Carta de despedida a mi Erasmus

Y ese día que probablemente no hubiera pensado que llegaría, llegó. Llegó incluso antes de lo esperado. Llegó cuando todo parecía ir sobre ruedas, cuando me había acostumbrado a mi piso, mis clases, mis fiestas, mis excursiones, mis escapadas nocturnas, mis “esta noche me la voy a tomar con calma” y a las dos horas estar en la barra de un bar “dándolo todo”, mis amigos…bueno mi familia, mi nevera vacía…de comida y llena de botellines de cerveza, mis hoy me da pereza ir a cheerleading, mis intentos de no juntarme únicamente con españoles, mi única clase de Noruego introductorio en el que aprendí a decir cómo me llamo y sköl (salud) mientras brindaba con mi botellín de cerveza, mi apoteósica locura a la hora de hacer las maletas y que no entre nada, mi tristeza por dejar la que durante 6 meses fue mi casa y, a su vez, la alegría de volver a mi casa de toda la vida.

Es por todo esto que, me despido de una época que me ha visto crecer, madurar, creer en mí misma y valorar muchas cosas. Pero, en ocasiones las despedidas y que las etapas acaben pueden significar algo bueno. Es necesario que algo acabe para que empiece otra cosa, aún mejor. No debo estar triste porque se haya terminado, debo estar contenta y afortunada de que lo he vivido. Por mis recuerdos, por nuestros recuerdos, por mis experiencias, por nuestras experiencias, por mí Erasmus. Me despido de algo que nadie me va a poder quitar y que siempre me va a acompañar a lo largo de mi vida.

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