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Mis primeros días en Bochum


Después de haber escrito sobre varios temas aquí en Erasmusu, me pareció buena idea escribir sobre mis primeros días de Erasmus. Fueron los días más duros, sobre todo para mí, porque fue cuando me di cuenta de que estaba completamente sola en el extranjero.

El día 6 de octubre volé por primera vez de Roma a Colonia. Recuerdo que estaba súper emocionada, pero muy nerviosa, más que nada por el vuelo en sí. En el avión, había un chico sentado a mi lado. Mi cara sería un poema por los nervios, porque me preguntó si estaba bien. Le dije que sí y nos pusimos a hablar de por qué íbamos en el avión. Resulta que él iba a Alemania a vender coches, y yo le conté que iba allí de Erasmus. Estuvimos hablando todo el viaje, lo que me ayudó a calmarme. Cuando aterrizamos, antes de bajar del avión, un chico me paró para preguntarme si iba a Bochum de Erasmus. De hecho, me había oído decírselo al otro chico antes. Le respondí que sí, que iba a Bochum, y él me dijo que también iba allí. Luego bajamos del avión y me dirigí a la zona de recogida de equipajes para coger mis maletas.

Tenía que coger un tren para llegar a Bochum, así que me puse a buscar la estación. Y cuando parecía que me había perdido por el aeropuerto de Colonia —de verdad que es enorme— me crucé con unos andenes y un panel con todos los horarios de tren. Allí estaba el chico con el que estuve hablando antes de bajar del avión. Iba con una chica. Estuvimos hablando y nos dimos cuenta de que los tres veníamos de la misma universidad, por lo que decidimos ir a Bochum juntos.

Habíamos quedado con un chico de la ESN de Bochum en la HauptBahnhof —la estación central— de allí. Tenía que recogernos junto con otros alumnos y acompañarnos a la residencia. Pues bien, resulta que nos cancelaron el tren. Así que tuvimos que ir a las taquillas de la estación de Colonia a pedir ayuda. Al final acabamos cogiendo un tren a Düsseldorf que luego nos llevaría a Bochum, pero era imposible que llegásemos a tiempo para reunirnos con los demás. Por suerte, y aunque ya era muy tarde, vino otro chico de la ESN a recogernos y a llevarnos a nuestras respectivas residencias. Para entonces estaba agotada.

Como ya he dicho, era muy tarde y todas las tiendas habían cerrado. No me dio tiempo a comprar nada, ni comida ni cosas para el piso. Mi residencia estaba en Markstraße, cerca de una estación U-Bahn —de tren urbano. Mi piso era de dos personas, pero mi compañera no había llegado todavía, por lo que mi primera noche allí la pasé completamente sola. Tengo que admitir que no fue el momento más feliz de mi vida. De hecho, creo que puedo afirmar que fue uno de los peores momentos de mi Erasmus. Me sentía muy sola, estaba en un lugar desconocido y me moría de hambre. Así que decidí salir a ver si podía encontrar algo que me animara un poco. Estuve andando más de una hora hasta encontrar una tienda, REWE, que abría hasta medianoche. Como estaba agotadísima, me compré algo para cenar y algo para desayunar y volví a la residencia.

Al día siguiente me desperté muy animada. Quería ir a explorar el vecindario y la zona en general, así que desayuné y salí. Lo primero que tenía que hacer era una compra de emergencia para sobrevivir. Además, en el piso no había cosas básicas como papel higiénico, cubiertos o sartenes y ollas. Así que mientras paseaba, buscaba también lugares donde comprar esas cosas. Encontré casi todo lo que necesitaba, excepto un sitio donde vendieran vasos.

Ese día saqué una foto que quiero compartir con vosotros.

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Había un bosque cerca de mi residencia que también quería explorar tan pronto como fuera posible. En la foto podéis ver donde empezaba la senda que me llevó de la calle al interior del bosque. De hecho llegaba a varios sitios, y mentiría si dijese que no me perdí ni una vez. Sin embargo, me gustó mucho pasear por esa senda porque era muy tranquila y tenía el poder de hacerme olvidar todos mis problemas durante un rato.

Pero volvamos a mis primeras 24 horas en Bochum. Volví a la residencia a comer. El plan era comer algo, organizar un poco mi habitación y luego salir de nuevo a explorar. Además, tenía que comprar vasos y una manta —y muchas cosas más, pero esas eran las más importantes. Nada más acabar de comer, alguien llamó a la puerta. Me sorprendió bastante porque todavía no conocía a nadie. Abrí la puerta; eran un chico y una chica que no había visto nunca. Me hablaron en italiano, así que supuse que sabían de dónde era yo. Pues bien, la chica —luego supe que estudiaba en la misma universidad en Italia que yo— me dijo que era mi vecina. Ya había estado de Erasmus en Bochum antes, así que se ofreció para enseñarme algunos sitios donde podía comprar lo que necesitaba. Esa tarde, me llevó a un centro comercial en Bochum Rathaus, a solo unas paradas en U-Bahn de Markstraße. De camino vi muchos sitios guays que decidí visitar durante los próximos días.

Pero a fin de cuentas, lo más importante que me enseñó esa chica fue la parada de U-Bahn. De hecho, a partir de entonces empecé a ir en U-Bahn todos los días.

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La parada de Markstraße estaba llena de preciosos grafitis en las paredes. Este fue el que más me llamó la atención. Tiene un mensaje muy directo que me encanta.

También me llevó al Ruhr Universität Campus y me explicó qué tenía que hacer para completar el papeleo a tiempo. Así que sí, me ayudó un montón.

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Fuente

Teníamos que cruzar un puente para llegar al campus RUB. Cuando llegamos al otro lado, mis ojos se posaron de inmediato en algo que había escrito. ¡Y ahí fue cuando supe que estaba en el lugar adecuado!

El campus era precioso, sobre todo en invierno, cuando nevaba. Aquí os dejo una foto que me encanta.

Mis primeros días en Bochum

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Cuando llevaba tres días en Bochum y ya me sentía como en casa. No sé si porque era una ciudad pequeña o por los colores otoñales —que adoro— o quizá porque era la primera vez que tenía la oportunidad de demostrar que sé apañármelas sola.

Si estás pensando en irte de Erasmus pero te da miedo no encajar o no poder defenderte a solas, quítate eso de la cabeza. No te voy a mentir: no va a ser todo un camino de rosas, sobre todo los primeros días. Siempre vas a echar algo de menos, sea tu familia, tus amigos o incluso tu habitación. Vas a pasar días malos en los que parece que nadie te entiende. A veces incluso te vas a sentir solo. Hazme caso, sé de lo que hablo, he pasado por ahí. Pero te puedo asegurar que al final, ese nuevo sitio será también tu hogar. Vas a conocer gente que será como tu segunda familia. Vas a tener la oportunidad de ver y experimentar cómo vive gente de otras culturas y aprender mucho de ellas. Pero sobre todo, vas a descubrir tanto de ti mismo que te sorprenderá saber cuán fuerte y capaz eres. Así que te aconsejo dejar de lado cualquier pensamiento negativo y tirarte a la piscina. Te prometo que valdrá la pena.


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