico que teníamos para ello (las tiendas y puestos cerraban a las diez aproximadamente y nosotros terminamos de cenar a las ocho y media…). Aproveché para comprar varios pares de pendientes porque yo soy una loca de eso, y también algunos imanes y recuerdos de la ciudad. Además, tuvimos la suerte de ver la ciudad por la noche, que también merece la pena. Se ve con otros ojos y el ambiente está muy bien con todos los puestos intentando venderte cosas, mucha gente por la calle… Aquí podéis ver una foto, aunque al ser por la noche no es de muy buena calidad:

Día 6 (tarde-noche). Mostar

A pesar de que la ciudad me gustó muchísimo, si que es cierto que se ve mucha pobreza. Encuentras en prácticamente cada esquina gente pidiendo, y no solo adultos, también niños, algo que te duele en el alma. Por tanto, aunque es verdad que la ciudad se ha recuperado de la guerra y ha conseguido atraer a muchos turistas, no sé hasta que punto los habitantes de la ciudad están curados de todo lo que pasó hace solo veinte años.

Pues bien, después de todo esto, nos volvimos al hotel de una forma un poco especial. Al volver a la “estación de taxis”, lo pongo entre comillas porque no era ni estación ni nada, era una zona de la carretera donde se suponía que paraban los taxis. Después de estar allí un buen rato no pasó ningún taxi, y al vernos allí parados, una chica bosnia nos paró y nos preguntó que qué hacíamos allí quietos. El caso es que estuvimos hablando con ella un montón de tiempo, nos estuvo contando toda su vida y fue tan maja que nos ofreció llevarnos al hotel.

Una vez allí, subimos a nuestra maravillosa habitación y dormimos como bebés hasta que sonó el despertador al día siguiente. Un nuevo día empezaba y lo podréis ver en el próximo post…


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