Me abren las puertas... los primero pasos.
Con una profunda melancolía comenzaré a narrar una serie de sucesos que han impactado mi vida de una forma que, a pesar del paso del tiempo, no puedo superar, y es que, habiendo transcurridos ya más de 6 años de esta aventura, fue una experiencia de tal magnitud que quedará marcada en mi ser hasta mi último aliento.
-en cierta forma también espero que este se convierta en el espacio terapéutico necesario para finalizar el duelo que dejó en mí el término de este grandioso viaje-
Flashback
Si me acompañan a un pequeño “flashback“ hacia mi infancia, es donde podremos encontrar mi primer contacto con España:
Recorriendo los pasillos de un supermercado, me topé con un libro de arquitectura en el cual se presentaban las obras del maestro Gaudí, gracias a éste pequeño y fortuito acontecimiento tuve el privilegio de admirar, a través de fotografías, la imponente maravilla de lo que Barcelona era y lo que Gaudí había hecho con ella: “La Sagrada Familia”, “Casa Milá”, “Casa Batlló”, “Casa Vicens “, “Casa Calvet”, “Parc Güell” y todo lo que este parque conlleva; y es este último el que cautivo y sigue cautivando mi sentidos, sigo sintiendo como se eriza mi piel al recordar cada imagen en la cual se desmembraba ”Parc Güell” y en cada imagen, cada curva, cada color, cada textura, cada detalle que de ella emanaban complementándose en un todo estético que explotaba de una forma colorida y sutil nunca antes percibida por mi vista.
En ese momento, en ese preciso instante pensé: “sería genial visitar ese lugar”. (Sin saber que años más tarde podría admirar de cerca cada uno de ellos)
El primer contacto
Transcurridos los años, me encontraba ya en la universidad estudiando psicología, siendo perteneciente a la apenas segunda generación de esta licenciatura, nadie había buscado oportunidades de intercambio, curiosamente ni siquiera recuerdo cómo fue que me enteré de esta posibilidad que la universidad brindaba, pero una vez consciente de ella, busqué lograr los requisitos necesarios para ser aceptado en el programa. Después de algunos tropiezos (que nunca faltan a la hora de cumplir con requisitos) logré entrar en la lista de seleccionados, al saber esto sentí a mi corazón golpear fuerte contra mi pecho desbordado de alegría, estaba más cerca que nunca de conocer las maravillas que alguna vez ví en libros, sin embargo, era un paso de muchos que faltaban. El siguiente era seleccionar la universidad a la cual sería transferido, por desgracia, Barcelona no entraba en las opciones.
A pesar de esto, el optimismo y júbilo que sentía no decayeron, al contrario, me encontraba a mitad de camino (o eso pensaba) y no importaba el no llegar directamente a Barcelona, cruzaría el continente de extremo a extremo de ser necesario para ver las obras de Gaudí, me dediqué entonces a valorar las opciones posibles para residir y estudiar en España y a continuar con los tramites faltantes.
Finalmente el día llegó, y con él, un sueño se cumpliría, nunca dejaré de agradecer el primer contacto (y todos los posteriores) que la Universidad de León tuvo conmigo haciendo de mi conocimiento que sus puertas quedaban abiertas para recibirme.
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