Primera entrada: la llegada a la familia de acogida.

Las historietas sobre mi llegada... primero, el domingo, perdí el avión: las azafatas no eran muy simpáticas y no me explicaban claramente lo que tenía que hacer. Así que el avión se fue en mis narices...Cogí el vuelo siguiente con otra chica, una belga de competición. Llegué con mi familia de acogida, muy contenta, aunque no entendía casi nada de lo que decían. Había muchos familiares: los abuelos, los padres, los primos y niños que ni siquiera sabía si formaban parte de mi familia. No pillé demasiado quién era quién.

Me fui a dormir pronto, estaba reventada con la diferencia horaria... Al día siguiente, me levantó mi madre de acogida a las cinco de la mañana. Me dice más o menos que la siga. No entendía a dónde íbamos, la seguí. Al final me di cuenta de que íbamos con mis hermanas de acogida a su trabajo, ya que las niñas no podían quedarse solas en casa.

No comía mucho al principio porque me daba un poquito de asco la brioche que comían allí, y como comíamos muchas hamburguesas, con ese mismo pan, pues eso, no comía mucho... Un día tuve incluso el honor de comer patatas fritas... les dije que no eran francesas, sino ¡belgas! Aún así conseguí comprar frutas ante el asombro de mi familia. Si no, no comería nunca.

En cuanto a los amigos, me parecía imposible acercarme a la gente de mi facultad.

Sigo con el comentario sobre la "bouffe" (la comida tiene este sinónimo en Texas). Siempre llevábamos platos de plástico, cosa que me sorprendía. Solo yo los guardaba. Y todo era dulce, el frigo estaba lleno de coca-cola y de sprite, pero conseguí beber solo los findes (nunca durante la semana). Así me controlaba. También me sorprendía ver que las patatas fritas de bolsa se comían como las patatas fritas, en el plato y acompañando la carne. Por supuesto comíamos delante de la tele...

Por desgracia nunca pude recuperar las fotos. Estaban en un ordenador que formatearon. Me acuerdo de ir como si fuera ayer y la verdad es que me pregunto cómo pude llegar a mi destino, al igual que mis maletas, que tras coger tres aviones (incluyendo un cambio en Atlanta), temía que no llegaran. Cuando llegué con mi familia de acogida, comían frutas en trozos clavados en palitos y las salsas estaban en compartimentos. Casi como un aperitivo. Se nota que lo que más me ha marcado es la comida. No me podían marcar muchas cosas más por la barrera de la lengua...

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